Amansado Cristiano
El delantero, sin chispa, tambi¨¦n fracasa en su segundo Mundial
Al igual que Rooney no fue Rooney, Cristiano Ronaldo tampoco se pareci¨® a Cristiano Ronaldo. Fue un simulacro. Abandon¨® el campo derrotado, descompuesto, sin esa expresividad que le caracteriza. Se march¨® como si no sintiera nada. Amansado. Era su segundo Mundial y result¨® peor que el anterior. En Alemania 2006 se escud¨® en su juventud, 21 a?os, y la notable actuaci¨®n colectiva de Portugal, cuarto. Esta vez ha sido diferente. Su equipo, convertido en un canto penoso al pragmatismo y la especulaci¨®n, fue una r¨¦mora para un delantero como ¨¦l, siempre necesitado de un grupo ambicioso. Acab¨® desquiciado y, con los brazos extendidos, pidiendo explicaciones a su entrenador: "Pero, ahora, ?d¨®nde quieres que juegue?".
Como si fuera premonitorio, Cristiano se qued¨® mudo antes de empezar: no cant¨® el precioso himno portugu¨¦s. Terminada la primera parte, enfil¨® el primero el t¨²nel de vestuarios, con una carrerita para adelantarse a sus compa?eros, con ganas de llegar al camerino para reflexionar. No pod¨ªa estar contento. Perdi¨® todos los desaf¨ªos con la defensa espa?ola menos uno: la falta en diagonal desde unos 30 metros a la que Casillas, m¨¢s por los vaivenes del bal¨®n que por la potencia o la colocaci¨®n, repeli¨® de mala manera, como si se tratara de una serpiente.
Cristiano empez¨® por la derecha, se march¨® luego a la izquierda y, finalmente, prob¨® por el centro del ataque, desplazando en este caso al corpulento Hugo Almeida. Capdevila pudo con ¨¦l, anticip¨¢ndose casi siempre, a pesar de no contar con la ayuda espec¨ªfica de un interior, sino m¨¢s bien con las voluntariosas colaboraciones de Villa. En el otro extremo, Sergio Ramos tambi¨¦n le reba?¨® el bal¨®n en cada duelo. Cuando cualquiera de ellos estaba ausente, porque hab¨ªa subido al ataque, Busquets hac¨ªa convenientemente la cobertura.
CR7 tiene privilegios. Por ejemplo, es el ¨²nico portugu¨¦s que, en los c¨®rner en contra, no baja a defender. Se quedaba en el medio del campo, vigilado por Busquets y Capdevila, los sacrificados por Vicente del Bosque para evitar las contras. Las que pretend¨ªa impulsar Eduardo, el portero, con los desplazamientos largos con las manos, casi siempre buscando al m¨¢s r¨¢pido.
Compiti¨® Cristiano con menos ardor que en otras ocasiones. Se le not¨® en los gestos cari?osos con los rivales: a Iniesta le pidi¨® disculpas despu¨¦s de haberle hecho una falta. Nada que ver con aquella fiereza con la que se enfrent¨® a los jugadores del Bar?a tanto en la final de la Champions de 2008 con el Manchester United como en el pasado cl¨¢sico con el Madrid en el Camp Nou. All¨ª, Iniesta le dijo que ten¨ªa mucha cara. En los ¨²ltimos cinco partidos contra los barcelonistas no ha logrado marcar.
Carlos Queiroz cambi¨® de planes al retirar a Almeida por Danny y Cristiano ocup¨® otra vez el puesto del 9. Pero la entrada de Llorente fue m¨¢s determinante que la de Danny y, tras el gol de Villa, CR7 se qued¨® solo arriba, reclamando m¨¢s ayuda al banquillo, sin saber c¨®mo salir del laberinto en el que le hab¨ªa metido Queiroz.
Cansado y aburrido, Cristiano se marc¨® una rabona convertida en un centro desde la derecha. Una especie de ¨²nico legado del campeonato. Una forma de rebelarse contra el entrenador que les cort¨® las alas creativas. Un epitafio a una selecci¨®n en la que se sinti¨® solo y deste?ido.
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