Hasta un m¨²sico para el motor
Ferrari cuida cada detalle en Maranello, la sede en la que todo huele a carreras
Cualquier amante del automovilismo identifica un Ferrari con solo o¨ªr su motor. No se trata de una exageraci¨®n ni tampoco de una forma de hablar, sino que es un hecho l¨®gico, fruto de la minuciosidad con que los responsables de la marca miman cualquier detalle que afecte a sus coches. Trat¨¢ndose del coraz¨®n, o sea, del motor, el esmero a¨²n es m¨¢s exagerado. "Cada uno de nuestros modelos suena distinto. Antes de llevarlo a la serie, un m¨²sico se re¨²ne con los t¨¦cnicos y juntos deciden c¨®mo debe rugir el modelo en cuesti¨®n", relata Stefano Lai, el director de Comunicaci¨®n de Ferrari, que ejerce de cicerone en una visita a la sede de los b¨®lidos de Il Cavallino Rampante.
Como no pod¨ªa ser de otra forma, todo en Maranello huele a carreras y eso tambi¨¦n lo perciben los operarios de la f¨¢brica, que producen una media de 30 veh¨ªculos al d¨ªa. La avenida que atraviesa longitudinalmente el complejo es la v¨ªa Enzo, el fundador. Las dem¨¢s calles que la cruzan llevan nombres de pilotos que han ganado al menos un t¨ªtulo al volante de un Ferrari -Schumacher, Raikkonen, Lauda...-. "La de Alonso la ten¨ªamos preparada, advierte Lai.
En 1991, cuando Gianni Agnelli nombr¨® a Luca Cordero di Montezemolo, el presidente de la compa?¨ªa su principal obsesi¨®n fue que los trabajadores tuvieran plena consciencia de d¨®nde trabajaban y lo que significaba formar parte de este sello. Montezemolo, cree que la experiencia vital que genera ponerse al volante de un Ferrari es ¨²nica y pretende hacer extensiva esa sensaci¨®n tambi¨¦n a los operarios.
"Montezemolo cree que tiene a los mejores hombres y que estos deben trabajar en las mejores condiciones", explica el responsable de comunicaci¨®n. Eso va desde el punto de vista arquitect¨®nico -los tres edificios principales llevan la firma de Marco Visconti, Massimiliano Fuksas y Jean Nouvel- hasta el social, ya que la firma ofrece a su personal prestaciones como seguro m¨¦dico para sus familias y colegio gratuito para sus hijos.
La planta de motores se asemeja m¨¢s a un inmenso quir¨®fano esterilizado que a un taller. En el medio hay un enorme parterre con un jard¨ªn: "Trabajamos a la micron¨¦sima y necesitamos unas condiciones de temperatura y humedad concretas. Las plantas son m¨¢s sensibles que las personas y gracias a ellas sabemos cu¨¢ndo hay alg¨²n componente que no se encuentra en las proporciones adecuadas", puntualiza Lai.
Al final de esta inmensa nave hay un peque?o museo que consta de 18 coches -"es importante que los chicos sepan d¨®nde trabajan y cu¨¢l es nuestra esencia", ahonda Lai-. Est¨¢ el Ferrari 308 GTB, que se hizo famoso con la serie Magnum, al lado de un 360 Barchetta descapotable de color gris. "Es un ejemplar ¨²nico que Agnelli mand¨® construir para Montezemolo como regalo de boda", relata Francesca, una de las empleadas que acompa?a en la visita. El ¨²nico monoplaza que hay en el grupo nunca sali¨® de Maranello.
Se dise?¨® en 1984 y es algo as¨ª como el ¨®rdago que Henzo Ferrari plante¨® a Jean-Marie Valestre, presidente de la F¨¦d¨¦ration Internationale du Sport Automobile (FISA), al que amenaz¨® con dejar la F-1 para correr en Indian¨¢polis. "Enzo reuni¨® a toda la prensa en Fiorano e hizo que el coche diera dos vueltas al circuito", recuerda Lai; "con eso fue suficiente". Para suerte de Ferrari y de la F-1, que parecen condenadas a entenderse.
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