Los supervivientes suspiran de alivio
Petacchi vuelve a ganar en el Tour siete a?os despu¨¦s en un 'sprint' marcado por la ca¨ªda de Freire y Cavendish.- Los ¨²ltimos dos kil¨®metros de la etapa han sido muy accidentados, con ca¨ªdas en las que se han visto afectados Freire y el 'maillot' amarillo
El ciclismo, como la vida de muchos, es un ejercicio de supervivencia y de regresos permanentes melanc¨®licos. Sobrevive Cardoso, un campe¨®n portugu¨¦s que se parte la boca, la crisma y la esc¨¢pula, y sangrando como cristo s¨®lo sabe suplicarle a su director "ay¨²dame a montar de nuevo para terminar". Lleg¨® y se fue al hospital en ambulancia. Sobrevive su director, Josean Matxin, complaciendo a peque?os sponsors caprichosos, una pegatina aqu¨ª, otra all¨¢, para completar el a?o. Sobrevive Petacchi, que tiene 36 a?os y llevaba tantos sin correr el Tour que se le hab¨ªa olvidado c¨®mo era, y, siete despu¨¦s, arranc¨® largo y cara al viento porque tem¨ªa no saber remontar y volvi¨® a ganar un sprint. Como siempre. Como antes. Como casi siempre que gana Petacchi ¨²ltimamente, se cay¨® Cavendish, y se llev¨® a unos cuantos por delante, entre ellos a Freire. Como siempre, los veteranos acabaron el d¨ªa magullados y clamando: "Es que estos j¨®venes van como locos". Los centenares de miles de personas que pasaron un domingo soleado en las cunetas, convirtiendo las carreteras en estrechas ratoneras, aplaudieron a rabiar y molestaron a partes iguales. Como siempre.
Sobrevivieron Basso y Millar, que se hab¨ªan tragado a un perro suelto por medio del pelot¨®n. Sobrevivi¨® con s¨®lo un golpe en la rodilla Contador, que sabe mejor que nadie que el Tour es un ejercicio de supervivencia y de peque?os detalles, que m¨¢s que de ganar se trata de no perder, y fren¨® de golpe contra un muro imponente de cuadros de carbono y brazos y cuerpos de carne y hueso, unos 20 ca¨ªdos, entre ellos Cancellara, el l¨ªder que tambi¨¦n vol¨® por los aires, que se alz¨® ante ¨¦l y muchos m¨¢s con la ca¨ªda final, en la ¨²ltima recta, debajo de las narices de los dos reyes de todos los belgas, Alberto II y Eddy Merckx, que acaba de cumplir 65 a?os. Cada d¨ªa una peque?a batalla, una peque?a victoria, un rasgu?o. Un suspiro de alivio al sentarse en el autob¨²s, como el que ech¨® Armstrong: "Ufff, qu¨¦ locura, que estr¨¦s, por lo menos he llegado de una pieza"
Un par de kil¨®metros antes, en una curva que tom¨® recta por exceso de velocidad, Cavendish se pas¨® de frenada y tir¨® a Freire y a un par de ellos m¨¢s como fichas de domin¨®. A Cavendish le han cogido gato los viejos del sprint y muchos periodistas por su insolencia, su tono macarra, su velocidad y porque escupi¨® a Haussler despu¨¦s de derribarlo hace un par de semanas en la Vuelta a Suiza. Cualquier otro habr¨ªa aprovechado para sumarse al linchamiento del chico malo de la isla de Man, pero Freire, no. Freire es Freire, un elegante 'sprinter' solitario -a tres kil¨®metros de la llegada, poco antes de la ca¨ªda, el c¨¢ntabro marchaba el 11? del pelot¨®n, entre dos gregarios de Cavendish: el compa?ero m¨¢s cercano del Rabobank pedaleaba 70 puestos m¨¢s atr¨¢s, el 81?- que no echa a nadie la culpa de sus males, que no pide cuentas. "Uno tom¨® la curva demasiado deprisa, empuj¨® a un lampre que ten¨ªa al lado y me cerraron a m¨ª", dijo Freire, que esclavo de la velocidad dio un elegante salto mortal antes de caer de pie. "Despu¨¦s se carg¨® a otro. La culpa es de que hay muchos que se meten en los ¨²ltimos kil¨®metros donde no deber¨ªan meterse, que no pintan nada en un sprint". Por m¨¢s que se le insisti¨®, se le incit¨®, se le apunt¨®, se le grit¨®, de la boca del tricampe¨®n mundial no sali¨® ni un nombre propio, ni un apodo, ni un apellido. Freire no es un superviviente, Cavendish, tampoco. "Cavendish es muy, muy r¨¢pido", hab¨ªa dicho Freire la v¨ªspera del ciclista que el a?o pasado gan¨® seis etapas, todos los sprints masivos del Tour. "Y su equipo, el Columbia, es una m¨¢quina, va a una velocidad superior". En el tren de Cavendish hacen de locomotora grand¨ªsimos ciclistas, como Tony Martin y Mick Rogers, y le lanzan sprinters de verdad, como Eisel y Renshaw. Pese a ello, pese a los fastos de 2009, 2010 est¨¢ siendo un a?o de llanto y crujir de dientes para el ingl¨¦s, que m¨¢s que noticia por sus escasas victorias -una etapa en California, otra en Romand¨ªa, otra en Catalu?a?lo ha sido por hechos tan variados como celebrar una victoria con un corte de mangas o sufrir una infecci¨®n de caballo tras una operaci¨®n de dentadura est¨¦tica.
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