As¨ª se borra una leyenda
La Uni¨®n Ciclista Internacional anunciar¨¢ hoy en Ginebra si oficializa la nueva verdad de Armstrong y de la d¨¦cada pasada y deja sin ganador los siete Tours de 1999 a 2005
Al final de El hombre que mat¨® a Liberty Valance, despu¨¦s de que James Stewart hubiera contado a un periodista que, en realidad, no fue ¨¦l como la leyenda cantaba, sino John Wayne quien matara muchos a?os antes al mat¨®n Valance (Lee Marvin), el editor del peri¨®dico ordena a reportero romper todas las notas. ¡°Cuando la leyenda se convierte en realidad, imprime la leyenda, no los hechos¡±, le dice.
As¨ª era antes en Estados Unidos, un pa¨ªs cuya gran historia, la de la conquista del Oeste en el siglo XIX, se cont¨® por los conquistadores en forma de cantar de gesta, de leyenda.
As¨ª era antes en el ciclismo, antes de que la ¨¦pica se convirtiera en abusado recurso literario: cada ciclista era un mito; cada victoria, una gesta.
McQuaid deber¨¢ responder tambi¨¦n de la responsabilidad de la UCI en el caso
La guerra de Vietnam, la verg¨¹enza, cambi¨® la forma de narrar, de mirar, la historia de Estados Unidos. Los esc¨¢ndalos de dopaje, las investigaciones policiales, cambiaron la mirada hacia el ciclismo: los hechos, de repente, empezaron a tener m¨¢s importancia que la leyenda.
Lance Armstrong, la ¨²ltima leyenda, es ciclista, es estadounidense. La nueva leyenda, la nueva verdad, los hechos, son ahora el informe de la Agencia Antidopaje de Estados Unidos (USADA), 202 folios narrados con la voz, su verdad, de todos los excompa?eros de Armstrong, los nuevos h¨¦roes, el nuevo ciclismo.
A todo ello, asumido por la afici¨®n y la sociedad en las ¨²ltimas semanas (ayer, el New York Times daba peso a la nueva leyenda imprimiendo la historia de c¨®mo todos los examigos de Armstrong, tiranizados y abducidos, perdieron el miedo y empezaron a hablar a las autoridades), solo le falta el sello oficial, el que le deber¨ªa dar hoy la Uni¨®n Ciclista Internacional (UCI), que anunciar¨¢ a la una de la tarde en Ginebra si las conclusiones de la USADA en su informe est¨¢n lo suficientemente argumentadas para convertirlas en ley mundial y declarar desiertos de ganador los siete Tours en los que se impuso el tejano, de 1999 a 2005. Convertir¨ªa el 22 de octubre de 2012 en una especie de 14 de julio de 1789, en la fecha oficial del comienzo de una nueva era en la historia, la que deber¨ªa acabar con el horror.
Pese al peso de los 202 folios, m¨¢s los centenares de documentaci¨®n de apoyo, la UCI podr¨ªa estar tentada de concluir que esos papeles no valen para nada (lo que alargar¨ªa la agon¨ªa del caso con una vista ante el Tribunal Arbitral del Deporte) o zanjar salom¨®nicamente invocando la prescripci¨®n de ocho a?os que fija la AMA y privando al norteamericano solo de sus dos ¨²ltimos Tours.
Con ello, el organismo que durante la ¨¦poca de Armstrong presidi¨® Hein Verbruggen proteger¨ªa tambi¨¦n su responsabilidad en la construcci¨®n de la leyenda Armstrong, un personaje que tan bien le fue al ciclismo tras el caso Festina. Dejando a un lado la a¨²n no demostrada acusaci¨®n de que tap¨® dos positivos de Armstrong, los testimonios de los ciclistas ante la USADA (los de Landis y Jacksche, sobre todo) tambi¨¦n cuentan c¨®mo ni Verbruggen ni su sucesor, Pat McQuaid, quisieron que sus denuncias fueran investigadas. Tambi¨¦n cuentan, Hamilton sobre todos, c¨®mo Armstrong, que don¨® 200.000 euros a la UCI, llegaba a usar la lucha contra el dopaje en provecho propio haciendo que la UCI controlara m¨¢s estrechamente a aquellos que le molestaban. Todo ello, claro, son leyendas.
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