El campe¨®n determinado
Di Matteo supo interpretar los sentimientos de unos guerreros que se resist¨ªan a la renovaci¨®n generacional
Sosten¨ªa Laplace que debemos considerar el estado presente del Universo como el efecto del estado anterior y la causa del estado que le siga y que, si fu¨¦ramos capaces de conocer y analizar todos los datos, nada ser¨ªa incierto y tanto el pasado como el futuro estar¨ªan ante nuestros ojos.
Si queremos hacer un esfuerzo por rastrear algunas de las causas que hicieron campe¨®n a este Chelsea, debemos remontarnos a la posta que tom¨® Di Matteo de Villas-Boas. El italiano supo interpretar los sentimientos de un grupo de guerreros que se resist¨ªa a la renovaci¨®n generacional del portugu¨¦s y se hab¨ªa abandonado a la deriva. Una vez al mando y lanzado por la borda el capit¨¢n, Di Matteo afili¨® a la vieja guardia para su causa y, a cambio, recibi¨® un compromiso total junto al empuj¨®n an¨ªmico de voltear la eliminatoria de octavos con el N¨¢poles, que parec¨ªa perdida. Luego, sin mucho tiempo para intervenir, el entrenador orden¨® al equipo alrededor de la consigna que garantiza el aprendizaje m¨¢s sencillo y r¨¢pido: defenderse atr¨¢s.
Desde ese momento, y hasta el s¨¢bado, un Chelsea muy competitivo se dedic¨® en cuerpo y alma a la ardua tarea de intentar ganar y, a la vez, contradecir cada uno de los argumentos que esgrime el resto de los mejores representantes del f¨²tbol actual. Si Espa?a es campeona del mundo a trav¨¦s de la posesi¨®n, al Chelsea no le interesa la pelota. Si el Bar?a marc¨® una era de victorias con su interpretaci¨®n del ataque coral, Drogba, en cambio, cabalga solitario. Si el Madrid rompe todos los r¨¦cords con ataques veloces y verticales, el Chelsea casi nunca procur¨® atacar en las semifinales o en la final y solo de vez en cuando logr¨® hilar algunos contragolpes. Si el Bayern maneja con soltura la rotaci¨®n posicional, el Chelsea se define ortodoxo.
Tras 35 remates del Bayern, el gol de Drogba no sorprendi¨®: solo-s¨¦-que-no-s¨¦-nada
A partir de aqu¨ª, m¨¢s all¨¢ de ese tenaz ejercicio defensivo, se hace dif¨ªcil comprender las relaciones entre causa y efecto. No porque los ingleses hayan decidido jugar en estas instancias con un f¨²tbol ultraconservador. Tampoco porque su estilo nos entretenga m¨¢s o menos, seg¨²n los gustos de cada quien, o porque no responda a los c¨¢nones de la modernidad (cada equipo juega con el estilo que cree conveniente y ninguno es, a priori, m¨¢s efectivo que otro), sino porque con solo siete disparos entre los tres palos en los ¨²ltimos tres partidos ni el lud¨®pata m¨¢s optimista habr¨ªa podido prever que cuatro ser¨ªan gol.
Ya contra el Bar?a, su porcentaje de posesi¨®n no hab¨ªa superado el 30% y sabemos que, por mejor que uno se defienda, es improbable sostener semejante desproporci¨®n sin sentirlo en el marcador durante 180 minutos. Sin embargo, el Chelsea sobrevivi¨® encerrado en el ¨¢rea un bombardeo y un invierno nuclear en el Camp Nou y sali¨® reforzado en su teor¨ªa de que, efectivamente, se puede crear algo de la nada. El s¨¢bado, los blues se reafirmaron y esperaron al Bayern incluso m¨¢s atr¨¢s de lo esperado. Igual que contra el Barca, el bloque defensivo cre¨® un dique en el centro y cav¨® una acequia hacia las bandas. El primer tiempo transcurri¨® entre las intenciones de Rib¨¦ry por acercarse a Robben para abrir espacios con el bal¨®n en la mara?a azul y los intentos por liberar la subida de Contento por un lado y Lahm por el otro.
Que el Bayern no haya generado a¨²n m¨¢s profundidad por las bandas fue efecto de la numerosa y paciente defensa del Chelsea, pero tambi¨¦n influy¨® la suspensi¨®n de Alaba. La ausencia del lateral pes¨® m¨¢s para los alemanes que las de Terry, Ivanovic, Meireles y Ramires para los ingleses, lo que confirma que atacar bien es siempre m¨¢s complejo que defenderse bien. Quiz¨¢ por eso Heynckes retras¨® unos metros a su equipo para el segundo tiempo, a la espera de sacar al Chelsea de su cueva y encontrar terreno para sus extremos y M¨¹ller. Todo ese esfuerzo solo tuvo consecuencias tras 35 disparos en un cabezazo de M¨¹ller.
Es por eso por lo que, tras la constante b¨²squeda ofensiva y los 16 tiros de esquina del Bayern, que fuera Drogba el que cabeceara a la red el ¨²nico c¨®rner que tuvo el Chelsea ya no nos sorprendi¨®. Ni el penalti que tap¨® Cech a Robben en el alargue o los de Olic y Schweinsteiger en la definici¨®n. Tampoco aquel de Messi ni su tiro al palo o el de Iniesta o el de Robben o el tiro al travesa?o de Alexis o las 20 ocasiones claras que generaron y no convirtieron el Bar?a y el Bayern en tres partidos. Y no nos sorprendieron porque el gol de Drogba nos hundi¨® en uno de esos t¨ªpicos momentos futboleros: solo-s¨¦-que-no-s¨¦-nada.
Laplace dir¨ªa que el Chelsea fue campe¨®n porque las fuerzas que act¨²an en la naturaleza y las posiciones moment¨¢neas de todas las cosas en el Universo as¨ª lo determinaron y que ese es su predecible estado presente, aunque ignoremos casi todos los datos para analizar las causas. O tal vez dir¨ªa: ¡°Merde alors..., ?qu¨¦ suerte!¡±.
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