Kevin Durant es de otro mundo
La figura de EE UU lleva a su equipo a la final con una exhibici¨®n y un r¨¦cord con 38 puntos
Kevin Durant puso en ¨®rbita al equipo nodriza que defiende el buen nombre de Estados Unidos y de la NBA y lo plant¨® en la final del Mundial, que jugar¨¢ contra Turqu¨ªa, por primera vez desde 1994 tras ganar con solvencia a Lituania, a la que no concedi¨® la m¨¢s m¨ªnima oportunidad. Durant, con 38 puntos, bati¨® el r¨¦cord anotador individual de Estados Unidos, hasta ahora en poder de Carmelo Anthony con 35 puntos en 2006.
El equipo estadounidense comparece en la final 16 a?os despu¨¦s con las credenciales de los equipos bien trabajados y aparentemente con la lecci¨®n aprendida de los sonoros fracasos de varios de sus antecesores e incluso del sofoc¨®n que se llev¨® en la primera fase del torneo ante Brasil. Sobrevol¨® la semifinal sin una pizca de sufrimiento, sin dejar resquicio a que los lituanos le buscasen las cosquillas y sin caer en su cong¨¦nita tendencia a adornarse m¨¢s de la cuenta o menospreciar a su rival.
EE UU 89 - LITUANIA 74
Estados Unidos 89 (23+19+23+24): Billups (3), Durant (38), Rose, Iguodala (9) y Odom (13) -equipo inicial-, Westbrook (12), Gay (2), Granger, Curry (3), Gordon (3), Love (6) y Chandler.
Lituania 74 (12+15+26+21): Kalnietis (10), Macilius (9), Pocius (13), Kleiza (4) y Javtokas (15) -equipo inicial-, Seibutis, Gecevivius (6), Delininkaitis (8), Jasaitis (5), Jankunas (4) y Andriuskevicius.
Arbitros: Carl Jungebrand (FIN), Benito Fornies (BRA) y Sasa Pukl (SLO). Sin eliminados.
Lituania, dejada de la mano de su l¨ªder, Linas Kleiza, muy apagado, incapaz de meterse en la pelea, pugn¨® con bravura pero no tuvo ninguna posibilidad y, por supuesto, encontr¨® a faltar la calidad de algunos de los jugadores con los que por unas u otras causas no pudo contar, Siskauskas, Jasikevicius y compa?¨ªa. Ech¨® de menos las metralletas de los Juegos Ol¨ªmpicos de Sidney 2000 cuando dio el primer susto a Estados Unidos (85-83) o las que le permitieron lograr la proeza cuatro a?os despu¨¦s en Atenas (90-94). Esta vez solo el correoso Javtokas hurg¨® cerca del aro y apenas Kalnietis y Pocius engancharon alg¨²n tiro certero desde fuera del per¨ªmetro. Su defensa en zona se la ten¨ªa muy bien estudiada esta vez el equipo estadounidense, superior en todas las facetas: rebote, transici¨®n, contraataque... En todo.
No es un dream team el que optar¨¢ hoy a recuperar el oro para Estados Unidos, pero s¨ª que cuenta con un jugador de ensue?o, uno que probablemente con el paso de los a?os podr¨¢ aspirar al menos a poner su nombre en el imaginario colectivo de los grandes de todos los tiempos. Se llama Kevin Durant, es de Washington, est¨¢ a punto de cumplir 22 a?os, juega como los ¨¢ngeles y luci¨® unas zapatillas con un mensaje elocuente, 9/11 en recuerdo a las v¨ªctimas del atentado terrorista de las Torres Gemelas y del Pent¨¢gono. Es capaz de hacerlo todo, tirar, penetrar, lograr ventaja en todas las esquinas de la cancha. Todo lo lleva a cabo con la majestuosidad de un Rolls Royce y percute en el rival con la sutileza y el veneno de una v¨ªbora.
La primera parte de Durantula fue para enmarcar: 24 puntos y seis rebotes en algo menos de 19 minutos. Al final moder¨® su velocidad de crucero. Su equipo ya no lo necesitaba.Se plant¨® en 38 puntos y nueve capturas. Eso, con la ayuda de un equipo que suple su falta de cent¨ªmetros con el m¨²sculo y la aplicaci¨®n de Iguodala y Odom y una defensa individual muy intensa, permiti¨® a Estados Unidos abrir r¨¢pido una ventaja de m¨¢s diez puntos, que elev¨® hasta los 20 y que en ning¨²n momento permiti¨® que volviera a bajar de la decena. Decepcion¨® el base titular Rose, pero cuenta su equipo con una bater¨ªa de exteriores numerosa y de garant¨ªas suficientes, con Westbrook y Gordon estuvieron muy atentos para enmendar la plana de la estrella de los Bulls.
Cuando el seleccionador Krzyzewski sent¨® a Durant, faltando unos minutos para el final, lituanos, serbios, turcos, todos los espectadores que llenaron el Sinan Erdem Arena de Estambul lo premiaron con una cerrada ovaci¨®n. Su bell¨ªsima manera de jugar no discrimina, enamora por igual a sus compa?eros, a sus rivales y a los espectadores menos involucrados o esc¨¦pticos. La final le espera, el oro le llama.
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