De f¨²tbol habla el Bar?a
Soberbia lecci¨®n de juego del equipo azulgrana, que desmonta a un Madrid impotente
Los goles caen en el Camp Nou como las hojas en oto?o, de manera natural, con la cadencia justa, de forma bella y serena, signo de bonanza y salud futbol¨ªstica. No hay mejor equipo por ahora que el Bar?a y cuando se le discute tal condici¨®n, en el momento en que m¨¢s se cuestiona su jerarqu¨ªa, el rival corre el serio riesgo de ser ridiculizado, como por ejemplo le pas¨® al famoso Madrid, que carg¨® con un saco de goles. La propaganda anunciaba que por fin hab¨ªa dado el equipo blanco con el ant¨ªdoto azulgrana, que Mourinho no es Juande ni Pellegrini ni Schuster, que Cristiano Ronaldo le sacaba dos palmos a Messi, que ?zil es la monda y no hay delantero mejor que Di Mar¨ªa, que si patat¨ªn que si patat¨¢n. El d¨ªa que Real Madrid ten¨ªa que ganar el Camp Nou sali¨® marcado con una soberana tunda futbol¨ªstica.
Barcelona 5 - Madrid 0
FC Barcelona: Vald¨¦s; Alves, Puyol, Piqu¨¦, Abidal; Busquets, Xavi (Keita, m.86), Iniesta; Pedro (Jeffren, m.86), Messi y Villa (Bojan, m.76).
Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos, Pepe, Carvalho, Marcelo (Arbeloa, m.60); Xabi Alonso, Khedira; Di Maria, ?zil (Lass Diarra, m.46), Cristiano Ronaldo y Benzema.
Goles: 1-0, m. 10: Xavi. 2-0, m.18: Pedro. 3-0, m.55: Villa, 4-0, m.57: Villa. 5-0, m. 90+1: Jeffren.
?rbitro: Iturralde Gonz¨¢lez (col. vasco). Mostr¨® cartulina amarilla a V¨ªctor Vald¨¦s (m.32), Cristiano Ronaldo (m.32), Villa (m.34), Pepe (m.36), Messi (m.45), Xabi Alonso (m.51), Marcelo (m.56), Casillas (m.56), Carvalho (m.71), Sergio Ramos (m.73), Khedira (m.75) y a Puyol (m.80). Expuls¨® a Sergio Ramos (m.92) por
agredir a Puyol
Incidencias: 98.255 espectadores asistieron al encuentro correspondiente a la decimotercera jornada de Primera Divisi¨®n, disputado en el Camp Nou. En el palco se encontraban, entre otras autoridades, el presidente en funciones de la Generalitat, Jos¨¦ Montilla; el vicepresidente en funciones de la Generalitat, Josep Llu¨ªs Carod Rovira; y el presidente del Parlament, Ernest Benach.
Fueron cinco goles y pudieron ser seis, siete, cuatro, tanto da, porque el mon¨®logo del Barcelona fue imparable para el Madrid. Nunca le hab¨ªan metido un 5-0 a un equipo de Mourinho, del que no hubo noticias en el que fue su estadio en los tiempos de aprendizaje, superado por Guardiola. Desde el liderato de la Liga, invicto hasta anoche, el t¨¦cnico portugu¨¦s hab¨ªa cuestionado la trayectoria barcelonista y hasta se hab¨ªa permitido se?alar a los ¨¢rbitros y a los entrenadores rivales como c¨®mplices de la jerarqu¨ªa azulgrana. Pag¨® muy cara su bravata porque enfureci¨® al Barcelona, tan suave con su juego y sus goles como col¨¦rico en su determinaci¨®n por la victoria, m¨¢s enfebrecido que nunca, tan rom¨¢ntico que no se dio por satisfecho hasta que cay¨® el quinto, el d¨ªgito que mejor simboliza su hegemon¨ªa futbol¨ªstica.
El Madrid se perdi¨® desde la lesi¨®n de Higua¨ªn, mal sustituido por Benzema, un delantero que le da grandeza a la alineaci¨®n a cambio de empeque?ecer al equipo, muy desmejorado, excesivamente contemplativo, nada protagonista, siempre espectador. El absentismo y la melancol¨ªa del ariete franc¨¦s fueron contagiosos para el plantel de Mourinho, desbordado por la exuberancia del Bar?a, muy enchufado en el partido. Achicaban fuerte los zagueros, mezclaban bien los medios y se desmarcaban r¨¢pidamente los delanteros, todos muy concentrados y sintonizados en la misma frecuencia, como si hubieran convenido que el partido se decid¨ªa en cada jugada. As¨ª que se impon¨ªa una defensa sin concesiones, siempre tensa, y una delantera muy concreta, nada ret¨®rica.
