Bajo el influjo rosa
Excepcional trabajo de Contador para que ganara Tiralongo, su gregario el a?o pasado en el Astana
De las canteras del monte Rosa, su granito oxidado, a cuyos pies, a la sombra de su pared Este, inmensa, oculta tras las nubes, bajo el diluvio, termin¨® ayer la etapa, extrajeron las piedras para las columnas rosas del Duomo de Mil¨¢n, junto a cuyos muros rosas, quiz¨¢ iluminados por el sol de primavera al caer ?el oro casa bien con el rosa, quiz¨¢?, ma?ana terminar¨¢ el Giro, la carrera rosa. Contador, el l¨ªder vestido de rosa, el ciclista tan superior que hace lo que quiere (eso dijo Nibali, que quiere terminar segundo), corre con una batuta y un lapicero que le permite te?ir de rosa todo aquello que, si no, podr¨ªa ser desagradable. As¨ª, al tiempo que conquista el Giro con una superioridad no vista desde hace a?os, ha conquistado a la ¨¢spera prensa, que tan mal le quer¨ªa por su clembuterol; al acerbo tifoso, que le pitaba porque pon¨ªa en su sitio a sus ciclistas favoritos; a los equipos rivales, a los que permite vivir, respirar, ganar etapas, y hasta al can¨ªbal Merckx, el que no dejaba nada a nadie, que sonr¨ªe, bobalic¨®n, qui¨¦n lo dir¨ªa, viendo al chico de Pinto actuar, aunque reconoce, la memoria no la ha perdido al menos: "Yo no lo habr¨ªa hecho".
Ah, la vida rosa. "Me gu¨ªo por el coraz¨®n", dice Contador, quien para Italia ya no es el matador, sino un se?or, el campe¨®n m¨¢s amado, y sonr¨ªe.
A los gregarios, los campeones los machacaban si pod¨ªan. Los quer¨ªan para que les empujaran en las subidas, para que les contaran chistes en la cena, para que les lavaran la ropa y les llevaran la maleta. Y los ciclistas, los proletarios del pedal cuya carrera se resum¨ªa en eso (un trabajo como otro cualquiera, aunque m¨¢s viajado), sufr¨ªan un p¨¢nico cerval, puro miedo, ante sus jefes, a los que llamaban capitanes. Cuentan que Carrea, el devoto gregario de Coppi, se meti¨® una vez en una fuga en el Tour y acab¨®, sin querer, con el maillot amarillo. Llorando, se tir¨® varias horas intentando convencer al campionissimo de que ¨¦l no quer¨ªa, que lo devolver¨ªa si hac¨ªa falta. Al d¨ªa siguiente, Coppi lo tom¨® para ¨¦l, y para siempre, en el Alpe d'Huez. Y el mismo Merckx, en otro Tour, tan enfadado estaba con el pobre Vandenbossche, un gregario del que hab¨ªa o¨ªdo que iba a irse a otro equipo y que se hab¨ªa metido en una fuga buscando un pellizco de gloria, que sali¨® en su persecuci¨®n mediado el Tourmalet, vistiendo el maillot amarillo, y no par¨® hasta m¨¢s de 100 kil¨®metros m¨¢s tarde, hasta la meta, despu¨¦s de haber humillado no solo al insolente gregario, sino a todo el pelot¨®n con una fuga innecesaria.
Ahora, a los gregarios se les respeta, se les ayuda, incluso se les considera humanos. Merecedores tambi¨¦n de alguna alegr¨ªa, de alg¨²n detalle aparte de las gracias al final del d¨ªa. Contador, a Tiralongo, gregario de toda la vida, le hizo feliz. Viendo que la victoria de Tiralongo corr¨ªa peligro, Contador dej¨® plantado a todo el pelot¨®n, dej¨® secos a los mejores atacantes, a Gadret, a Rodr¨ªguez, quien cree que tiene algo personal contra ¨¦l porque le gan¨® en Mende en el Tour pasado, y utiliz¨® una de sus danzas m¨¢s alucinantes para acudir en socorro del italiano, que hab¨ªa atacado kil¨®metros antes. Le alcanz¨® a 700 metros de la meta, le hizo ponerse a su rueda, le lanz¨® el sprint y celebr¨® su victoria. "Paolo fue imprescindible para m¨ª en el pasado Tour [con el Astana]. Se merec¨ªa esto y mucho m¨¢s", dijo Contador.
Tiralongo, de 33 a?os, siciliano de Avola, en Siracusa, donde la uva negra; ciclista de otra ¨¦poca, como Spezialetti; aspecto de labrador, la dignidad de su porte, arrugado al sol, prematuramente envejecido, gregario durante 12 a?os, levant¨® ayer los brazos victorioso por primera vez en su carrera profesional. "Yo ya no ten¨ªa fuerzas. Pedaleaba con la rabia y la voluntad", dijo Tiralongo; "Contador me dijo cu¨¢ndo ten¨ªa que atacar. Es ¨²nico. Es un corredor important¨ªsimo para el ciclismo". Tiralongo ya no est¨¢ este a?o en el equipo de Contador, quien dijo: "No ha sido un regalo. Ha atacado tres veces. Ha sido todo por m¨¦rito suyo, por su esfuerzo".
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