Nadal sube al s¨¦ptimo cielo
El mallorqu¨ªn vence por 6-4, 6-3, 2-6 y 7-5 a Djokovic, conquista su s¨¦ptimo t¨ªtulo en Roland Garros y supera el r¨¦cord de Borg
Rafa Nadal ya es el rey indiscutible de Roland Garros. El espa?ol ha ganado su s¨¦ptimo t¨ªtulo en la arena parisina, en la final ante Djokovic, y desbanca as¨ª al sueco Bjorn Borg. Nadie en la historia tiene m¨¢s coronas en Roland Garros.
Es la vida en ocho juegos. Cuando Nadal y el serbio Novak Djokovic vuelven a la pista (6-4, 6-3, 2-6 y 1-2 tras la suspensi¨®n por lluvia del domingo), la Copa de Roland Garros espera al campe¨®n que dome un partido lleno de truenos. Los dos rivales se pasan la ma?ana mirando al cielo. Nadal busca al sol que seque el albero y las pelotas, para que la bola vuelva a coger sus efectos. Djokovic busca las nubes y la lluvia, que la pelota viaje a la altura de su cintura, donde ¨¦l gobierna. Al inicio del partido, no ocurre ninguna de las dos cosas. Hay nubes pero no llueve. Esas circunstancias de juego y una mentalidad de acero coronan 6-4, 6-3, 2-6 y 7-5 al mallorqu¨ªn, que recupera el terreno perdido nada m¨¢s volver a la pista (hace break despu¨¦s de que un golpe suyo toque la red y le favorezca para el 2-2) y ya nunca mira atr¨¢s ni vuelve a sentir la lluvia, que vuelve en el 5-4. Tras dos d¨ªas de pelea y por s¨¦ptima vez, m¨¢s que nadie, Par¨ªs vuelve a ser suyo.
Las circunstancias de juego y una mentalidad de acero coronan 6-4, 6-3, 2-6 y 7-5 al mallorqu¨ªn, que recupera el terreno perdido nada m¨¢s volver a la pista
¡°?Vamos Rafa!¡±, se desga?itan los espa?oles en la grada. ¡°?Vamos maestro!¡±, le gritan los aficionados serbios a Djokovic, que ve c¨®mo Nadal resta ya por el t¨ªtulo (5-4), que siente c¨®mo el rev¨¦s le falla, que vive pendiente del saque, porque manda cuando entra el primero y sufre lo indecible cuando este le falta. ¡°?Nole! ?Nole!¡±, chilla la mayor¨ªa, con los dos banquillos levantados, pura adrenalina. ¡°?Nole! ?Nole!¡±, braman voces gastadas mientras el n¨²mero uno mundial resbala sobre el albero. Como la v¨ªspera, los restos se imponen a los saques. En el momento culminante, ya 5-5 en la cuarta manga, la Copa esperando en el palco de honor a que el campe¨®n la recoja, sale el sol, se disparan las revoluciones. Nadal pega mucho y Djokovic defiende m¨¢s. El serbio ataca con su derecha y el espa?ol se revuelve. Son dos campeones frente a frente, midi¨¦ndose a zarpazos mientras el cielo se nubla y se aclara, deja pasar al sol y a la lluvia, cambiante siempre.
La presi¨®n es m¨¢xima y desdibuja la calidad del juego, marcada al rojo vivo por la tensi¨®n de lo much¨ªsimo que hay en juego: Djokovic, como le ocurri¨® dos veces el domingo, entrega su saque con doble falta, y con ¨¦l se le va el t¨ªtulo, que es el 11? grande del espa?ol.
En Par¨ªs, como tantas veces, demuestra Nadal la fortaleza de su esp¨ªritu. De las ventajas perdidas la v¨ªspera se rehace como un ave f¨¦nix, con su derecha lanzando picotazos de fuego. Del disgusto de desaprovechar un 6-4, 6-3 y 2-0 el domingo emerge vivo en la cuarta manga el lunes. Del abismo de tres finales grandes seguidas perdidas contra el n¨²mero uno, escala hasta el cielo de Par¨ªs para abrazarse en el palco con toda su familia, igual que aquel d¨ªa victorioso de Wimbledon 2008: nadie, ni siquiera el m¨ªtico Bjorn Borg, ha ganado m¨¢s veces en Roland Garros (7) que Rafael Nadal Parera.
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