La intensidad azulgrana dej¨® en fuera del juego a los madridistas. Pasado el cuarto de hora, el Bar?a ya contaba dos goles, los dos inapelables, expresi¨®n inequ¨ªvoca del dominio ejercido por los actores aparentemente secundarios del encuentro, jugadores que a menudo solo cuentan como acompa?antes de figuras del calibre de Messi, peleado con la madera nada m¨¢s empezar la contienda. A la cabeza del pelot¨®n barcelonista est¨¢ siempre Xavi, excelente en la conducci¨®n, bar¨®metro inequ¨ªvoco del juego, referente del equipo de Guardiola. El protagonismo de Xavi fue tan categ¨®rico que se permiti¨® la licencia de inaugurar el marcador con un toque sutil, delicioso, la mejor de las respuestas al centro desde la banda izquierda de Iniesta y a la apurada defensa de Marcelo, vendido por los centrales.
Al rato repic¨® Pedro despu¨¦s de un centro malicioso de Villa, de manera que el cl¨¢sico presumiblemente m¨¢s igualado de los ¨²ltimos a?os se hab¨ªa desequilibrado en un abrir y cerrar de ojos. Acababa el Bar?a las jugadas mientras el Madrid buscaba munici¨®n en las acciones epis¨®dicas, siempre fuera de las ¨¢reas, su zona preferida. La continuidad en el juego de los azulgrana solo fue interrumpida por Ronaldo, cuando empuj¨® a Guardiola, y por Carvalho, que le dej¨® el codo en la barbilla de Messi, impaciente por meterse en el partido. Obcecados los madridistas con La Pulga, los barcelonistas marcaron las diferencias con el f¨²tbol de sus medios y el oportunismo de los delanteros, m¨¢s afilados y agresivos que los del rival, sorprendentemente d¨®ciles, superados por el ¨ªmpetu del contrario y la carga ambiental.
Acostumbrado a atacar en l¨ªnea recta, el Madrid fue sorprendido por el juego circular y de triangulaci¨®n del Bar?a. A Mourinho no le qued¨® m¨¢s remedio que recuperar su versi¨®n m¨¢s conservadora, como si hubiera recuperado el traje del Inter despu¨¦s de tirar la zamarra del Madrid. Quit¨® a ?zil, la bandera del futuro m¨¢s atrevido y excelso del club, para poner a Lass, el s¨ªmbolo del pasado, el hilo conductor de tantos entrenadores fracasado en Chamart¨ªn. Al Barcelona hab¨ªa que jugarle desde la trinchera y no a campo abierto, como un equipo peque?o y no con grandeza, desde el estraperlo y no del intercambio de propuestas futbol¨ªsticas. Ni dando un paso atr¨¢s atemper¨® el Madrid la fiebre del Barcelona, soberano, supremo y campe¨®n, m¨¢s efectivo que nunca, siempre dispuesto a poner punto y final a cada ocasi¨®n.
Desapareci¨® la figura de Cristiano Ronaldo mientras Mourinho se retiraba al banquillo, encogido, incapaz de corregir un partido tan decantado a favor del juego colectivo barcelonista que permiti¨® la defensa de las causas personales, como por ejemplo la de Villa, asistido doblemente por Messi, dos veces goleador el asturiano frente a Casillas. Acostumbrado a resolver los partidos de entretiempo, Messi fue m¨¢s generoso que nunca la noche del cl¨¢sico, como se pide a los fuera de serie. El bistur¨ª de La Pulga se impuso al ca?¨®n enmudecido de Ronaldo. La velocidad del juego azulgrana cuestion¨® la calidad f¨ªsica del Madrid y su mejor organizaci¨®n con Mourinho. A los muchachos de Mou les queda todav¨ªa muchas sopas por tomar para alcanzar la madurez de los chicos de Guardiola.
La sala de prensa es propiedad de Mourinho y de Cristiano. El terreno de juego, en cambio, pertenece a Guardiola, Xavi y Messi, que pusieron cinco goles de diferencia en el que se anunciaba como el cl¨¢sico m¨¢s igualado de todos los tiempos. Alguien ment¨ªa y no era el Bar?a, m¨¢s futbolero que nunca, siempre fiable, especialmente querido. No hay mejor respuesta a la mayor de las chuler¨ªas que un humillante 5-0. No hubo ni rastro del Grupo Salvaje de Mourinho sino que en el Camp Nou contin¨²an cayendo los goles como las hojas en oto?o. El Bar?a le cierra la boca al Madrid.
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