La sangre fr¨ªa de Del Bosque
El equipo que gole¨® a Irlanda gan¨® por la m¨ªnima y muy a ¨²ltima hora a Croacia. La misma receta no sirve siempre para cualquier adversario ni en todos los partidos, y menos cuando se juega pendiente del marcador simult¨¢neo y, por extensi¨®n, de la clasificaci¨®n para los cuartos de final. Ocurre normalmente en el tercer y ¨²ltimo encuentro de la fase de grupos como ayer en Gdansk. Acostumbran a ser partidos de una tremenda tensi¨®n dram¨¢tica, muy exigentes psicol¨®gicamente, extremadamente peligrosos. Ni que sea de forma involuntaria, o porque media el subconsciente, no se arriesga sino que se intenta no cometer ning¨²n error. Mejor no ser un villano que aspirar a ser un h¨¦roe.
El temor fomenta la especulaci¨®n y la lentitud, como si los contendientes desearan acabar antes de empezar, paralizados ambos por la responsabilidad. Ni siquiera la selecci¨®n espa?ola, maestra en la conservaci¨®n del bal¨®n, a veces excesivamente ret¨®rica, fue ajena al inmovilismo intr¨ªnseco del partido. Aunque figuraba Torres, parec¨ªa que Espa?a jugaba sin 9. Falto de profundidad, no romp¨ªa el equipo, ni abr¨ªa el campo ni se desplegaba con fluidez. Los jugadores que manejaban el partido eran poco agresivos con el bal¨®n y tampoco Xavi pod¨ªa tirar el hilo de juego. Ayer se constat¨® que, aun siendo reconocible, una cosa es jugar a tocar para ganar y otra tocar para no perder.
Al seleccionador siempre le funcionaron los cambios
No solo escasearon las ocasiones de gol, sino que incluso la sensaci¨®n de peligro, que habitualmente se sit¨²a en la cancha contraria, se extendi¨® hasta la propia, excelentemente defendida de nuevo por el capit¨¢n Iker Casillas, decisivo en dos intervenciones: un cabezazo de Rakitic y un tiro de Perisic. La seguridad del guardameta fue capital para corregir las disfunciones de la zaga. La defensa de La Roja es nueva y los centrales todav¨ªa no cierran ni mezclan bien sino que de vez en cuando conceden oportunidades a los delanteros contrarios. As¨ª las cosas, planteado el partido como una pel¨ªcula de Alfred Hitchcock, se impuso la sangre fr¨ªa del salmantino Del Bosque.
Al seleccionador siempre le funcionaron los cambios, incluso cuando la cr¨ªtica anuncia que se ha equivocado, como pas¨® con la entrada en escena de Navas por Torres. Espa?a cambiaba a su delantero centro por un extremo, una apuesta sorprendente si se supone que los futbolistas de banda sirven para poner centros a los rematadores. La hinchada y la prensa extranjera no entend¨ªan por qu¨¦ no sal¨ªa Llorente. La discusi¨®n se acentu¨® cuando irrumpi¨® Cesc, y no el delantero rojiblanco, y dur¨® hasta que Navas resolvi¨® el encuentro despu¨¦s de una asistencia de Iniesta, el ¨²nico jugador que intent¨® continuamente enganchar con los puntas a partir de sus pases filtrados.
Una cosa es jugar a tocar para ganar y otra jugar a tocar para no perder
Cesc pic¨® la pelota para Iniesta y Navas remat¨® a gol, para desespero de Croacia, que primero pidi¨® fuera de juego y despu¨¦s manos del manchego, de la misma manera que antes se hab¨ªa quejado en dos jugadas por posibles penaltis, uno de Ramos y otro de Busquets, acciones que el ¨¢rbitro no consider¨® punibles. No gan¨® Espa?a ni perdi¨® la astuta Croacia por el ¨¢rbitro alem¨¢n Wolfgang Stark. El partido se decidi¨® por un pelo y se lo llev¨® el equipo m¨¢s afortunado y tambi¨¦n el que supo tener m¨¢s paciencia y tino en el momento decisivo, circunstancia que dice m¨¢s a favor de los croatas que de los espa?oles, ni que sea por su condici¨®n de campeones de Europa y del mundo y, por tanto, claros favoritos.
Quiz¨¢ por un exceso de responsabilidad, a La Roja le cost¨® romper el partido, dar velocidad al bal¨®n y acelerar el juego, sorprender a Croacia. No se juntaron bien las l¨ªneas, se expuso el equipo al contragolpe y apenas se remat¨® a porter¨ªa. La incertidumbre se alarg¨® demasiado tiempo y la liberaci¨®n no lleg¨® hasta el antepen¨²ltimo minuto del partido. La Roja estuvo excesivo tiempo expuesta a un error o a un acierto que decidieran su clasificaci¨®n para los cuartos de final y tambi¨¦n su posici¨®n en el grupo C: no era lo mismo ser segunda que primera con vistas a los cruces. El gol de Navas le puso un final de cine para Espa?a.
Ayer se vio que una cosa es jugar al tiqui-taca por gusto y otra por temor. No es precisamente lo mismo. Menos mal que el ¨²nico que no se puso nervioso fue el guionista: Del Bosque. Ning¨²n t¨¦cnico sabe jugar al 1-0 como el seleccionador espa?ol.
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