Sin Pep y con Tito
El Bar?a afronta el reto de saber si el m¨¦todo y el estilo sobreviven al entrenador m¨¢s admirado
Hoy empieza a entrenarse el Barcelona sin Pep Guardiola y con Tito Vilanova. As¨ª contado, dicho de carrerilla, hasta puede parecer lo m¨¢s natural, como si formara parte de un plan l¨®gico, propio de un director deportivo tan sensato como Andoni Zubizarreta: el segundo entrenador de un equipo admirado por un estilo de juego personal e innegociable, como si hubiera dado con la f¨®rmula de la Coca-Cola, sustituye al primero, la mejor manera de perseverar y mantener el secreto del m¨¦todo. El f¨²tbol, sin embargo, no funciona como una bebida ni se vende con receta, y menos en un club cainita como el azulgrana. La sospecha es que al barcelonismo no le ser¨¢ f¨¢cil familiarizarse con la ausencia de Guardiola y la presencia de Vilanova porque aparentemente formaban parte de un todo, la unidad era indivisible.
A los jugadores, a los directivos, a los aficionados, les costar¨¢ vivir sin saber qu¨¦ piensa Guardiola, acostumbrados todos a pasar por su rueda de prensa, para saber qu¨¦ est¨¢ bien y qu¨¦ est¨¢ mal, impregnados de una moral colectiva a prueba de fuerzas enemigas tan poderosas como el Madrid de Florentino y Mourinho. Acepta la gente que Guardiola se ha ganado el derecho a descansar despu¨¦s de quedarse sin energ¨ªa por levantarse cada d¨ªa muy temprano, y le estar¨¢ eternamente agradecida por una obra de gobierno que ha convertido en referencia mundial al Barcelona. El f¨²tbol del equipo ha superado en pocos a?os la hist¨®rica liturgia del club y su hinchada canta a capela, todos a una: ¡°Ser del Bar?a ¨¦s el millor que hi ha¡±.
Ocurre que el adi¨®s de Guardiola ha estado envuelto de un cierto misterio, tal que a juicio de los dem¨¢s no se hubiera sincerado del todo, ya sea por su bien o el de la entidad, como si no estuviera conforme, no ya con su decisi¨®n, sino con sus consecuencias. El personaje que se va a Nueva York no es el mismo que debut¨® en Premi¨¤. No se sabe muy bien si le ha podido el cansancio o le faltaba entusiasmo. As¨ª lo quiere ver al menos la gente, ni que sea porque su salida de escena ha sido tan sobrecogedora que muchos son los que se demandan todav¨ªa qu¨¦ ser¨¢ de ellos m¨¢s que qu¨¦ ser¨¢ de Guardiola. Ya se sabe que mientras la derrota se combate, la tristeza se sufre y se arrastra incluso cuando se viaja, ni que sea a Am¨¦rica. Ni Guardiola sabe seguramente qu¨¦ le aguarda al Bar?a, por m¨¢s que le desee lo mejor: si ¨¦l no se atrevi¨® a seguir con Tito, no va a decir ahora que solo con Tito la vida azulgrana ser¨¢ de color de rosa.
No es verdad que el equipo es tan bueno que va solo, sino que precisa ser intervenido
Aunque el futuro sea incierto, si hay alguien que merec¨ªa sustituir a Guardiola era Vilanova, incluso sin que todav¨ªa se sepa qu¨¦, ni por qu¨¦, ni qui¨¦n, adem¨¢s obviamente de la intervenci¨®n decisiva de Zubizarreta, medi¨® para que pasara de intentar convencer a su jefe para que siguiera a aceptar el cargo, secuencia vital para completar el relato. Y es posible que al Barcelona le vaya bien con Tito. Al nuevo entrenador, en cualquier caso, le aguarda una tarea ardua y complicada. No es verdad que el equipo es tan bueno que va solo, sino que precisa ser intervenido. Hay que aplicar medidas que suponen un desgaste para el t¨¦cnico y puede que requieran la misma fuerza que tuvo Guardiola ¡ªy ahora no tiene¡ª cuando alcanz¨® el Camp Nou y prescindi¨® de Ronaldinho, Deco y Eto¡¯o.
