El campe¨®n mundial Andy Irons se convierte en un mito del surf tras morir con 32 a?os
El patrocinador del profesional afirma que la causa del fallecimiento ha sido la enfermedad del dengue
El mundo del surf tiene un nuevo mito, el hawaiano Andy Irons. Con 32 a?os de edad, tres campeonatos del mundo a sus espaldas y marcado por la etiqueta de ser el segundo mejor surfista de todos los tiempos a la sombra de Kelly Slater, Irons falleci¨® el martes en un hotel de Dallas aparentemente por dengue, una enfermedad transmitida por un mosquito y propia de los Tr¨®picos. No obstante, los medios estadounidenses informan de que en su habitaci¨®n se ha encontrado metadona oculta en un frasco de tranquilizante Zolpiden, por lo que tambi¨¦n se est¨¢ investigando si la causa ha podido ser una sobredosis.
El surfista, que aprendi¨® a correr las olas junto a su hermano Bruce en su isla natal de Kauai y en la peligrosa costa norte de la vecina Oahu, no se present¨® el pasado fin de semana a un campeonato en Puerto Rico al agravarse su estado de salud, seg¨²n su patrocinador. La muerte, cuyas causas no se confirmar¨¢n hasta que se realice la autopsia, le sobrevino cuando estaba haciendo escala en la ciudad texana de regreso desde el pa¨ªs centroamericano a su casa, donde deja a su pareja embarazada y muchos seguidores de su estilo limpio y elegante a la hora de hacer surf.
No obstante, su vida, no fue tan serena como su maestr¨ªa sobre las olas. Entr¨® en el circuito en 1998, pero tuvo la mala suerte de tener siempre enfrente a Kelly Slater, que precisamente hace unas semanas se proclam¨® campe¨®n del mundo por novena vez con 38 a?os. Bajo su reinado, Irons creci¨® como surfero profesional hasta que toc¨® los laureles entre 2002 y 2004, pero fue el de Florida quien se llev¨® los laureles y la fama de haber revolucionado la t¨¦cnica de este deporte de cara al gran p¨²blico. Por ello, para la historia, quedar¨¢ como el eterno n¨²mero dos pese a sus tres campeonatos y tras haber ganado 19 torneos de primera categor¨ªa. Si Slater representaba la imagen amable del surf, Irons era el enfant terrible de las olas. De una personalidad acentuada, juerguista y con aficiones malsanas para un deportista, su estilo de vida tambi¨¦n revela el af¨¢n por recorrer su propio camino a la hora de surcar los mares. Eso s¨ª, siempre en la medida en que sus patrocinadores le dejaban.
As¨ª, mientras la mitad de la playa vest¨ªa sus ba?adores dise?ados a partir de puestas de sol, Irons se negaba a tener un ¨²nico fabricante de tablas (shaper) para poder explorar todas las posibilidades que ofrec¨ªa la evoluci¨®n de los materiales. Por gestos como este, su nombre estar¨¢ para siempre en la primera fila del grupo de profesionales que representan el eterno conflicto entre el surf que se hace por placer y la presi¨®n de la competici¨®n. Durante su carrera, intent¨® compaginar la voluntad de elegir d¨®nde y cu¨¢ndo se met¨ªa en el agua -el ansia de libertad que es la esencia del buscador de olas-, con la necesidad de tener detr¨¢s a una marca con dinero, que es la que paga los viajes y la que tambi¨¦n manda d¨®nde y cu¨¢ndo hay que ponerse el traje de agua y ganar campeonatos.
Por "razones personales", aunque quiz¨¢s m¨¢s por los problemas con las drogas que rodearon sus ¨²ltimos a?os de profesional, abandon¨® en 2009 el circuito de la ASP, la F¨®rmula 1 de este deporte. Sin embargo, su retiro dur¨® poco. Volvi¨® a principios de este a?o y toc¨® de nuevo las mieles del triunfo en la prueba celebrada en Teahupoo, Tahit¨ª. Comprometido con su tierra, entre ¨¦l y su familia organizaban cada a?o un torneo para descubrir y apadrinar a j¨®venes promesas, por lo que el gobernador de Hawai, donde el surf es el deporte rey, decidi¨® llamar al 13 de febrero como el D¨ªa de Andy Irons. Actualmente, estaba esperando la que a buen seguro ser¨ªa una de sus mejores olas: su primer hijo, del que su mujer, Lyndie Dupuis, estaba embarazada de ocho meses.
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