Djokovic inclina a Nadal en un duelo ¨¦pico
El serbio suma su quinto grande remontando ante el espa?ol en una final majestuosa, la m¨¢s larga de la historia de los grandes (5h 53m), disputada de poder a poder: 7-5, 4-6, 2-6, 7-6 y 5-7
A las cuatro horas de partido llega la lluvia, que acompa?a con sus gotas un grito de pu?o cerrado: es Rafael Nadal quien a¨²lla, quien salta con los colmillos al aire, porque antes de que se cierre el techo de la pista ha levantado un 0-40 que dejaba a Novak Djokovic sacando por el t¨ªtulo. Con 7-5, 4-6, 2-6 y 4-4 para el n¨²mero uno se para el duelo. Mientras las toallas secan el cemento, los dos rivales repasan lo que ha ocurrido para que Nole mande tras ceder la primera manga en 1h20m. Primero, el serbio empuja a pelotazos a Nadal, que acaba pegando un p¨ªrrico 4% de bolas desde dentro de la pista. Ah¨ª empieza Nole a repartir el juego con los pies sobre la l¨ªnea (34%). Si el mallorqu¨ªn no cede ante eso es porque en su coraz¨®n vive un demonio: de embestida en embestida, sue?a con la victoria (4-2 en el quinto) y se acaba inclinando 7-5, 4-6, 2-6, 7-6 y 5-7 ante un rival superlativo y tremendo, en la final m¨¢s larga (5h53m) de la historia, que termin¨® pasadas la 1.30 de la noche australiana.
A las 21.00h hay 33 grados de temperatura en Melbourne. Los dos rivales juegan atenazados por los nervios y con las piernas como piedras. Ahogados por el bochorno, ninguno se mueve con la facilidad que les caracteriza. Nadal resopla. Nadal grita. Nadal sufre un mundo para mantener muchos de sus servicios y juega siete partidos en uno: el de la final y los seis perdidos consecutivamente ante su rival en 2011. Djokovic, que llega con un d¨ªa menos de descanso, tampoco es ajeno al infierno de la tarde. ?l lo padece m¨¢s, cocido en su jugo, ahogado en su aliento, sintiendo que todo lo que le rodea es aire hirviendo. Igual que un n¨¢ufrago en busca de auxilio, Nole abre la boca, maldice y se queja contra el mundo. Su raqueta paga con el suelo el primer break cedido, que abre un marat¨®n. Los dos rivales tardan 40 minutos en disputar seis juegos, 56 en competir ocho. Al final de la primera manga se llega con el encuentro donde Nadal quer¨ªa: set arriba y ya 1h20m de duelo.
Lo que debe ser la tumba de Djokovic es una espuela en su ¨¢nimo. Lo que ha visto hasta entonces no le vale: Nadal intenta neutralizar su rev¨¦s mand¨¢ndole golpes paralelos cortados. Con un posicionamiento agresivo, los pies bien cerquita de la l¨ªnea, asume la posibilidad del fallo con el rev¨¦s a cambio de no ceder pista. Nole intenta entonces tirar antes, ser el m¨¢s r¨¢pido del Oeste. Es una delicia verle. Pega y pega. Su bola corre que se las pela sin esfuerzo aparente.
"Adje Nole!", gritan los serbios mientras llega al 5-2. "?Vamos!", le grita al campe¨®n defensor parte del p¨²blico, que ve c¨®mo Nadal tiembla, c¨®mo Nadal sufre, c¨®mo Nadal le pega pu?etazos a su raqueta y recuerda una a una las seis derrotas de 2011. Una acci¨®n inusitada lo demuestra: el espa?ol pide el Ojo de Halc¨®n intentando que le d¨¦ como malo su propio saque porque Djokovic le ha metido un resto ganador (5-2 y 40-30). Es el momento del n¨²mero uno, que saca por el set (5-3). Es el momento de Nadal, que rompe ese saque (5-4) y se dispone a igualar el encuentro (5-5). Ah¨ª, tiembla. Ah¨ª empiezan a bailar en su cabeza los malos recuerdos. Ah¨ª, en un juego embarullado, cede el break y el set con una doble falta. Parece que es el fin, que Nadal, el indomable, por fin claudica.
Ya no volver¨¢ a mandar en los intercambios. Ya no volver¨¢ a encerrar a Nole en una esquina. Ya no volver¨¢ a dar la impresi¨®n de ser superior f¨ªsicamente ni de tener en su cabeza respuestas para todas las preguntas. Nadal, sin embargo, lucha hasta l¨ªmites inhumanos. Primero remonta ese 0-40 en el cuarto set. Luego levanta un 5-3 en el tie-break. Manda break arriba en el quinto, donde parece m¨¢s fresco que Djokovic, con un d¨ªa menos de descanso. Frente a eso, Nole, un campe¨®n orgulloso. Djokovic roe todos los saques del espa?ol restando un 72% de las bolas y le obliga a un esfuerzo continuo que le presiona y desmoraliza. El serbio pone a Nadal a correr. Por debajo en el quinto set, lo f¨ªa todo a su inmenso talento. Es el momento de los tiros. La hora de sus golpes, que poco a poco magullan la armadura de Nadal, un guerrero que tardar¨¢ mucho en digerir la gran ocasi¨®n perdida.
Que las leyendas abran paso a Nole, capaz de remontar un break de desventaja en la quinta manga, listo para darle la vuelta al resultado frente a un devorador de cerebros, presto para levantar una bola de break cuando sacaba por el trofeo a la 1.30 de la madrugada. El t¨ªtulo es suyo: suma cinco grandes, ha conseguido que Nadal sea el primer tenista en perder tres finales del Grand Slam consecutivas, y amenaza con establecer una tiran¨ªa. Es Atila con raqueta.
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