Nadie fue feliz en Anoeta

La m¨²sica es al cine lo que el murmullo es al f¨²tbol. La m¨²sica te indica el sobresalto, la calma, el suspense, la intensidad, el beso. El murmullo es clarividente en el f¨²tbol. Cuando abunda es que no pasa nada, es que la gente est¨¢ hablando entre s¨ª sin prestar demasiada atenci¨®n a la pel¨ªcula, como esperando que pase algo, pero sin ganas de perder el tiempo. Y as¨ª andaba Anoeta, en pleno murmullo, como una llovizna an¨ªmica que en el fondo reflejaba la (baja) intensidad del partido. Tan solo cambiaba la banda sonora con alguna decisi¨®n arbitral. O cuando Zurutuza dispar¨® contra un anuncio situado junta a una porter¨ªa y en la otra grada se cant¨® gol. O cuando Agirretxe cabece¨® y Ca?as levant¨® el brazo para repeler el testarazo y Mateu Lahoz pit¨® penalti. Fue el subid¨®n, de id¨¦ntico tama?o a la depresi¨®n, cuando Fabricio despej¨® el debil¨ªsimo lanzamiento de Agirretxe. Fue algo as¨ª como si se fuera a saber qui¨¦n era el culpable y el argumento diera un looping inesperado.

A la Real le faltaba intensidad y al Betis, que sali¨® animoso, le pudo la rutina. Bien est¨¢ controlar la pelota, algo que sabe hacer, sin duda. Lo que no encontraba era el verdadero sentido a ese esp¨ªritu posesivo. Ten¨ªa el bal¨®n, con Iriney en la sala de m¨¢quinas, pero no sab¨ªa para qu¨¦, para hacer qu¨¦, para vender qu¨¦. Apenas le sirvi¨® para una contra de Montero que Rub¨¦n Castro empuj¨® y el gol lo evit¨® Zubikarai, en su primer partido en la Liga, tras debutar en la Copa con seis goles en su porter¨ªa.

El murmullo se hizo silencio en el descanso y se notaban malas pulgas en Anoeta, que ansiaba la salvaci¨®n virtual y el ahorro de adrenalina. Y el revuelo de trompetas lleg¨® cuando Carlos Vela remat¨® una jugada que se hab¨ªa inventado con Agirretxe, dibujada con precisi¨®n.

El gol subi¨® los decibelios del partido, pero hab¨ªa en el campo un tipo con alma de solista, con los pies m¨¢s ¨¢giles que los dedos de un guitarrista flamenco. Jefferson Montero se larg¨® un trasteo desde el centro del campo, dejando a los defensores realistas como versos sueltos, hasta asistir a Rub¨¦n Castro, que dispar¨® como un baterista acaba una canci¨®n. De golpe. Pero hab¨ªa bises. Y pudo ganar el Betis, cuando Zubikarai repeli¨® un violento punteo de Rub¨¦n Castro y la Real cuando Ansotegi cabece¨® al poste en la ¨²ltima ocasi¨®n. Todo ocurri¨® al final, como en las pel¨ªculas apresuradas, tras desperdiciarse 45 minutos de guion y someterse despu¨¦s a un ritmo trepidante, dif¨ªcil de seguir, pero interesante. Y Mateu, con sentimiento de culpa... con la Real.