El Villarreal gana casi sin querer

Hay partidos que desde el nacimiento se sabe c¨®mo van a crecer. Ni un ¨¢pice de variables en el comportamiento ni un cambio de planteamiento (bueno, quiz¨¢s alguno). Cada cual, a lo suyo por la vida y a ver qu¨¦ pasa. Son partidos rutinarios, como el de ayer en San Mam¨¦s, entre un Villarreal apocado, pero fiel a s¨ª mismo, y un Athletic extraviado, pero fiel a s¨ª mismo. Premio a la fidelidad, pero ni uno ni otro ganar¨¢n un oscar al mejor guion ni a la mejor interpretaci¨®n. Si acaso, tiene un pase la rectificaci¨®n de Garrido al centrar en la segunda mitad a Borja Valero para que inventase algo que no fueran las cabriolas de Rossi, desabastecido, exhausto, casi aburrido. Caparr¨®s no lleg¨® a eso. Tir¨® del cat¨®n y meti¨® delanteros cuando se vi¨® en inferioridad tras el gol de Ruben; por cierto, despu¨¦s de una buena acci¨®n de Borja Valero por el centro. Caparr¨®s ten¨ªa a Muniain por la banda izquierda, como un sem¨¢foro intermitente, y a De Marcos como un sem¨¢foro averiado por el agobio de los centrales del Villarreal. Garrido cambi¨® de sitio a Valero y Caparr¨®s dej¨® en el sitio a Muniain. Y gan¨® el Villarreal.

El Athletic lleva tanto tiempo vistiendo igual que se siente elegante, sobre todo cuando Llorente puede con los centrales (a los dos minutos, pudo golear marcando el territorio a¨¦reo) y cuando David L¨®pez se dedica a ejecutar los libres indirectos. El problema es que el f¨²tbol es m¨¢s que el libre indirecto o las jugadas de estrategia o el remate poderoso.

El Villarreal abon¨® el centro del campo con jugadores poderosos como Marchena y Bruno, mas preocupados de los enemigos que de los amigos. No era el equipo de toque que acostumbra, sino una tropa m¨¢s aguerrida que invirti¨® tres cuartos de partido en contener la ofensiva de un rival m¨¢s el¨¦ctrico que tecnol¨®gico.

El Athletic cree m¨¢s en su competitividad que en su creatividad. Lo primero es asunto de todos. Lo segundo es m¨¢s limitado, a tipos como Muniain o Llorente. Demasiado desequilibrio ante un rival avezado, aunque gris, que, sin embargo, supo aprovechar literalmente su oportunidad mientras que el Athletic malgastaba su sudor con una toalla vieja.

No fue el partido que se esperaba, aunque a veces se le asemejara en la estrategia. Eran equipos fieles a s¨ª mismos antes, durante y despu¨¦s. El Villarreal queriendo controlar el bal¨®n, sin conseguirlo, y el Athletic queriendo imponer el coraz¨®n, sin conseguirlo m¨¢s que ocasionalmente.

El balance de oportunidades, ciertamente, fue desigual. Fabric¨® m¨¢s el Atheltic, por insistencia, pero las dilapid¨® con demasiada alegr¨ªa, y las gestion¨® mejor el Villarreal, al que le bastaron un par para llevarse el gato al agua.

?Y si Caparr¨®s hubiera optado por dar m¨¢s campo a Muniain para zascandilar entre las l¨ªneas del Villarreal? Nunca se sabr¨¢. Lo que se sabe es lo que ocurri¨® cuando Borja Valero se sinti¨® libre para mirar a ambos lados del campo y superar la tort¨ªcolis de una sola mirada.

Aun as¨ª, pudo el Athletic, por el frenes¨ª de Javi Mart¨ªnez, por el poder¨ªo de Llorente, por la insistencia de Iraola y por la habilidad de Muniain, igualar el sorprendente gol de Ruben aprovechando ese af¨¢n que tienen algunos defensas por mirar al delantero en vez de al bal¨®n.

?l Villarreal, tras eliminar al Bayer Leverkusen, cogi¨® en Bilbao el grado de autoestima que necesitaba para aguantar su puesto en la Champions. Sobre todo, tras una victoria en siete partidos. El Athletic ya se olvida de la quimera. Su crisis futbol¨ªstica amenaza, no obstante, la Liga Europa. Le quedan nueve partidos. ?Muchos?

Athletic 0 - Villarreal 1