No se trata de echar a nadie sino de afrontar situaciones que se han dilatado, resituar el papel de cada futbolista y actualizar la clasificaci¨®n del campeonato de egos. M¨¢s que de cuestiones estructurales propias de un equipo de la categor¨ªa del Barcelona, como decidir si se impone fichar un central y/o un delantero, conviene resolver asuntos que afectan a la convivencia, consustanciales a futbolistas cada vez m¨¢s campeones, m¨¢s famosos, m¨¢s exigentes con su cuota de poder. Hay que preguntar a Vald¨¦s por qu¨¦ cambia cada temporada el entrenador de porteros; acordar la participaci¨®n de Xavi y Puyol de acuerdo con su edad; saber de qu¨¦ debe jugar Cesc; implicar al m¨¢ximo a Piqu¨¦ en la causa com¨²n; evaluar la recuperaci¨®n de Villa; y contextualizar muy bien el papel y la influencia de Messi.
A Messi se le espera m¨¢s descansado y responsabilizado y se supone que tambi¨¦n menos ni?o. La finalidad de La Pulga no deber¨ªa ser retener el Bal¨®n de Oro, como evidencia de que sigue siendo el mejor del mundo por cuarto a?o, sino ganar la Liga y la Champions. El truco no est¨¢ en satisfacerle con la alineaci¨®n, y menos despu¨¦s de que exteriorizara en el vestuario sus berrinches por la derrota, sino en dar con la formaci¨®n que garantice el mejor juego del equipo. Nadie como Guardiola ha ayudado a agrandar la leyenda de Messi. Se desvivi¨® tanto por el argentino, y tambi¨¦n por dar cabida a las figuras del plantel, que a veces, sobre todo en los partidos cumbre, el once titular pareci¨® forzado, indescifrable, por no decir exc¨¦ntrico, como si resultara muy complicado para el t¨¦cnico conjugar los intereses de la Pulga con los del Bar?a.
Igual el Barcelona gana naturalidad sin Guardiola. Ya se da por descontado que, adem¨¢s de autoridad, seducci¨®n y discurso, perder¨¢ liderazgo. A la directiva le toca decidir sobre las muchas funciones que asumi¨® el exentrenador: respecto a las que deben ser absorbidas por el consejo o los empleados cualificados y las que no tienen continuidad por personales e intransferibles. El momento es crucial para constatar si, mientras tanto, el club ha mejorado como parece en organizaci¨®n y estructura con dos directores generales como Antoni Rossich y Zubizarreta y si el equipo puede volver al abecedario futbol¨ªstico, ser m¨¢s espont¨¢neo y menos sofisticado, m¨¢s normal. Es el momento de comprobar si el m¨¦todo sediment¨® suficientemente para combatir al menos la capacidad autodestructiva del club.
La colaboraci¨®n de Zubizarreta y del presidente Sandro Rosell con Vilanova es vital. Quiz¨¢ se impone un trabajo colegiado m¨¢s que de autor, una declaraci¨®n de intenciones inequ¨ªvoca, para combatir la denuncia de quienes sostienen que el Bar?a no solo se ha dejado diez mil socios con la crisis sino que va perdiendo grandeza en cada cambio despu¨¦s de que los segundos hayan pasado a ser los primeros y los terceros sean los segundos. No basta a veces con correr el escalaf¨®n, sino que se impone reforzar la figura de Vilanova como entrenador y no como sustituto de Guardiola, e insistir en la l¨ªnea trazada por Zubizarreta y Rosell el d¨ªa en que se oficializ¨® el relevo.
