La batuta alemana
Sami Khedira ejemplifica la din¨¢mica apuesta de L?w que ha hecho olvidar la ausencia de Ballack
Esta tarde en Ciudad del Cabo se juega mucho m¨¢s que un partido de f¨²tbol. Sobre el c¨¦sped del Green Point, Argentina y Alemania presentan como credenciales cinco Copas del Mundo (dos de los argentinos y tres de los alemanes) y el recuerdo de las finales de M¨¦xico '86 e Italia '90. Sus hist¨®ricas cuentas pendientes escribieron el pen¨²ltimo cap¨ªtulo hace cuatro a?os cuando los alemanes, que ejerc¨ªan de anfitriones, eliminaron a los argentinos en la tanda de penaltis de cuartos. El duelo ser¨¢ toda una rev¨¢lida para la nueva Alemania mestiza y multicultural de Joachim L?w. Y en el centro del campo alem¨¢n estar¨¢ Sami Khedira, que ejemplifica la apuesta germana, tan joven como atrevida.
El t¨¦cnico germano, aspirante a monaguillo y amante del yoga, no se aferr¨® a la generaci¨®n de viejas glorias como hicieron las selecciones de Italia o Francia. Sufri¨® cuatro lesiones (Adler, Westermann, Traesch) un mes antes del Mundial, incluyendo la del capit¨¢n Michael Ballack. Pero lejos de caer en el victimismo tras la p¨¦rdida de su referente, L?w arm¨® un equipo joven y talentoso. Lleg¨® a Sud¨¢frica con la segunda selecci¨®n m¨¢s joven del torneo, con una media de edad de 24 a?os y 96 d¨ªas. Seis de los 23 jugadores del equipo actuaban en la selecci¨®n Sub 21. 13 disputan su primer torneo y 12 de ellos suman menos de 10 internacionalidades. Es la selecci¨®n alemana m¨¢s joven desde el Mundial de 1934. Pero el cambio no fue s¨®lo generacional.
Once de los 23 seleccionados por Joachim L?w, casi la mitad, han nacido fuera de Alemania o son hijos o nietos de extranjeros. Incluido Sami Khedira (Stuttgart, 4 de abril de 1987), de padre tunecino y madre alemana. El centrocampista del Stuttgart se ha ganado el respeto de los que dudaban de la solvencia de la zona de creaci¨®n alemana. En la sala de m¨¢quinas de L?w, Khedira y Schweinsteiger se han repartido funciones con el liderazgo de la vieja escuela y la potencia de la nueva generaci¨®n. "Hemos venido a hacer algo grande. Queremos demostrar al mundo que sabemos jugar bien al f¨²tbol", explic¨® Sami nada m¨¢s deshacer las maletas en Sud¨¢frica. Su discurso tiene la misma firmeza que su despliegue sobre el campo. "No me gusta hablar de m¨ª, pero me encuentro c¨®modo llevando la batuta del juego, y me considero una especie de engranaje entre la defensa y el ataque", asegur¨® tras sus primeros pasos en la selecci¨®n. Lo ha jugado todo en este Mundial. 360 minutos en cuatro partidos. Su contundencia f¨ªsica le permite imponerse sin recurrir a las faltas. Solo ha cometido cinco en lo que va de la Copa del Mundo. Su criterio en la distribuci¨®n no admite dudas: casi 200 pases en el torneo con m¨¢s del 80% de acierto.
La apuesta de la nueva Alemania ha despejado todas las dudas a esc¨¦pticos y nost¨¢lgicos. "La baja de Michael nos afect¨® mucho, porque es todo personalidad, pero no tiene sentido seguir d¨¢ndole vueltas y lament¨¢ndose. Creo que Basti (Schweinsteiger) y yo hacemos un buen papel", sentenci¨® Khedira.
L?w propone una f¨®rmula din¨¢mica y combinativa que quedaba lastrada por la previsibilidad de Ballack. "Nuestro estilo ahora es menos alem¨¢n, tiene un aire m¨¢s latino", cuenta L?w, sin complejos. En esa apuesta Sami Khedira se ha convertido en pieza fundamental. Cumple todos los requisitos de la nueva hoja de ruta alemana: joven, mestizo y atrevido.
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