Toque y taconazo de Toquero

No hab¨ªa diferencia. Ni en el marcador ni en el estilo ni en la ambici¨®n ni en la actitud. No hab¨ªa distancias, de hecho el Albacete se las com¨ªa al Athletic oblig¨¢ndole a la imprecisi¨®n, al apresuramiento y amenaz¨¢ndole con aproximaciones muy poco amistosas. Era el t¨ªpico partido que le hace dudar al grandull¨®n y engrandece al peque?ito. Por mucho que est¨¦ Llorente fijando a los centrales, que ande Muniain revoloteando por sus posesiones entrel¨ªneas, que De Marcos sea una granada que nunca se sabe cuando va a explotar, el Albacete, bien armado de moral y con munici¨®n muy escondida, ten¨ªa m¨¢s escuadra y cartab¨®n. Daba al principio m¨¢s miedo, un terror psicol¨®gico, pero hay asuntos que son insustituibles: los actores. Y al Athletic le salieron los dos m¨¢s caracter¨ªsticos. Primero apareci¨® Muniain: con ese tranco sencillo, mir¨® al bal¨®n, mir¨® al hueco y se la puso a Susaeta de vicio, con el portero sorprendido en el ¨¢rea peque?a y el bal¨®n rodando. Un pase interior que el delantero del Athletic elev¨® sin nervios ni prisa por encima del portero. Era lo que buscaba un Athletic enfervorizado, a veces apresurado. Romper la din¨¢mica, obligar al Albacete a salirse del gui¨®n, a inventar sobre la marcha, a imaginarse otro partido. A ser lo que fuera.

Y ya era otra cosa. El Athletic juega igual, juegue contra quien juegue, lleve el resultado que lleve, necesite lo que necesite. Esperar un Athletic especulativo con un gol en el marcador era como ver nevar en agosto. Y as¨ª lleg¨® el gol de Ander Herrera, un golazo, m¨¢s que por la belleza, que la tuvo, por la dificultad del disparo, de medio lado tras un fulgurante contragolpe. Era cuando en la segunda mitad el Albacete ya no bajaba y el Athletic ya no hac¨ªa m¨¢s que subir a su casa, por pelda?os, ascensores o montacargas. Ah¨ª comenz¨® la diferencia. La que hab¨ªa marcado Ander Herrera, con su dinamismo, y sobre todo, Muniain, con su inspiraci¨®n, y Javi Mart¨ªnez con su sabidur¨ªa (se debate la grada con el puesto de Javi Mart¨ªnez, que si central o centrocampista, es decir cuando tienes un futbolista que vale por dos).

El Albacete muri¨® por inanici¨®n. Hac¨ªa muchas cosas bien (ordenar su defensa, trabajar en el medio y amenazar con su grandull¨®n, Calle, buen futbolista), pero el Athletic com¨ªa y com¨ªa, de Muniain, de Herrera al que siempre se le pide m¨¢s, como a los grandes que aspiran a muy grandes.

Y en esto lleg¨® el ¨¦xtasis a San Mam¨¦s. Si se hace una encuesta antes de cada partido importante y se reclama quien debe ser el goleador del Athletic, el mes¨ªas, el salvador, la mayor¨ªa dir¨¢ que Gaizka Toquero. Creer¨¢ que lo har¨¢ Llorente, o quiz¨¢s Muniain, quien sabe si Susaeta. Pero todos esperar¨¢n a Toquero, al l¨ªder an¨ªmico, al voluntarioso guerrero, al suplente que siempre est¨¢, al calvo de oro, de plata o de bronce. Y va y Toquero se marca un gol de tac¨®n, con un golpeo elevado, por encima de las punteras de los defensas, como quien lava, como si le cayera el bal¨®n golpeado por un ni?o despu¨¦s de aparcar el coche. Y lo clava en la red. Y el p¨²blico que grita ?Toquero, Toquero, Toquero!, el mismo que reclamaba a ?Llorente, Llorente, Llorente!

Y as¨ª muri¨® el Albacete, que a¨²n encaj¨® un cuarto gol, obra de San Jos¨¦ en un c¨®rner, cuando la defensa manchega ya estaba descuartizada; no es que le diera igual, es que no pod¨ªa y tampoco ten¨ªa nada que hacer que el Athletic no quisiera. Fue hermoso mientras dur¨®, pero al final qued¨® el taconazo de Mr. Toquer.

Athletic 4 - Albacete 0