?Por qu¨¦, Jan?
No son buenos tiempos para el matiz, si es que alguna vez lo fueron. Y menos todav¨ªa ante personalidades tan arrebatadoras como la del expresidente del FC Barcelona Joan Laporta. Ello explica las reacciones que se sucedieron en las horas siguientes al caso Uzbekist¨¢n y los 10 millones de euros que Laporta confes¨® haber ingresado. Sus contrarios no dudaron en encarnizarse con ¨¦l convirtiendo aquella confesi¨®n en la madre de todas sus razones. Mientras, sus partidarios guardaban un silencio at¨®nito remachado por un esclarecedor reconocimiento de ignorancia. Entre el odio sin cuartel y la adhesi¨®n inquebrantable existe una posici¨®n neutra que permite analizar hechos y comportamientos y, a veces, llegarlos a comprender.
Los negocios de Laporta en Uzbekist¨¢n no debieron de sorprender a nadie y mucho menos a sus m¨¢s allegados. Ya en el a?o 2009 se supo que a trav¨¦s de su bufete de abogados hab¨ªa intermediado en la venta del Real Mallorca a una empresa uzbeka. La operaci¨®n no se concret¨®, pero Laporta dej¨® claro que no ve¨ªa en ella incompatibilidad alguna con su cargo de presidente del FC Barcelona. Desde entonces, ignorancia no pod¨ªa ser sin¨®nimo de sorpresa. La cuesti¨®n es ?por qu¨¦? ?Qu¨¦ pas¨® entre Elefant Blau y el esp¨ªritu Carab¨¦n y Uzbekist¨¢n?
Al Laporta presidente le acosaron desde el primer minuto: Boixos Nois, entrevista con Josep Llu¨ªs N¨²?ez a principios de 2004 descalificando todo lo hecho en los primeros seis meses de mandato, intentos de inhabilitaci¨®n perpetua a trav¨¦s del Tribunal Catal¨¢n del Deporte, convocatoria judicial de elecciones anticipadas en 2006, petici¨®n de prestaci¨®n de un aval bancario del cual la Liga de F¨²tbol Profesional les hab¨ªa eximido, moci¨®n de censura en 2008... y un sinf¨ªn de ataques entremedio que, orquestados o no, parecieron una estrategia de acoso y derribo en toda regla; as¨ª se vivi¨® al menos y eso es lo que cuenta si en el ¨¢nimo existe la voluntad de entender seg¨²n qu¨¦ reacciones.
Puede parecer que en el proceder de Joan Laporta se esconde una sensaci¨®n de impunidad o de omnipotencia excesiva e impropia. No es exacto. Quienes m¨¢s le conocen deber¨ªan descubrirlo. En cambio, s¨ª hay en ¨¦l un sentimiento de invulnerabilidad infrecuente. Son tantos los ataques recibidos, es tanto el da?o interno que le ha causado, que Laporta pretendi¨® revestirse, a partir de un determinado momento, de una coraza de inmunidad. Dir¨ªase que Laporta se ha vuelto insensible al dolor y el escarnio p¨²blicos. Cree Laporta que nadie le puede hacer ya m¨¢s da?o del que ha sufrido. Y quiz¨¢ sea este su error m¨¢s decisivo.
Aclaro: no se ha tratado de justificar comportamiento de ning¨²n tipo, tan solo ha sido un ensayo de explicaci¨®n. Porque, como nos sucede ante el mal, solo el que se da porque s¨ª resulta incomprensible.
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