Ni un segundo m¨¢s de distracci¨®n
El m¨¢s insignificante detalle decide el resultado de un partido
La otra noche, abr¨ª una polvorienta carpeta donde guardo papeles de Helenio Herrera. Yo estaba en Llanes, Asturias. En cuyas playas, ¨¦l y yo, hab¨ªamos jugado al f¨²tbol con la marea baja y los pies descalzos. ?l reside ahora en la isla San Michele, Venecia. Tambi¨¦n conocida como La Isla de los Muertos, por aquello de ser la isla entera un cementerio. All¨ª, sobre la tumba de Stravinsky, juega a las tabas con Ezra Pound y otros excelsos difuntos. Los papeles de Helenio recaban pormenores t¨¦cnicos y t¨¢cticos sobre jugadores y equipos. Reconozco su letra. Menuda y escorada a la derecha. Escribe en franc¨¦s y con tinta azul. De vez en cuando, utiliza abreviaturas ininteligibles. En un cuaderno de desva¨ªda cuadr¨ªcula y desgastadas tapas de hule negro (fechado un 30 de Julio de 1941, el mismo d¨ªa en el que, dicho sea de paso, yo cumpl¨ªa 7 a?os), encuentro la siguiente advertencia: ¡°El m¨¢s insignificante detalle decide el resultado de un partido¡±. Y Helenio a?ade admonitorio: ¡°Basta un segundo de distracci¨®n¡±. 71 a?os despu¨¦s, considero el dictamen oportuno para traerlo a colaci¨®n.
Un segundo de distracci¨®n de nuestros padres pudo ser la causa de nuestra estancia en este mundo. As¨ª mismo, podr¨ªa resultar fatal cruzar una calle sin, preventivamente, mirar a ambos lados. Y, si de f¨²tbol se tratara, un defectuoso control del bal¨®n, un mal pase a tu portero, una mala posici¨®n en el marcaje del contrario o detenerse para reclamar fuera de juego mientras el adversario contin¨²a la jugada, por ejemplo, son torpezas que pueden tener irreparables consecuencias. La t¨¦cnica, la t¨¢ctica, la condici¨®n f¨ªsica y la moral psicol¨®gica resultan cualidades indispensables en un equipo, valga la obviedad. Pero no son, necesariamente, premisas fiables a la hora de augurar los resultados. Ni Funtik, el cerdo de 380 kilos, ni Fred, el astuto hur¨®n de codiciado pelaje, ni Citta, la dulce elefanta que har¨ªa las delicias de cualquier rey, ni el difunto pulpo Paul a la gallega, supongo, ni nuestros botafumeiros gubernamentales, dar¨¢n pie con bola a la hora de emitir sus pron¨®sticos. Esta vez, ya se ver¨¢, ser¨¢ un segundo de distracci¨®n lo que decida la Eurocopa. Bastar¨¢, m¨¢s que nunca, la aviesa trayectoria de una veleidosa pelota, como la del trallazo de Pepe al larguero de Neuer para, en ca¨ªda vertical, acabar rebotando en la l¨ªnea de cal. O el generoso gesto de un ¨¢rbitro complaciente con los anfitriones polacos, como el del espa?ol Velasco Carballo al expulsar caprichosamente al griego Sokratis.
Pudiera ser que todo vaya a depender del minuto en el que se marque el gol fat¨ªdico o providencial, como los que frustr¨® San Casillas o el que fall¨® el ni?o Torres
Quiz¨¢s, a fin de cuentas, pudiera ser que todo vaya a depender del minuto en el que se marque el gol fat¨ªdico o providencial, como los que frustr¨® San Casillas o el que fall¨®, en precipitada vaselina, el ni?o Torres. Ruedan los astros sobre nuestras cabezas, rueda la tierra bajo nuestros pies. Todo es imprevisible, fugaz y cambiante. Es evidente que cualquier desliz de concentraci¨®n mental, elemental querido Watson, puede acarrear una derrota. Pero tampoco debemos olvidar que la distracci¨®n es hermana peque?a del azar. Y el azar, en ocasiones, es llave del hallazgo. A veces, hemos constatado que una pifia, por inesperada, puede propiciar un logro: un remate fallido se convierte en gol por desconcierto del portero, una p¨¦rdida de bal¨®n espolea a quien la ha cometido y provoca, por reacci¨®n, una imprevisible jugada, alguien coge el autob¨²s equivocado y tiene un encuentro afortunado con la persona o lugar que, hac¨ªa tiempo, buscaba.
Todo error tiene su reverso. Menos los de este gobierno que, para colmo, nos trata de peque?os y medianos ciudadanos. ¡°Somos m¨¢s pobres, pero nuestro idioma sigue siendo igual de rico¡±, reflexiona Manuel Alc¨¢ntara en su columna del Comercio de Gij¨®n. ¡°La cuesti¨®n es llamarle a la trampa de 100.000 euros con un nombre m¨¢s adecuado. ?Rescate?, ?ayuda?, ?limosna interesada a bajo inter¨¦s?¡± Desde sus melifluas ¨ªnfulas, Rajoy responde: ¡°No se trata de ning¨²n rescate, sino del fruto de negociaciones mamarias con una nodriza alemana, cuya mano mece la cuna del BCE. L¨¢cteas relaciones, de cuyo contenido, y dudosa leche, nada conocer¨¦is hasta que succion¨¦is las ubres bancarias sin extraer ni gota para vuestro caf¨¦. De momento, peque?os y medianos ciudadanos, no alter¨¦is vuestra intenci¨®n de voto antes de que tambi¨¦n os recortemos la papeleta. Contentaos con saber que¡ ? hemos evitado una intervenci¨®n!¡±.
Menos mal que, con sus intervenciones, Casillas ha evitado otro rescate y un peque?o y mediano ciudadano, llamado Iniesta, con pinta de funcionario recortado o filat¨¦lico compungido, abre resquicios, sin segundos de distracci¨®n, a esa palabra clave, made in Hollande, que tan torpe y tard¨ªamente Rajoy intenta farfullar con la boca peque?a: ¡°cre-ci-mien-to¡±.
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