Un tipo de pueblo
Lotina, curtido en las crisis, asume el reto de salvar del descenso al Villarreal
A las dos noches del descenso a Segunda con el Deportivo, Miguel ?ngel Lotina atendi¨® una llamada radiof¨®nica. Fue cuando se desmoron¨® el rubio de Me?aka. Aquel desgarbado delantero que jaleaban en Las Gaunas y quiso ser entrenador porque, como futbolista, no terminaban de explicarle el juego llor¨®. Ya lo hab¨ªa hecho en Valencia, cuatro a?os antes. Entonces se hab¨ªa quedado al filo de salvar a una Real Sociedad a la que hab¨ªa cogido en la octava jornada con dos puntos. Aquellos sollozos mostraron c¨®mo le devastaba la p¨¦rdida de la categor¨ªa. ¡°Me acuerdo cada d¨ªa de lo de la Real¡±, confiaba antes de que el Deportivo acabara en Segunda. Ahora, en sustituci¨®n de Jos¨¦ Francisco Molina, asume el reto de salvar al Villarreal.
A Lotina no le ayudan los estereotipos, su aire meditabundo, la confesi¨®n de que vive en la duda y que trata de hacer de ella virtud. ¡°En el f¨²tbol no hay verdades absolutas¡±, sostiene tras forjarse desde las catacumbas hasta la ¨¦lite. Fue un jugador de los que galvanizan con su entrega. Lo hizo en el Logro?¨¦s, en el que gest¨® su conocimiento sobre el buen vino y se consolid¨® como profesional. Hombre de ¨¢rea, con facilidad para el gol, pero sin talento, cuando el Logro?¨¦s subi¨® el nivel, se afianz¨® en Segunda y ascendi¨® a Primera, sinti¨® que su tiempo de corto hab¨ªa terminado y atendi¨® la sugerencia de David Vidal de seguir como su segundo.
Desde entonces encadena las luces y las sombras propias de los t¨¦cnicos. Se hizo un nombre al poner al Numancia en el mapa con una epopeya en la Copa similar a la del Mirand¨¦s (tres primeras superados y una inolvidable eliminatoria ante el Bar?a de Cruyff) y subirlo a Primera, como a Osasuna. En el Logro?¨¦s fue destituido y en Badajoz no se adapt¨®. En 2002 recibi¨® la llamada del mejor Celta. ¡°Esperaban otra cosa y lleg¨® Lotina¡±, recuerda. Jug¨® la Champions, pero al a?o siguiente descendi¨® en una campa?a que no pudo acabar. Con el Espanyol gan¨® la Copa y se salv¨® del abismo en la ¨²ltima jornada. En San Sebasti¨¢n doli¨® que despreciara continuar. ¡°Un entrenador que baja de categor¨ªa no debe seguir¡±, afirma.
Un entrenador que baja de categor¨ªa no debe seguir en el equipo¡±
En Riazor hizo milagros con un Deportivo de rebajas. Al cuarto a?o cay¨®. Muchos le dijeron que ese curso estaba de m¨¢s, pero ¨¦l se encontraba c¨®modo. En enero ya hab¨ªa decidido que no pod¨ªa tener m¨¢s recorrido. La confianza del vestuario se erosion¨® en cuanto se rompi¨® el di¨¢logo con los jugadores de mayor peso. Le da?¨® la decisi¨®n, reconocida como err¨®nea, de convertir a Valer¨®n en marginal y le echaron en caros fichajes, forzados por la penuria econ¨®mica, que no respondieron. Le perdi¨® la lengua.
Lotina es franco y no le importa detallar sus fortalezas y defectos. O los del club que le paga. Augusto C¨¦sar Lendoiro, el presidente del Deportivo, lleg¨® a decir que deber¨ªa ponerle un bozal. La incapacidad para manejarse con ambig¨¹edades le ha costado alg¨²n disgusto, como cuando, ya fuera del equipo, relat¨® en una charla con aficionados que Manuel Pablo solo hab¨ªa dado ¡°un centro bueno en cuatro a?os¡± y que Juan Dom¨ªnguez sufr¨ªa para que desde fuera del ¨¢rea un chut suyo llegara por el aire al portero.
¡°No puedo cambiar la filosof¨ªa del Villarreal. Aunque la situaci¨®n no es f¨¢cil, el reto es ilusionante¡±, dijo ayer en su presentaci¨®n al frente del cuadro castellonense. Iba a estar un ejercicio sin entrenar, el primero en 22 temporadas, mejorando su ingl¨¦s, ¨¦l, aquel chiquillo, el menor de ocho hermanos, que aprendi¨® castellano a los nueve a?os y qued¨® impactado cuando conoci¨® San Mam¨¦s. All¨ª sinti¨® la llamada del f¨²tbol, algo inesperado en una familia sin pasado pelotero en la que el padre madrugaba para atender a las vacas y sus dos hermanas mayores se hicieron monjas. ¡°La gente deber¨ªa valorar m¨¢s la vida de pueblo, el trabajo de quienes viven all¨ª¡±, destaca.
Esa tenacidad es la que identifica a Lotina, amante de los equipos bien ordenados, de una cultura del esfuerzo que deber¨¢ aplicar para que un nuevo descenso no le sepulte.
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