Turan remedia al Atl¨¦tico
Un disparo del turco rompe la escasa resistencia del Celtic y mete al equipo en la fase siguiente
Aferrado el Atl¨¦tico a una propuesta de media hora, a una incertidumbre sin soluci¨®n porque Courtois fue expulsado antes de tiempo frente al Madrid, el equipo se present¨® reivindicativo en Glasgow. Pero perdi¨® la fuerza a las primeras de cambio, como si le disuadiera el azote del intenso viento, escaso de toque y de pie para el f¨²tbol, negado para el espect¨¢culo que se le presupone. Al equipo escoc¨¦s no le iba a ganar a dureza porque esto no era el Bernab¨¦u ni la famosa semifinal de la Copa de Europa de 1974 contra el Celtic, en la que se dieron m¨¢s patadas al contrario que al bal¨®n. Esto fue un duelo de pelotazos, de pocas ideas y menos juego, solo resuelto por un disparo oportuno de Arda Turan. Suficiente para que el Atl¨¦tico pasara a los dieciseisavos de final del torneo todav¨ªa con un partido por disputar.
CELTIC, 0 - ATL?TICO, 1
Celtic: Forster; Matthews, Majstorovic, Loovens, Ledley (Mulgrew, m. 38); Wanyama (Hooper, m. 46), Kayal; Forrest, Ki Sung-yong, Samaras; y Stokes (Brown, m. 75). No utilizados: Zaluska; McCourt, Twardzik y Bangura.
Atl¨¦tico: Courtois; Perea, God¨ªn, Miranda, Filipe Luis; Gabi (Assun??o, m. 92), Mario, Diego; Salvio, Adri¨¢n (Falcao, m. 68) y Arda Turan (Juanfran, m. 80). No utilizados: Asenjo; Reyes, Dom¨ªnguez y Koke.
Gol: 0-1. M. 30. Arda Turan, con un disparo desde fuera del ¨¢rea.
?rbitro: Eric Braamhaar (Holanda). Mostr¨® la cartulina amarilla a Majstorovic, Ki Sung-yong, Adri¨¢n, Miranda y Perea.
Celtic Park: 40.000 espectadores.
Hay un agujero tremendo en el Atl¨¦tico y Manzano, por m¨¢s que d¨¦ vueltas a la alineaci¨®n y a sus ingredientes, no da con la tecla. Quiz¨¢, porque no tiene enmienda; quiz¨¢, porque algunos futbolistas entienden que con el talento les alcanza para todo. Pero al equipo le falta un medio organizador -alguien que d¨¦ pases precisos que descuenten l¨ªneas de presi¨®n desde la medular- y, sobre todo, solidaridad defensiva. Dos carencias que expresan su debilidad y le equiparan con rivales menores como el Celtic, lejos de su versi¨®n hist¨®rica, re?ido con su ¨¢rbol geneal¨®gico y con el f¨²tbol. Pero incluso este Celtic, tan tosco como simpl¨®n, es capaz de sacar los colores al Atl¨¦tico.
Arreones, carreras desnortadas pero profundas y balones colgados al ¨¢rea. Mejunje escoc¨¦s; peligro para el Atl¨¦tico, descosido porque se rompe como una oblea, porque en Celtic Park jug¨® con las l¨ªneas bien estiradas, 50 metros desde la zaga hasta la delantera. Demasiado terreno para recomponerse a tiempo, m¨¢s que nada porque a Salvio, Diego y Arda Turan les puede la modorra; demasiado terreno para enlazar las jugadas de toque que pretenden. As¨ª, el Celtic, sin otro argumento, pareci¨® hasta bueno. Samaras rompi¨® la cadera de Perea en cada enfrentamiento, God¨ªn sigui¨® con su retah¨ªla de pifias, tarde al salto y al corte, y Mario y Gabi, perdidos en un mar de c¨¦sped repleto de contrarios, corrieron siempre detr¨¢s de cuero. Pero a los hoops les fall¨® el tino en el remate -como en ese saque de esquina que prolong¨® Stokes, como en esa falta lateral que punte¨® Samaras- y al Atl¨¦tico le rescataron las manoplas de Courtois.
Duelo de errores, el bal¨®n no hizo caso al Atl¨¦tico. Aunque esta vez, adem¨¢s de torpeza en el pase, el vendaval se cobr¨® protagonismo. Nadie como Diego -solo ha rendido como falso punta- expresaba la impotencia del equipo, incomprendido sobre el c¨¦sped porque ning¨²n zaguero le conectaba con balones por el suelo y porque ning¨²n delantero le tiraba desmarques, toda vez que Adri¨¢n jug¨® de ariete y no de extremo, limitado a una parcela y fijado por los centrales. Pero el equipo del Manzanares tiene futbolistas de a¨²pa, como el propio Diego y Arda Turan, que arman un contragolpe en un santiam¨¦n, que descuajaringan a cualquiera y m¨¢s a¨²n al Celtic.
Con m¨¢s m¨²sculo que otra cosa, la zaga escocesa se dedic¨® al topetazo en vez de al corte. Y cometi¨® errores de bulto, infantiles. Como despejar hacia el centro dos veces, ocasiones malogradas por Salvio; como no poner a nadie en el borde del ¨¢rea en un c¨®rner para evitar la segunda jugada; como agachar la cabeza en el consiguiente disparo de Arda Turan hasta descolocar a su propio portero y conceder el gol. No hubo m¨¢s. No hizo falta. Turan ya puso el remedio.
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