La Real vuelve a la Copa

La Real y la Copa estaban divorciados. No hab¨ªa disputas ni inquinas, sencillamente no se llevaban bien. Se miraban de soslayo, se evitaban desde que en 1988 se llevara el trofeo aquel equipo de Toshack y a partir de entonces comenzara un camino tortuoso que m¨¢s parec¨ªa un inconveniente del calendario que una oportunidad de ¨¦xito. O la Real le perdi¨® el pulso a la Copa o sencillamente la ningune¨®. Porque si no no se entiende que en las ¨²ltimas d¨¦cadas le hayan pasado por encima equipos como Numancia, Logro?¨¦s, Beasain, Hospitalet, Alav¨¦s, Zamora o Las Palmas.

El Granada, un equipo presuntamente ordenado, militarista en defensa, equilibrado, le pon¨ªa en la frontera de su autoestima. Otro equipo de Primera, es decir, otro coco, teniendo en cuenta que la Real no elimina a un rival de su misma categor¨ªa desde 1988 cuando sepult¨® al Real Madrid (0-4) en el Bernabeu.

Y no le dio muchas vueltas al asunto. Al minuto 3, Griezmann meti¨® el interior de su pie a un centro de Cadamuro para batir a Julio C¨¦sar. Al minuto 7, Xabi Prieto resolv¨ªa un barullo en el ¨¢rea para marcarle las distancias a un rival muy apocado. Tanto que los pocos destellos que busc¨® en la noche donostiarra tropezaron con un magn¨ªfico Zubikarai, el portero suplente, el que nunca juega, que sin embargo le sac¨® tres mano a mano al Granada en sus pocos instintos atrevidos. El ¨²ltimo a Geijo, con 2-0, fue magistral, especialmente importante para un portero sin minutos, sin presencia, sin competencia deportiva.

De punta a punta, es decir, de Zubikarai a Griezmann, la Real dominaba el partido, jugando a la contra frente a un rival muy acomplejado, muy distanciado de la competici¨®n que exige una intensidad incluso superior a la de la Liga por la poca capacidad de rectificaci¨®n. Hay poco tiempo para encontrar las llaves. Menos a¨²n cuando Xabi Prieto, apareciendo otra vez por la espalda de la defensa, consigui¨® el tercer gol tras otra buena jugada de Griezmann.

Se supon¨ªa que todo hab¨ªa terminado, que sobraba el partido de vuelta, que el Granada entregaba la cuchara, desarbolado en defensa y el centro del campo e inexistente en ataque. Pues no. El equipo de Fabri tiene alma. No ten¨ªa mucho juego, pero el alma era grande. Mikel Rico comenz¨® a empujar a su equipo a sabiendas de que lo que en Liga es el infierno (3-0) en la Copa es el purgatorio. Un gol te pone en la puerta de salida. Y lo consigui¨® con el gol de Geijo que fue como sacarle cinco cent¨ªmetros al cuchillo que le hab¨ªa clavado una muy buena Real Sociedad, al final un tanto acomodada.

Era un toma y daca que dej¨® sobre todo un bell¨ªsimo cabezazo de Ifr¨¢n y una estirada de las de antes de Julio C¨¦sar. Fue acto de compa?erismo, no entre ellos sino con el f¨²tbol. Nada m¨¢s bello que cuando dos contendientes hacen las cosas bien. Placer doble para el f¨²tbol.

Pero lo cierto es que a partir de ah¨ª cambi¨® el partido. Cambi¨® la Real que volvi¨® a ser la de despu¨¦s del 88, la habitual, la acomplejada, la acomodada, la sorprendida. Y sobre todo cambi¨® el Granada, que se dej¨® los complejos en el c¨ªrculo central y comenz¨® a acosar a los blanquiazules a base de empe?o, de la fe que no tuvo, de la autoestima que dej¨® en el vestuario.

Se asomaba el segundo gol granadino, porque asomaba el Ganada m¨¢s que la Real, porque exig¨ªa m¨¢s a Zubikarai que a Julio C¨¦sar, en ese bell¨ªsimo duelo de porteros que dej¨® paradas m¨¢s sonoras que trascienden a los dieciseisavos de la Copa. Julio C¨¦sar meti¨® una mano a libre directo de Ifr¨¢n de los que valen un contrato. Sencillamente espectacular.

Hay partidos que cuando se rompen son m¨¢s bellos. Y la belleza premi¨® a la Real con un tiro de Ifr¨¢n que era el cuarto gol. Y quiz¨¢s la eliminatoria.