Un partido de locos
Paraguay juega poco y mal pero se adelanta por dos goles, y Venezuela empata con otras dos dianas en la descuento.- Ambos equipos pasan a los cuartos de final donde se medir¨¢n a Brasil y Chile, respectivamente
Tan inexplicable como el f¨²tbol, sujeto en ocasiones a los caprichos y vericuetos del bal¨®n, el partido en el estadio Padre Ernesto Martearena depar¨® un duelo sin l¨®gica con un final de pura locura, de puro espect¨¢culo. Paraguay pretendi¨® imponerse con un f¨²tbol menor, basado en las jugadas a bal¨®n parado y poco m¨¢s. Y si no lo hizo -como firman los grandes en sus peores d¨ªas-, fue de aut¨¦ntica chiripa; Venezuela, nunca conforme con el salvoconducto para cuartos que ten¨ªa bajo el brazo, enchuf¨® dos goles en el descuento y sell¨® las tablas definitivas, un varapalo que sonroj¨® a los guaran¨ªs -ya chicos por sus concesiones-, incomprensiblemente fallones en su ¨¢rea. La igualada, en cualquier caso, contenta a ambos equipos por igual, de pie en el torneo y ya en los cuartos de final, sin lesionados ni sancionados. Los paraguayos se ver¨¢n las caras con Brasil. A la vinotinto le espera Chile.
PARAGUAY, 3 - VENEZUELA, 3
Paraguay: Villar; Ver¨®n, Alcaraz, Da Silva; Vera (Santana, m. 70), Riveros, Ortigoza, Torres, Estigarribia (C¨¢ceres, m. 86); Lucas Barrios y Santa Cruz (Valdez, m. 41).
Venezuela: Vega; Rosales, Perozo, Vizcarrondo, C¨ªchero; Di Giorgi, Rinc¨®n, Orozco (Fedor, m. 66), A. Gonz¨¢lez (Arango, m. 55); Arismendi (Maldonado, m.77) y Rond¨®n.
Goles: 0-1. M. 5. Rond¨®n engatilla desde fuera del ¨¢rea. 1-1. M. 33. Alcaraz, tras un rechazo en el ¨¢rea peque?a. 2-1. M. 63. Barrios empuja el bal¨®n tras un disparo de Valdez. 3-1. Riveros, a la salida de un c¨®rner. 3-2. M. 90. Miku, desde dentro del ¨¢rea chica. 3-3. M. 93. Perozo, en plancha.
?rbitro: Enrique Osses (Chile). Mostr¨® la cartulina amarilla a Perozo, Valdez, Santana y Maldonado.
Estadio Padre Martearena. 20.000 espectadores.
Los guaran¨ªs tienen pie para el juego, con clase y toque, pero Martino se empe?a en restarles facultades, siempre con las l¨ªneas demasiado retrasadas, casi de la mano del portero. La t¨¢ctica, por conservadora, le ha resultado bien en muchas ocasiones -incluso a punto estuvo de eliminar a Espa?a en el anterior Mundial en los cuartos de final-, porque de no encajar un tanto, la calidad de los delanteros siempre pueden resolver los entuertos. Y Santa Cruz (o Valdez) junto a Barrios forman una dupla superior, que mezcla de maravilla y que con medio bal¨®n puede montar un desaguisado entero. Pero ante Venezuela, por m¨¢s que la inspiraci¨®n de Barrios no se apagara, solo funcionaron las jugadas a bal¨®n parado. Suficiente para asustar de lo lindo a la vinotinto, solo aliviada sobre la bocina, cuando el colegiado sopl¨® por tercera y ¨²ltima el silbato.
