La princesa Diana y el futbolista
Lo que se ha dicho una y otra vez es que la casi tragedia de Muamba ha puesto la importancia del f¨²tbol en perspectiva, ?tonterias!
¡°Silencio. ?El f¨²tbol muri¨® de paradas cardiacas!¡±.
¡ªEladio Param¨¦s, en Twitter esta semana
La muerte de la princesa Diana sigue teniendo secuelas entre los ingleses. Les sac¨® una vena blandengue hasta aquel momento desconocida en un pueblo caracterizado por la iron¨ªa y la frialdad. Desde que muri¨® Diana, en 1997, los s¨²bditos de su Majestad no pierden la oportunidad de responder a las tragedias ajenas con desproporcionadas muestras de dolor, con exuberantes llantos, lamentos y monta?as de racimos florales.
Casos recientes: la cantante Amy Winehouse, v¨ªctima de las drogas y del alcohol, y el seleccionador gal¨¦s que se suicid¨®, Gary Speed. Esta semana lo hemos vuelto a ver, pero ni siquiera fue necesario que el objeto de duelo muriera para que el pa¨ªs se vistiera ostentosamente de luto. Fabrice Muamba, un jugador de 23 a?os del Bolton Wanderers, sufri¨® un paro cardiaco durante un partido contra el Tottenham y, mientras yac¨ªa en el hospital en estado ¡°cr¨ªtico pero estable¡±, la gente ya hac¨ªa cola para colocar flores y ositos de peluche en el muro de turno. Pero esta vez se fue incluso m¨¢s lejos. Inglaterra, el pa¨ªs menos religioso de la Tierra, apel¨® a la intervenci¨®n divina. Todos los medios ¡ªTwitter, Facebook, los peri¨®dicos¡ª hicieron eco del mismo mensaje: Pray 4 Muamba (reza por Muamba). Los jugadores se sumaron a la org¨ªa piadosa. Wayne Rooney, tuitero empedernido, inform¨® al mundo que estaba ¡°rezando por Fabrice y su familia¡±. Podemos tener la total seguridad de que las palabras del Padre Nuestro le son tan ajenas a Rooney como los sonetos de Calder¨®n de la Barca, pero ah¨ª estaba el delantero del Manchester United rezando. ?A qui¨¦n? ?C¨®mo? Ser¨ªa fascinante saberlo.
Todo muy extra?o y digno de una extensa investigaci¨®n socioantropol¨®gica. Ahora, esto no quita que el desenlace del episodio haya sido aut¨¦nticamente conmovedor. Muamba, el L¨¢zaro del siglo XXI, estuvo cl¨ªnicamente muerto durante 78 minutos. Y ahora habla y se mueve, cuentan, y no se descarta incluso que un d¨ªa vuelva a jugar.
Inglaterra, el pa¨ªs menos
Para los creyentes ha sido un golazo. R¨ªanse, nos dir¨¢n, pero tanto rezar funcion¨®. Los milagros existen. Dios y el cielo, tambi¨¦n. Y, ?qui¨¦n sabe?, quiz¨¢ tengamos la respuesta definitiva una vez que Muamba nos cuente lo sucedido durante esos extraordinarios 78 minutos. Si resulta que entr¨® en el Para¨ªso tras recibir la bienvenida de san Pedro y un coro de arc¨¢ngeles o (si los cristianos se han equivocado) de 72 cari?osas v¨ªrgenes, los listillos ateos nos vamos a quedar todos con cara de tontos; y Muamba, muy enfadado con los m¨¦dicos.
Mientras tanto, a la espera de la revelaci¨®n de las revelaciones, intentemos poner las cosas en su sitio, que es lo que (adem¨¢s de rezar) han estado haciendo los ingleses toda la semana. Lo que se ha dicho una y otra vez es que la casi tragedia de Muamba ¡°ha puesto la importancia del f¨²tbol en perspectiva¡±. O sea, que el f¨²tbol no vale nada frente a la vida de un ser humano. No, claro. Ni la m¨²sica, ni la pintura, ni la literatura ni la buena cocina. ?Tonter¨ªas! Todos nos morimos y una cosa no tiene nada que ver con la otra.
Si queremos hablar en serio de perspectiva, imagin¨¦monos lo que podr¨ªa estar pensando Muamba del espect¨¢culo que presenta ¨²ltimamente el f¨²tbol espa?ol. Podemos suponer que Muamba ama el f¨²tbol casi tanto como la vida misma y que, como inevitable consecuencia, siente una gran admiraci¨®n por c¨®mo se juega el deporte hoy en d¨ªa en Espa?a. Todos los ingleses lo admiran. Nadie duda de que la selecci¨®n espa?ola, el Barcelona y el Real Madrid son los tres mejores equipos del mundo. El f¨²tbol espa?ol vive su ¨¦poca dorada, pero, en vez de celebrarlo, est¨¢ empe?ado en revolcarse en la estupidez, la rabia y la indignaci¨®n.
?C¨®mo explic¨¢rselo a Muamba? Quiz¨¢ recurriendo a aquel invento del genial periodista Tom¨¢s Guasch, el cag¨®metro, medidor del miedo que siente el equipo que va l¨ªder en la tabla ante el acoso de su inmediato perseguidor. Deber¨ªa de ser un fen¨®meno m¨¢s o menos comprensible para un futbolista, aunque Muamba, si tuvo la doble mala suerte de haber seguido los ¨²ltimos acontecimientos en la Liga espa?ola, seguramente se habr¨ªa sorprendido ante semejante cascada de diarrea mental. La perspectiva, entonces, ?cu¨¢l es? Pues, lamentablemente, que los espa?oles, o muchos de ellos, tienen incluso menos sentido de la proporci¨®n que los ingleses; que, visto lo visto, no hay Dios que los salve.
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