¡°Ser¨¢ una broma¡±

Serena Williams entr¨® ayer a la rueda de prensa posterior a su victoria (6-1 y 6-3) sobre Maria Sharapova en cuartos de final con unos calcetines amarillos fosforescentes. Le vinieron bien para explicar qu¨¦ piensa la n¨²mero 9 del mundo sobre el anuncio de Ion Tiriac, el due?o del torneo, de que "sue?a" con cambiar las bolas del torneo por otras fosforescentes que favorezcan la visibilidad de los peloteos. La menor de las Williams subi¨® la pierna a la mesa y los mostr¨® al decir: "?Me encantan los colores fosforescentes! Si lo hubiese hecho este a?o estar¨ªa emocionada".

Bastante menos efusivo se mostr¨® Novak Djokovic cuando se le record¨® por lo mismo tras su derrota en la misma ronda ante Janko Tipsarevic (6-7 y 3-6). "Pueden hacer lo que quieran", lanz¨® escueto el serbio, molesto con el torneo, al que anunci¨® que no volver¨¢ si se mantiene la tierra azul. Su compatriota Tipsarevic ni se lo tom¨® en serio: "Creo que habr¨¢ sido un broma. Si los jugadores no tienen problemas con la visibilidad y no se quejan de que no ven [la pelota] lo suficientemente bien y es un hombre que lleva gafas [quien lo quiere, en referencia a Tiriac], creo que estar¨¢ de broma".

No lo es. Las cr¨ªticas que est¨¢ recibiendo la innovaci¨®n que supone la pista azul por parte de los mejores jugadores del mundo no altera ansias de innovaci¨®n de Ion Tiriac, que anunci¨® su pretensi¨®n en una charla con periodistas ayer por la ma?ana. Son ellos [los organizadores] quienes tienen que decidir sobre esos problemas externos que ni me vienen ni me van", explic¨® David Ferrer tras perder con Federer (6-4 y 6-4).

Las pelotas amarillas no siempre han estado ah¨ª. El color usado originalmente para confeccionarlas era el blanco o el negro, dependiendo del tono de la pista. No fue hasta 1972 cuando la Federaci¨®n Internacional de Tenis introdujo el color amarillo, buscando tambi¨¦n que se viesen mejor en las televisiones. Qued¨® Wimbledon, torneo que mantuvo sus pelotas blancas hasta 1986, cuando termin¨® por adoptar las amarillas. Las que ahora Tiriac quiere cambiar por unas fosforescentes.