Alejada de los complejos de las d¨¦cadas anteriores, cuando Venezuela contaba muchos de sus partidos como escarnios, siempre con goleadas en contra, este equipo es de lo m¨¢s result¨®n y fiable. Quiz¨¢ no practica un f¨²tbol atildado, pero s¨ª que tiene unos automatismos que laceran y desgatan al rival, como ensanchar el campo, no complicarse en la distribuci¨®n y, sobre todo, ejecutar la presi¨®n adelantada. Todos a una, sin ning¨²n remol¨®n sobre el campo. As¨ª lleg¨® el primer gol, cuando incomodaron el primer pase al rival, cuando Vera no encontr¨® con qui¨¦n asociarse y regal¨® el cuero a Rinc¨®n. De ah¨ª a Rond¨®n, el robusto delantero que se gan¨® el hueco, se perfil¨® y arm¨® la pierna en un santiam¨¦n para soltar un latigazo tremendo, bien ajustado al palo, a la red. A Paraguay le tocaba remar. Algo, eso s¨ª, que Martino y, por extensi¨®n, sus jugadores entienden como innegociable.
Pero lo suyo le cost¨® a la selecci¨®n guaran¨ª, un tanto descuajeringada porque Martino decidi¨® variar la alineaci¨®n, porque aplic¨® un 3-5-2 cuando siempre utiliz¨® un 4-4-2. La idea pasaba por tener a tres centrales para ayudar a la salida de la pelota, para difuminar un tanto la presi¨®n rival. La apuesta, sin embargo, no le sali¨® porque los interiores no ayudaban en la construcci¨®n y porque, enigm¨¢ticamente, el equipo estaba partido, con los delanteros demasiado alejados del resto. Algo a lo que se rebel¨® Barrios, un trampol¨ªn estupendo, c¨®modo con la posici¨®n de falso 9 porque Santa Cruz entra en la brega y, tambi¨¦n con sus arrastres, le aclara el campo y le procura unas d¨¦cimas de segundo de reflexi¨®n para filtrar el pase, casi siempre definitivo porque as¨ª lo tiene en la mente y en las botas. Pero no era la noche de Santa Cruz, que envi¨® un disparo demasiado cruzado cuando le restaba batir al portero, que luego se lesion¨® y dio paso a Valdez. Tampoco era el duelo de Estigarribia, resolutivo en la banda porque se alimenta del jaleo de la grada, pero desatinado en el remate, m¨¢s suelto en el lateral del ¨¢rea que dentro de ella. Pero siempre quedaban las jugadas a bal¨®n parado.
Paraguay, aunque r¨¢cana en la propuesta ofensiva, tiene recursos y confianza, hasta el punto de que con poco f¨²tbol hace mucho da?o. As¨ª, en una falta lateral, Barrios respondi¨® con un disparo que rebot¨® en el poste pero que, en la prolongaci¨®n y tras una injustificable pifia de Vizcarrondo -se bati¨® al suelo sin oposici¨®n y no acert¨® a despejar con nitidez- Alcaraz conect¨® un disparo que repos¨® en las mallas. En un saque de esquina, ya en el segundo acto, Valdez remat¨® en el primer palo y Barrios, omnipresente, puso el escudo de Paraguay para enviar el cuero a gol. Y en un nuevo c¨®rner, Riveros remat¨® de cabeza para sentenciar el duelo. O casi, porque Venezuela, aunque rebajada desde la alineaci¨®n porque as¨ª lo quiso Far¨ªas, no se rindi¨®.
En un final de taquicardia, primero fue Miku, que recibi¨® en el borde del ¨¢rea, se gir¨® relampagueante y solt¨® un zapatazo cruzado fuera del alcance de Justo Villar. Y despu¨¦s, crueldad del destino, fue en un saque de esquina, en una jugada a bal¨®n parado, como Venezuela puso el empate final, ya en el minuto 93. Y lo hizo, de paso, a lo grande, con el portero Vega prolongando de cabeza en el v¨¦rtice del ¨¢rea chica y con Perozo, en plancha, resquebrajando la ¨²ltima muralla. Seis goles, un punto y doble clasificaci¨®n en un partido de locos.
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