El papel de Rosell no es f¨¢cil. Ha intentado ganarse la confianza del socio a partir del control impecable de la caja de caudales ¡ªcosa que siempre funciona en el Bar?a porque no solo garantiza su salud financiera sino que sirve para que no se dude sobre los negocios del presidente¡ª, y ha practicado el laissez-faire en la cancha a favor del entrenador. Ahora le toca atender de forma responsable las peticiones de Vilanova. No conviene despilfarrar ni tampoco que se dude sobre la pol¨ªtica de Rosell en el sentido de que tratar¨ªa de ganar tiempo para llevar a los suyos si las cosas no van bien. A saber: posibles fichajes como el de Neymar no deber¨ªan utilizarse solo como un comod¨ªn del presidente sino como una opci¨®n para el t¨¦cnico. Hay que evitar las dobles lecturas, apostar por un plan com¨²n.
El asunto compete tambi¨¦n a Vilanova. Necesita ganarse el vestuario despu¨¦s de hacerse valer como entrenador en la negociaci¨®n de su contrato. No es sustituto de nadie. Se le considera y se le tiene a efectos econ¨®micos como el mejor t¨¦cnico para el Bar?a. Ahora le toca ejercer en la cancha ante Messi con la misma determinaci¨®n que se emple¨® en el despacho de Zubizarreta. Una vez golpeado por la enfermedad, nadie vive el presente con la intensidad de Tito por m¨¢s que quiera asegurarse el futuro de los suyos. Los jugadores deber¨ªan saber por su boca que no dejar¨¢ de hacer lo que posiblemente no quiso hacer Guardiola. A diferencia de su antecesor, Tito no tiene amigos ni enemigos sino multitud de esc¨¦pticos que suspiran porque las cosas le salgan bien, para suerte suya y del Barcelona.
Se trata de resituar el papel de cada futbolista y actualizar el campeonato de egos
Y el objetivo no deber¨ªa ser disputar la final de la Champions con 11 futbolistas de la Masia, sino pelear por el t¨ªtulo con un equipo que responda a la carta de naturaleza del Bar?a, un club catal¨¢n que defiende la diversidad y la integraci¨®n frente al sectarismo y la xenofobia. Una cosa es fomentar una cultura de juego particular a partir de la cantera y otra pensar que no hay mejores jugadores que los formados en sus equipos inferiores. La historia azulgrana no ser¨ªa la misma sin Platko, Kubala, Cruyff, Romario o Ronaldinho. Messi jam¨¢s habr¨ªa sido Messi si antes Ronaldinho no hubiera sacado al Bar?a del confesionario de Joan Gaspart. Aunque las salidas de Keita y Tour¨¦, as¨ª como la enfermedad de Abidal, han potenciado al Bar?a B, no hay que dejar de enriquecerse en el mercado como ya pas¨® con Alves, Villa, Mascherano o Alexis.
El mestizaje ayuda a mejorar, combate el narcisismo y la endogamia, de la misma manera que el mercadeo favorece el negocio y el nepotismo y arruina a la entidad. El Bar?a ha aprendido supuestamente con el tiempo y, por tanto, se da por superada la etapa de la improvisaci¨®n, cuando se impon¨ªa la intuici¨®n por encima del m¨¦todo. No se trata de prescindir del consejo de figuras como Carles Rexach, hilo conductor de la historia del Bar?a, sino de confiar tambi¨¦n en el laboro de Zubizarreta. La mejor noticia que podr¨ªa recibir Guardiola, sea en Nueva York o en Londres, es que no se le espera en Barcelona para que vuelva a ser entrenador sino como sumo sacerdote, se?al de que el equipo aprendi¨® tanto de su incomparable legado que da igual como se llame el t¨¦cnico que se sienta en el banquillo. Muy pocos entrenadores como Vilanova soportar¨ªan mejor el anonimato que supone suceder a un t¨¦cnico de la grandeza de Guardiola.
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