El arte de Eric Cantona
El exfutbolista, directivo del Cosmos de Nueva York, se inspira en el modelo de Cruyff en el Bar?a y adora la chispa infantil de Messi
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
¡°Los rebeldes¡±, dice el publicista Jacques S¨¦gu¨¦la mientras espera sentado en la mesa de un escenario iluminado, ¡°son esas personas que ponen en peligro su destino, que no encajan con las reglas de la sociedad, pero siguen adelante, personas que demuestran que la vida no es una autopista y que hay que encontrar las puertas traseras¡±. Eric Cantona, el personaje que inspira estas palabras, llega puntual a su cita, en el Global Sports Forum. Entra por la puerta de atr¨¢s, bien por rebeld¨ªa, bien por su condici¨®n de estrella mundial. El pelo m¨¢s largo que cuando maravillaba al universo futbol¨ªstico con el siete a la espalda en el Manchester United y el cuello levantado. La barba espesa, algo canosa, y las arrugas del hombre sabio (45 a?os) que quiere tocar todos los palos, adem¨¢s del f¨²tbol: cine, teatro, direcci¨®n deportiva y hasta libros de filosof¨ªa, a su estilo, claro.
Por todo eso era el protagonista perfecto para una charla sobre c¨®mo se reinventan los campeones. ?l, al que llamaban The King -¡°Siempre ser¨¦ El Rey¡±, dijo nada m¨¢s tomar asiento y ser preguntado sobre si se reconoc¨ªa en el apelativo- empez¨® a hacerlo a trav¨¦s de la publicidad durante su ¨¦poca de jugador, alma e imagen del Manchester United. Tambi¨¦n descubri¨® el cine: se interpret¨® a s¨ª mismo en la maravillosa Buscando a Eric (2009), de Ken Loach); y se enamor¨® de su esposa, Rachida Brakni, en L'Outremangeur (2002). Dej¨® de jugar al f¨²tbol, pero no al f¨²tbol playa. Y trata de recuperar la gloria de un club, el Cosmos de Nueva York, como director deportivo. Hoy jueves, adem¨¢s, pocas horas despu¨¦s de protagonizar este encuentro en Barcelona, se transformar¨¢ en el protagonista de la obra teatral Ubu enchain¨¦ (Ubu encadenado).
Prefiero que me llamen rebelde a que me tomen por un burgu¨¦s, pero me siento inc¨®modo cuando la gente me llama esas cosas¡±
¡°No me considero ni artista ni rebelde, no me gustan mucho las etiquetas. Claro que prefiero que me llamen rebelde a que me tomen por un burgu¨¦s, por ejemplo, pero me siento inc¨®modo cuando la gente me llama esas cosas¡±, se?ala. Lo que no significa que no se encuentre a gusto con el personaje que ha labrado durante todos estos a?os: ¡°Si hacemos cosas que generan debate est¨¢ bien. Yo me siento orgulloso de mi trayectoria, eso s¨ª¡±.
A pesar de las frases grandilocuentes y de su imagen divina -¡°No soy un hombre, soy Cantona¡±, dice el Eric del filme de Loach en una de sus escenas m¨¢s sublimes-, hay un Cantona cercano, que defiende los valores de la familia: ¡°Mis dos abuelos eran paletas, el padre de mam¨¢ era de Martorell, de aqu¨ª al lado. Ellos nos ense?aron los aut¨¦nticos valores, a disfrutar de las peque?as cosas de la vida: vivir, re¨ªr, compartir una comida¡±. Y un Cantona trascendental, el que entiende que cuando alguien tiene algo que decir tiene diferentes formas de expresarse, aunque lo m¨¢s importante es el fondo. ?l siempre supo que ten¨ªa algo que decir, seg¨²n cont¨®: primero lo hizo a trav¨¦s del bal¨®n; luego de la interpretaci¨®n: ¡°Uno debe aprender cierta t¨¦cnica, s¨ª, pero no es lo m¨¢s importante. Cualquiera puede aprender a jugar o actuar si se le dedica tiempo. Lo que quiera expresar cada uno es lo m¨¢s importante¡±.
Tambi¨¦n hubo un Cantona aparentemente ducho en las artes marciales, como el que le dio una patada a un aficionado inc¨®modo. Sus primeras palabras a la salida del tribunal -fue sancionado durante nueve meses- son casi tan recordadas como sus goles por la escuadra: ¡°Cuando las gaviotas siguen al pesquero es porque alguien va a lanzar sardinas al mar¡±. ¡°Hab¨ªa muchos periodistas y yo nunca fui una persona que hablara mucho con ellos, pero el abogado del club me dijo: 'Estar¨ªa bien que dijeras algo'. Y pens¨¦, vale, dir¨¦ alguna cosa, una palabra detr¨¢s de otra, algo autom¨¢tico. Me sali¨® de forma espont¨¢nea y al final incluso se le ha podido encontrar un significado a la frase. O m¨¢s de uno¡±, record¨®, jocoso.
Siempre intent¨¦ fue defender el f¨²tbol que me gustaba cuando era peque?o¡±
Dice que no sabe si tiene una visi¨®n del f¨²tbol diferente al resto. ¡°Lo que siempre intent¨¦ fue defender el f¨²tbol que me gustaba cuando era peque?o. Siempre persegu¨ª el juego y la belleza de este. En Barcelona hay gente como Messi, un jugador excepcional, que me gana por este punto infantil,? juega como cuando uno lo hac¨ªa en la calle y hubiera pagado millones por jugar delante de tantas personas como lo hace ahora. Los grandes jugadores seguir¨¢n siendo, hoy y ma?ana, esos que de ni?os ten¨ªan esa chispa en los ojos que Messi conserva¡±.
Como ya desvela en Buscando a Eric, su mejor gol fue, curiosamente, un pase: ¡°A veces da m¨¢s gusto regalar que recibir, que es algo m¨¢s ego¨ªsta¡±. Por eso, dice, pide a los jugadores con los que trabaja que hagan los pases que les gustar¨ªa recibir: ¡°Un pase perfecto, que d¨¦ aquel efecto a la pelota para que haga una peque?a cuchara y que el bal¨®n acabe llegando a la porter¨ªa¡±.
Su pr¨®ximo sue?o, hacer realidad la campa?a del Cosmos, Hemos vuelto. Quiere formar jugadores con una idea, identidad y filosof¨ªa de juego, para que alg¨²n d¨ªa lleguen al Mundial en representaci¨®n de EE UU. ¡°Un poco lo que se hace en el Bar?a, el esp¨ªritu de lo que cre¨® Cruyff¡±, explica. Antes de marcharse, despu¨¦s de hablar incluso del amor -¡°lo siento en sus ojos y cuando no los veo, me siento vac¨ªo¡±, dijo sobre su mujer- puso la puntilla, siempre rebelde aunque no se reconozca en este adjetivo que le acompa?a: ¡°Puede que un d¨ªa EEUU gane un Mundial. Quiz¨¢ la selecci¨®n catalana tambi¨¦n lo hubiera ganado¡±.
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