Nadie contaba con Stephen Donald

Nueva Zelanda ha conseguido su segunda Copa del Mundo tras imponerse a Francia por 8-7 en la final. Un trofeo que no cataba desde hace 24 a?os y un marcador ajustado que refleja lo ocurrido en el campo. Los All Blacks sufrieron para ganar y el salvador no fue el alabado Daniel Carter, que tuvo que abandonar el Mundial el pasado d¨ªa uno por una lesi¨®n en la ingle; ni Richie McCaw, ¨²nico jugador que ha ganado tres veces el premio a mejor jugador del a?o; ni Piri Weepu, a quien todo el pa¨ªs hab¨ªa ensalzado como salvador de la patria; ni siquiera el joven Colin Slade, que sorprendi¨® en su actuaci¨®n de la semifinal contra Australia. El rugbier que dio los tres puntos decisivos a Nueva Zelanda fue el vilipendiado Stephen Donald (1987), un h¨¦roe inesperado que hace dos semanas estaba viendo el torneo en su casa, y que hace unos meses estuvo a punto de quedarse sin equipo para le temporada que viene por una cuesti¨®n administrativa.

"Hay gente que est¨¢ jugando mejor", explic¨® Graham Henry, seleccionador neozeland¨¦s, cuando dej¨® a Donald fuera de la primera concentraci¨®n previa al torneo; "si no hay una lesi¨®n, dudo mucho que juegue". En total, han tenido que ser tres las bajas -las de Carter, Colin Slade y Cruden- para que Donald pudiera debutar en un Mundial. Pero han sido los 46 minutos m¨¢s importantes de su carrera, en los que ha pateado con acierto el ¨²nico golpe de castigo de su equipo, despu¨¦s de que Weepu fallara tres tiros. "Ha estado soberbio", concluy¨® Henry despu¨¦s de la final; "no estaba preocupado por ¨¦l, sab¨ªa que pod¨ªa manejar la situaci¨®n. Nos ha llevado a campo contrario cuando est¨¢bamos agobiados y, sobre todo, ha anotado los tres puntos de la victoria". Unas palabras reconfortantes para un jugador que, tras un p¨¦simo partido en 2010 contra Australia, fue muy atacado en la prensa de su pa¨ªs. "Es una sensaci¨®n extra?a", convino Donald tras la final; "ha habido gente que ha dudado de mi capacidad para ser All Black. Estoy contento de haber podido probar que estaban equivocados".

Pero desde ese fat¨ªdico d¨ªa contra Australia y hasta llegar a la final, Donald ha sufrido un v¨ªa crucis deportivo. Sin casi opciones de volver a vestirse de negro y ante los fichajes de su equipo, los Chiefs de Waikato, que le condenaban al banquillo, al final de la temporada pasada decidi¨® probar suerte en Inglaterra, en las filas del Bath. Una decisi¨®n dif¨ªcil para cualquier jugador neozeland¨¦s ya que, por las reglas de la federaci¨®n de rugby neozelandesa, supone renunciar a la selecci¨®n. En esa elecci¨®n tampoco tuvo suerte. La federaci¨®n inglesa le neg¨® el permiso de trabajo porque no ten¨ªa ascendencia inglesa y porque no cumpl¨ªa los requisitos deportivos, haber jugado por lo menos un partido de titular en los ¨²ltimos 15 meses.

Los pesares deportivos parecen superados. En agosto, el Bath consigui¨® desbloquear la situaci¨®n y oficializ¨® el fichaje. En octubre, volvi¨® a ser All Black. Y, en la final del Mundial, consigui¨® la redenci¨®n definitiva.