Mourinho reta a un Bernab¨¦u casi vac¨ªo

Jos¨¦ Mourinho convoc¨® al madridismo en el Bernab¨¦u a las 21.20. Dijo que lo hizo para invitar al p¨²blico a que lo pitara. A que descargara su rabia. El acto, una extravagancia, implic¨® el desaf¨ªo a la hinchada m¨¢s austera del mundo. Despu¨¦s de dos a?os y medio, el m¨¢nager no ha comprendido el car¨¢cter que tienen estos hinchas. Si la concurrencia fue un s¨ªntoma de su arrastre social, las cerca de 5.000 personas que llegaron al campo a la hora se?alada no suponen gran cosa. La inmensa mayor¨ªa de la afici¨®n observa a Mourinho con indiferencia.

Don Omar cantaba Hasta que salga el sol por la megafon¨ªa del estadio cuando el m¨¢nager, con toda la gravedad de quien se toma muy en serio a s¨ª mismo, sali¨® al campo. Permaneci¨® inm¨®vil a unos metros de los banquillos, de espaldas a una nubecilla de fot¨®grafos y c¨¢maras, ante un Bernab¨¦u medio vac¨ªo. La gente que acudi¨® se dividi¨®. La mitad se reparti¨® entre aplausos y c¨¢nticos. La otra mitad oscil¨® entre el silencio y los silbidos.

La idea de provocar al p¨²blico gener¨® divergencias en el entorno del entrenador. Hubo alg¨²n empleado del club que le recomend¨® que no conven¨ªa agitar a la gente, que la ira del p¨²blico se le podr¨ªa volver en contra. Que los ¡®happenings¡¯ no eran prudentes antes de un derbi tan importante. Mourinho, seg¨²n fuentes del club, entendi¨® que a falta de 40 minutos para el partido no habr¨ªa mucha gente dispuesta a cargar contra ¨¦l. Que no hab¨ªa nada que perder. Decidido a convertirse en el protagonista, salt¨® al campo envuelto en un abrigo negro. Ante una mayoritaria indiferencia.