El capit¨¢n que nunca falta a clase
Navarro, imperial, es de nuevo el gran l¨ªder, es nombrado el mejor del torneo y consigue su s¨¦ptima medalla con la selecci¨®n
Dentro de un grupo tremendamente competitivo, acostumbrado a juntarse cada verano para hacer historia en el baloncesto, la figura de Juan Carlos Navarro es mucho m¨¢s que la del capit¨¢n del barco. Navarro simboliza como nadie el compromiso con la selecci¨®n por encima de cualquier circunstancia. Desde que debut¨® en los Juegos Ol¨ªmpicos de Sidney, en 2000, no ha habido verano en el que Navarro no se haya vestido la camiseta de Espa?a. Ning¨²n jugador, salvo Felipe Reyes y Pau Gasol, tiene un historial como el de La Bomba, que ha sido 189 veces internacional, solo por detr¨¢s de Epi (239), Buscat¨® (222) y Brabender (190).
Navarro nunca ha faltado a clase, pese a que en algunos momentos no estaba en su mejor forma. Y siempre ha sido el estandarte de este equipo. Su palmar¨¦s en 11 a?os consecutivos con Espa?a no tiene comparaci¨®n. Son siete medallas en una secuencia ¨¦pica: bronce en el Europeo de 2001, plata en el Europeo de 2003, oro en el Mundial de 2006, plata en el Europeo de 2007, plata en los Juegos de 2008, oro en el Europeo de 2009, oro en el Europeo de 2011.
Da igual que los rivales le conozcan, que est¨¦n avisados o que le carguen con una defensa personal. Navarro es un torbellino. Lo fue en los cuartos contra Eslovenia, en las semifinales frente a Macedonia y ayer en la final delante de Francia, con 27 puntos y 12 tiros libres sin fallo, por encima de los 26 de Tony Parker. Espa?a est¨¢ tranquila mientras tenga en la pista a Navarro y a Pau Gasol, esos dos chicos que hace 10 a?os se juntaron por primera vez con la camiseta de la selecci¨®n, en el Europeo de Turqu¨ªa, y comenzaron a reescribir la historia del baloncesto espa?ol. Bajo su liderazgo, y el de otros jugadores que a¨²nan talento y sacrificio, la selecci¨®n vive su edad de oro, convertida adem¨¢s en un ejemplo para las categor¨ªas inferiores (este verano la selecci¨®n ha sumado nueve medallas entre todas las categor¨ªas, la mejor cosecha que ha tenido nunca).
El esp¨ªritu de Navarro y de Pau, que ellos heredaron de otras generaciones, ha calado hasta los reci¨¦n llegados. Como Serge Ibaka. ?l sinti¨® enseguida que aquello era lo m¨¢s parecido que pod¨ªa encontrarse a una familia en un vestuario de baloncesto. Aunque le hicieron pagar la cena de los novatos, c¨®mo no, el p¨ªvot congole?o, nacionalizado por carta de naturaleza pocas semanas antes del Europeo, supo que la deuda era algo mayor que unos buenos euros. Ibaka sumaba hasta ayer ocho tapones en el torneo, su tarjeta de presentaci¨®n -el mejor en esta faceta en la pasada temporada de la NBA-. En solo 12 minutos de la primera parte contra Francia, impuls¨® su el¨¢stica musculatura para mandar la bola hacia abajo en cinco lanzamientos de Parker y compa?¨ªa. El vuelo de Ibaka fue espectacular. De repente, sin que lo rivales supieran de d¨®nde, surg¨ªa un rel¨¢mpago para cerrar el grifo. Ibaka cumpl¨ªa ayer 22 a?os. Navarro le regal¨® la medalla de oro.
La aportaci¨®n de Ibaka simboliz¨® una actuaci¨®n coral de la selecci¨®n. Tambi¨¦n la necesidad que tuvo Espa?a de su segunda l¨ªnea, peligrosamente cargados de faltas los jugadores titulares. Los cinco tapones de Ibaka se colaron en medio de la lucha entre las grandes figuras. Parker acab¨® demasiado solo, y Noah apareci¨® y desapareci¨®, incapaz ante el juego interior de los hermanos Gasol. Y por encima de todos Navarro, m¨¢gico, el s¨ªmbolo de esta Espa?a hist¨®rica, la mejor generaci¨®n del baloncesto, un grupo desacomplejado, ganador como ninguno, en el pante¨®n de los elegidos.
La pi?a con la que Espa?a comenz¨® el partido se repiti¨® al final, abrazados todos los jugadores. Una pancarta hab¨ªa presidido el principio del encuentro, peque?a pero visible para los internacionales: "Javier Claver y Alfonso Reyes est¨¢n con nosotros". Los aficionados espa?oles en Kaunas recordaban as¨ª a los padres de los dos jugadores, fallecidos recientemente. Y sobre la pista, los jugadores dedicaron al triunfo a Reyes, a Felip¨®n, al que abrazaron todos antes de recibir la medalla de oro. Un nuevo broche para un conjunto inolvidable.
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