La bronca alcanza a Pochettino

La bronca avanza como una lengua de fuego por Cornell¨¤-El Prat. Ahora mismo ya alcanza incluso al entrenador, Mauricio Pochettino, un referente en la vida del Espanyol. Ya se sabe qu¨¦ pasa cuando las derrotas queman: se convocan elecciones a destiempo, la grada se fractura, los ¨¢rbitros se vuelven inmisericordes, los comit¨¦s doblan las sanciones, las alineaciones salen chamuscadas y al t¨¦cnico se le pregunta si la junta le ha ratificado. La hinchada combina el ruido infernal de quienes piden la dimisi¨®n del nuevo presidente antes de que se siente en el palco con el silencio sepulcral.

Ayer, a la hora del ¨¢ngelus, se contaban unos 20.000 feligreses periquitos en el estadio, aficionados tan animados como desesperados, todos muy vivos y algunos especialmente combativos con la junta, y cuando Man¨¦ puso el 0-2 para el Getafe, ya muy al final, el n¨²mero de espectadores se hab¨ªa reducido a 5.000. La mayor¨ªa hab¨ªa optado por regresar a casa y poner la radio para saber de la suerte de Pochettino. El futuro del t¨¦cnico depende al parecer del d¨ªa en que el consejo encuentre el dinero suficiente para pagar el doloroso finiquito. Nadie da con la tecla para cambiar la din¨¢mica que ha llevado hasta el puesto de colista al Espanyol.

Toca y toca Pochettino al equipo y no hay manera de que se ponga en marcha, y mucho menos en Cornell¨¤-El Prat. El factor campo es hoy un problema para el equipo de casa. Arde Troya en cada jornada. La ira arranca en la Curva y el grito se extiende por el campo porque los futbolistas no rascan bola. Al rival, tanto da qui¨¦n sea, de d¨®nde venga y qu¨¦ puesto ocupe en la tabla, le alcanza con aguardar con cierta paciencia a que el Espanyol se consuma como un pitillo, desnortado y desquiciado, presa de la angustia.

El Getafe jug¨® una buena media hora, gener¨® cuatro ocasiones consecutivas y marc¨® un buen gol: tom¨® la pelota Pedro Le¨®n y regate¨® hasta a su sombra, aplaudido por sus marcadores, para acabar la jugada con un tiro junto al poste izquierdo de Cristian ?lvarez. Hasta el descanso no reaccion¨® el Espanyol, convertido en un saco de nervios. Tampoco le vali¨® encomendarse al inicio de la segunda parte a la irracionalidad del intenso Wakaso. A Longo le templ¨® el pulso tres veces y no atinaron Albin y Stuani cuando mejor atacaban los blanquiazules, abandonados por la suerte, remachados por Man¨¦.

No tiene gol el Espanyol y en cada jornada se repiten sus errores defensivos y las p¨¦rdidas de bal¨®n en la divisoria. No cierra ni combina ni remata bien. As¨ª las cosas, visto que los jugadores no van, irritada como est¨¢ la afici¨®n y angustiada la directiva, parece que ha llegado el momento de preguntar por el entrenador. Y Pochettino, de momento, afirma: ¡°No tengo la cobard¨ªa para salir corriendo¡±. No encuentra el Espanyol el punto de inflexi¨®n y en Cornell¨¤-El Prat se silba a Alvarito V¨¢quez, el ariete del Getafe, el s¨ªntoma de lo que pudo ser el Espanyol y de momento no es, y se invoca a Tamudo.