H¨¦roe color de hierba
Casillas respondi¨® en la final con unas paradas sensacionales, sobre todo a un disparo de Robben y rompi¨® a llorar cuando Iniesta marc¨® el gol definitivo
Si Charlize Theron fue al Soccer City para conocerlo personalmente debi¨® tardar en encontrarlo. Estaba m¨¢s flaco, m¨¢s afeitado y m¨¢s descolorido que al llegar a Sud¨¢frica, y se hab¨ªa puesto un uniforme verde que lo mimetizaba con la hierba. Era el primer capit¨¢n espa?ol de la historia que se enfrentaba a Holanda en un Mundial. Era el primero que se situaba a 90 minutos de la Copa del Mundo, ese objeto reluciente que Cannavaro trajo al campo en una caja de Louis Vuiton de cuero marr¨®n. En su semblante se reflejaba el peso atroz de la responsabilidad.
Iker Casillas ten¨ªa motivos para mostrarse serio desde el calentamiento. Desde que Ochotorena, el preparador de porteros, y Reina, su compa?ero, le hab¨ªan puesto a prueba en el estadio fr¨ªo. En las gradas los espa?oles estaban desperdigados, casi desapercibidos. Era dif¨ªcil escuchar los gritos de ¨¢nimo entre el zumbido de las vuvuzelas y el predominio de seguidores holandeses. A Casillas no pareci¨® preocuparle exactamente esto. Desde que se baj¨® del autob¨²s en el Soccer City, se le vio haciendo el viaje introspectivo que caracteriza a tantos porteros y que ¨¦l suele llevar al extremo. Se intern¨® en su mundo de cavilaciones, de autocontrol, de intentar llevar los pensamientos hacia el lugar seguro en el que la mente es capaz de dominar los nervios y brindarle al cuerpo la agilidad y la velocidad necesarias.
El ¨¢rbitro ingl¨¦s, Howard Webb, juzg¨® igual una patada de De Jong en el pecho de Xabi que una entrada de frente de Sergio tocando el bal¨®n antes que el pie de Kuyt. Los juicios de Webb no resultaron equitativos y Holanda llev¨® el duelo a su terreno. Casillas asisti¨® a las escaramuzas como una nevera. No hizo nada por entrar en esos conflictos. Nunca se quej¨® y transmiti¨® a sus compa?eros la calma necesaria para que no se desconcentraran. Su liderazgo consisti¨® menos en vociferar que en permanecer sereno. Lo demostr¨® actuando m¨¢s que hablando, cuando Sneijder le remat¨® desde fuera del ¨¢rea. Embols¨® el bal¨®n y lo apret¨® contra el suelo durante un instante como pidi¨¦ndole complicidad. No tard¨® en volver a intervenir, cuando Heitinga le lanz¨® un tiro a la escuadra intentando sorprenderlo. Desvi¨® la trayectoria con la punta del dedo coraz¨®n del guante. Fue la pen¨²ltima parada del primer tiempo. Antes de irse al descanso, le sac¨® un remate a Robben, un zurdazo desde la frontal que se orient¨® a la cepa de su palo izquierdo dando botes. Lo mand¨® a c¨®rner con las dos manos. Mientras la pelota se alejaba, se qued¨® mir¨¢ndola con la barbilla hundida en la hierba. Sab¨ªa que le esperaba una hora y media terrible. Los hinchas holandeses, mayor¨ªa abrumadora, se hac¨ªan sentir: "?Hooolland, Hooolland, Hooolland...!".
La jugada que marc¨® la Copa del Mundo lleg¨® en el arranque del segundo tiempo. Sneijder meti¨® el bal¨®n por la cabeza de un alfiler. El pase se col¨® entre los centrales espa?oles que tiraban la l¨ªnea y Robben se qued¨® completamente solo con 30 metros por delante para pensar c¨®mo ejecutar su gol. Casillas esper¨® un instante para que se acercara y le sali¨® hasta el borde del ¨¢rea para cerrarle el ¨¢ngulo de tiro. Hecho esto, amag¨® que se tiraba a la izquierda con fuerza y finalmente se dej¨® caer. Fue una d¨¦cima de valor. Una d¨¦cima de paciencia. Robben, a un par de metros, fusil¨® a la izquierda creyendo que hab¨ªa ganado. Pero el tiro peg¨® en el pie derecho del portero, que con el empeine, apenas un roce, lo mand¨® a c¨®rner. Fue la parada del Mundial. Para ganarlo, antes hab¨ªa que derrotar a Casillas.
Aguant¨® el portero. Aguant¨® las emociones. Hizo sus paradas. Salv¨® a Espa?a en la final. Y cuando Iniesta hizo el gol se tap¨® la cara con los guantes y no pudo dejar de llorar.
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