Ante una cumbre ¨²nica
Espa?a e Italia llegan sin angustias, con sus sellos de identidad intactos, a una final para disfrutar
Unos 11.000 espa?oles, seg¨²n estima la federaci¨®n, recorrer¨¢n este fin de semana 5.600 kil¨®metros para asistir a la gran final de la Eurocopa en Kiev, donde estos d¨ªas se llega a pedir 5.000 euros por noche en un hotel. Muchos, con ese precio, exigen adem¨¢s que se les garantice tres noches. Algunos han encontrado una v¨ªa de escape, alquilar un coche en el que dormir. Este es el campeonato que ha organizado la UEFA, cuyos directivos y patrocinadores copan buena parte de las camas de la capital de Ucrania, que, al igual que Polonia, ha incumplido buena parte de las condiciones exigidas para la concesi¨®n. La UEFA se descolg¨® ayer, por boca de su presidente, Michel Platini, con la ocurrencia de que, a partir de 2020 ¡ªen 2016 ser¨¢ en Francia¡ª la Eurocopa se dispute en 12 ciudades de distinto pa¨ªs. En un torneo sin apenas atm¨®sfera futbol¨ªstica, la pol¨ªtica tambi¨¦n ha hecho mella. Mariano Rajoy y Mario Monti negociaban ayer c¨®mo salvar el boicot de la UE a un pa¨ªs con su ex primera ministra, Yulia Timoshenko, encarcelada tras un proceso irregular.
En este clima, la final reta a los dos ¨²ltimos campeones del mundo, Italia y Espa?a, los mejores equipos del torneo. La Azzurra aspira a su segundo trono europeo en 44 a?os; Espa?a, si suma su tercer t¨ªtulo, igualar¨¢ a Alemania al frente del palmar¨¦s y se convertir¨¢ en la primera selecci¨®n de la historia que logra el triplete de forma consecutiva. El checo Panenka, con aquel penalti de autor, se lo impidi¨® a Alemania en 1976. Nueve de los jugadores espa?oles en Kiev ya disputaron la final de Viena hace cuatro a?os (Casillas, Ramos, Iniesta, Xavi, Cesc, Silva, Torres, Alonso y Cazorla) y otros tres fueron suplentes aquel d¨ªa (Reina, Arbeloa y Albiol). Otra barrera a superar: nunca un jugador ha conquistado dos Eurocopas, si no se toma como referencia al exvalencianista Rainer Bonhof, que estuvo en las plantillas alemanas de 1972 y 1980, pero nunca jug¨® un segundo.
La selecci¨®n espa?ola ya forma parte del olimpo del f¨²tbol, pero a¨²n mantiene su voracidad competitiva
Las estad¨ªsticas revelan la dificultad a la que se enfrenta Espa?a, la dimensi¨®n de lo que ser¨ªa una gesta ¨²nica. La coronaci¨®n de un equipo que ya forma parte del olimpo del f¨²tbol, pero que a¨²n mantiene su voracidad competitiva. La selecci¨®n ha solventado sus problemas de calendario, con convocatorias iniciales en varios episodios diferentes; ha tenido que sobreponerse a una temporada extenuante que para muchos, como los jugadores del Bar?a y el Madrid, empez¨® en la hoguera de la Supercopa, all¨¢ por agosto; ha restaurado la convivencia tras el armisticio entre Casillas y Xavi; y ha tenido que reinventarse para suplir a dos pretorianos como Puyol y Villa, hoy presentes en la final. Con todo, Del Bosque, sereno, prudente, a su manera, ha logrado conducir al grupo hasta su quinta gran final. Un ¨¦xito rotundo para Espa?a que solo puede mejorar. Al margen del resultado de hoy, la selecci¨®n sale del campeonato muy reforzada, con la etiqueta de equipo ganador. La explosi¨®n de Viena y el remate de Sud¨¢frica no fueron casuales. En el deporte no es f¨¢cil, desde luego, alargar los ciclos, por lo general ef¨ªmeros.
Para el punto final, Espa?a deber¨¢ superar a un adversario al que respalda, no solo su hoja de servicios, sino su magn¨ªfica actuaci¨®n en este campeonato. Ha sido el ¨²nico equipo capaz de marcar un gol a Espa?a, a la que puso contra las cuerdas en la primera fase. Entonces, Cesare Prandelli logr¨® deste?ir a Espa?a con su planteamiento, una defensa de cinco. Ayer anticip¨® que no la repetir¨¢. Del Bosque, fiel a su costumbre, no dio pista alguna sobre su f¨®rmula, aunque la opci¨®n de Cesc en la delantera parte como primera opci¨®n.
La ¨²ltima pista de Italia fue su duelo con Alemania, no fue de fogueo, y la escuadra de Prandelli confirm¨® punto por punto lo que ya apuntaba, la revoluci¨®n iniciada con la pelota como eje. Con futbolistas como Buffon, Pirlo, De Rossi y Cassano, que ya parec¨ªan en liquidaci¨®n, la imprevisibilidad de Balotelli y los interesantes fogonazos de jugadores como Marchisio y Montolivo, Italia ha regresado a la cima con un formato muy diferente al que la gradu¨® en el Mundial de Alemania de 2006. Mejorado su f¨²tbol, m¨¢s fresco y con menos enredos, los italianos no han perdido un ¨¢pice de su resistencia, de su gen¨¦tica capacidad para buscarse la vida y descorchar a rivales en apariencia m¨¢s jer¨¢rquicos. Italia, en s¨ª misma, es una marca, un sello. Espa?a, tambi¨¦n. Ninguno llega con angustias. Italia est¨¢ en transici¨®n y donde pocos la esperaban; su contrario ha interiorizado que un resbal¨®n no rebajar¨ªa sus excelencias. Por eso el encuentro es un motivo para disfrutar.
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