Joviales pesimistas
Antes de que Dios fuera una part¨ªcula, sab¨ªamos que jugaba a los dados. Ahora, finalizada la Eurocopa, ni Dios ni Higgs saben a qu¨¦ juegan sus part¨ªculas
Hemos hallado la part¨ªcula clave para la comprensi¨®n del universo. Es como si comprendi¨¦ramos el f¨²tbol porque hemos encontrado el bal¨®n. Antes de que Dios fuera una part¨ªcula, sab¨ªamos que jugaba a los dados. Ahora, finalizada la Eurocopa, ni Dios ni Higgs saben a qu¨¦ juegan sus part¨ªculas.
La vida y el f¨²tbol ser¨ªan un todo ordenado y elegante al alcance del entendimiento del ser humano, como demostr¨® La Roja
Uno se pregunta si la comprensi¨®n del universo nos har¨¢ felices, reducir¨¢ el d¨¦ficit o bajar¨¢ la prima de riesgo. Hace casi 2.000 a?os, Ep¨ªcteto consideraba la inteligencia como una penetraci¨®n del cuerpo intangible de Dios en la materia y, en consecuencia, ni la vida ni el f¨²tbol ser¨ªan una mera sucesi¨®n de hechos fortuitos y carentes de sentido, sino un todo ordenado y elegante al alcance del entendimiento del ser humano, como demostr¨® con La Roja el marqu¨¦s de Del Bosque sin necesidad de m¨¢s bos¨®n que un bal¨®n. Fuera de los estadios y del rect¨¢ngulo de hierba donde la masa pasta, m¨¢s all¨¢ de la interacci¨®n gravitatoria del gran acelerador que detect¨® la part¨ªcula divina y del arm¨®nico universo de Ep¨ªcteto, citar¨¦ el dictamen del sabio Campmany: ¡°Desde Ad¨¢n y Eva, en este mundo, todo va perfectamente mal¡±. Bueno, por supuesto, Juli¨¢ de Campmany no era ning¨²n fil¨®sofo griego sino un presidente de la Federaci¨®n Catalana de F¨²tbol en los a?os 60. Cuando le conoc¨ª, sufr¨ªa frecuentes ataques al coraz¨®n que combat¨ªa con tragos de whisky. Se declaraba ¡°un jovial pesimista¡±. En aquellos tiempos, el whisky era considerado una adecuada medicina contra el infarto y contra el pesimismo.
Uno se pregunta si la comprensi¨®n del universo nos har¨¢ felices, reducir¨¢ el d¨¦ficit o bajar¨¢ la prima de riesgo
He conocido jugadores euf¨®ricos de noche y melanc¨®licos de d¨ªa. Uno de ellos, para mitigar la melancol¨ªa, siempre llevaba consigo una petaca de whisky y beb¨ªa a hurtadillas antes de los partidos. Sol¨ªa jugar bastante bien y nadie notaba nada, hasta que, en una ocasi¨®n, el masajista descubri¨® la petaca entre las toallas y, en cuartelera complicidad con otros jugadores, cambi¨® el contenido por orina. Lo chusco del asunto es que el jugador en cuesti¨®n, sabi¨¦ndose espiado, bebi¨® sin pesta?ear y jug¨® mejor que nunca.
En cualquier caso, la sustituci¨®n del whisky por orina es un experimento, sin duda indecente, pero inocente si lo comparamos con esos otros experimentos a que, sin nuestra aquiescencia, nos someten los euf¨®ricos chicos y chicas del CERN o los joviales pesimistas de nuestro gobierno: ¡°Esto no es m¨¢s que el principio¡±, nos anuncian al un¨ªsono sin explicarnos las consecuencias, que desconocen, ni c¨®mo ni cu¨¢ndo sobrevendr¨¢ ese feliz final que con tanta ligereza y soberbia prometen. Vi¨¦ndoles y oy¨¦ndoles, uno tiene la sospecha de que, como dir¨ªa Campmany, ¡°todo va perfectamente peor¡±.
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