Los indignados del f¨²tbol y la Primavera ?rabe
"Play the Game ha dado asilo a todos aquellos que quieren contar las historias menos escuchadas del deporte global, las historias que las instituciones y los corruptos querr¨ªan que nunca se contaran"
En sus palabras de bienvenida, Jens Sejer Andersen, el organizador de la conferencia, habl¨® del hecho de que hoy es fiesta en Alemania, que celebra la ca¨ªda del Muro hace 12 a?os ya. Dijo tambi¨¦n que Play the Game ha dado asilo a todos aquellos que quieren contar las historias menos escuchadas del deporte global, las historias que las instituciones y los corruptos querr¨ªan que nunca se contaran, las que les gustar¨ªa borrar. La imagen que quiso crear Sejer Andersen fue la de que la Conferencia era un lugar para que se reunieran los 'indignados' del mundo del deporte para escucharse unos a otros, para reflexionar y, eso ser¨ªa magn¨ªfico, para movilizar a la sociedad.
Sejer Andersen nos record¨® a todos que la lecci¨®n de la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn es que cuando los valores de un sistema se resquebrajan, cuando el pueblo pierde la fe en aquellos que gobiernan, el sistema puede desaparecer en un abrir y cerrar de ojos. As¨ª quer¨ªa referirse no solo a la Primavera ?rabe y a los indignados de la crisis global, sino tambi¨¦n a los indignados del deporte, a todos aquellos que han perdido la fe por el nepotismo y la corrupci¨®n del sistema.
Dopaje, apuestas ama?adas, corrupci¨®n institucional, el mundo de los megaacontecimientos, todo ello figura en el programa de esta semana, cualquier asunto que alerte de la creciente separaci¨®n entre los valores de la condici¨®n humana, de la sociedad, y su interpretaci¨®n por parte de las corporaciones y otros en la econom¨ªa global de gobierno en la sociedad del espect¨¢culo.
Antes que acad¨¦mico, James Dorsey, de la Universidad tecnol¨®gica de Nanyang, en Singapur, fue periodista. Despu¨¦s de la intervenci¨®n de Sejer Andersen ¨¦l continu¨® agitando el tema del cambio social mediante la narraci¨®n de una historia poco conocida de f¨²tbol y revoluci¨®n en el episodio egipcio de la Primavera ?rabe. Dorsey comenz¨® su conferencia con el v¨ªdeo de un partido de f¨²tbol egipcio, Al Zamalek contra Al Ahly. Un estadio, una multitud ba?¨¢ndose en un mar de banderas, fuegos artificiales y bengalas, acompa?ados de una banda sonora de m¨²sica heavy y la letra "We cannot breathe" (no podemos respirar): la condici¨®n de aquellos que viven en un mundo en el que no se puede hablar. Dorsey habl¨® de los ultras egipcios, que no se parecen en nada a los ultras europeos: grupos bien organizados, muy politizados con su desarrollada versi¨®n del anarquismo oriental y su papel en la reescritura del mapa del Oriente Pr¨®ximo. Durante la pasada d¨¦cada, ¨²nicos lugares en los que los j¨®venes ¨¢rabes pod¨ªan respirar un aire diferente al emanado del Estado era en la mezquita o en las bandas de un estadio de f¨²tbol. Y la acci¨®n real, o eso parece, se desarrollaba en las gradas en forma de violencia entre los aficionados de clubes diferentes o entre los aficionados y las fuerzas policiales.
Este campo de batalla futbol¨ªstico y la experiencia y las lecciones extra¨ªdas de ¨¦l fue lo que prepar¨® a la juventud egipcia para la Primavera ?rabe. Cuando el pueblo empez¨® a ocupar la plaza Tahrir, los ultras futbol¨ªsticos constituyeron uno de los tres elementos nucleares junto a las clases medias del Facebook y los Hermanos Musulmanes. Los Ultras eran los m¨¢s organizados de entre ellos, los m¨¢s experimentados, los m¨¢s desarrollados. Ultras de equipos rivales lanzaron id¨¦nticos mensajes en Facebook: "Esto es lo que est¨¢bamos esperando".
Los Ultras fueron determinantes para, primero, que todos perdieran el miedo a protestar y, segundo, para que perdieran el miedo tambi¨¦n a la violencia, para que todos se mantuvieran en la plaza a pesar de las amenazas del estado y de las milicias. Los Ultras organizaron tambi¨¦n los servicios m¨¦dicos, log¨ªsticos y de comunicaci¨®n de la ocupaci¨®n y animaron a otros a unirse a la revoluci¨®n.
La FIFA, recalc¨® Dorsey, es y ha sido siempre c¨®mplice de los dictadores de Oriente Medio y cuando, tras la revoluci¨®n, se reanud¨® la Liga, nadie olvid¨® que ni los dirigentes futbol¨ªsticos, ni tampoco los futbolistas hab¨ªan estado en Tahrir. Quiz¨¢s, individualmente, algunos futbolistas simpatizaron con los ocupantes, pero ten¨ªan mucho que perder, pensaron, de los beneficios que les otorgaban sus patronos, las autoridades deportivas y las estatales, si se un¨ªan a la protesta. Y en el primer partido tras la ca¨ªda de Mubarak, los ultras no desaprovecharon la oportunidad de recordar a los futbolistas su complicidad, y cantaron: "Est¨¢bamos all¨ª por vosotros / ?d¨®nde estabais cuando os necesit¨¢bamos?"
La experiencia egipcia sugiere que la conexi¨®n entre los indignados de la plaza y los del deporte es m¨¢s estrecha de lo que puede parecer. Los ultras egipcios ahora est¨¢n interesados en otros asuntos, entre otras cosas en la corrupci¨®n en el deporte. Otro conferenciante en la jornada inaugural, Richard Pound, expresidente de la Agencia Mundial Antidopaje y miembro del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional, concluy¨® sus discursos resaltando, en relaci¨®n a la fachada ruinosa del deporte moderno, que "es m¨¢s tarde de lo que algunos en el deporte querr¨ªan admitir".
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