El Deportivo se queda sin br¨²jula

La frontera entre la temeridad y la valent¨ªa es muy sutil, el cementerio est¨¢ lleno de valientes y de los temerarios pronto se pierden noticias. Tras poner los cimientos de una bals¨¢mica remontada despu¨¦s de igualar un marcador desfavorable de dos goles a base de fe y porf¨ªa, con el Betis contra las cuerdas, el t¨¦cnico del Deportivo tom¨® una de esas decisiones que le retratan, sostiene su fama, como un entrenador que camina siempre hacia la victoria. Retir¨® a un central, Roderick, para dar entrada a un delantero, Bodipo; dej¨® una l¨ªnea trasera con tres hombres y abri¨® como un mel¨®n un partido que ten¨ªa de cara. Tocado como estaba el Betis, golpeado por una igualada que lleg¨® en apenas cuatro minutos, le insufl¨® un segundo aire. Le ofreci¨® referencias atr¨¢s y le abri¨® una autopista con varios carriles para llegar a Aranzubia. Por una de ellas recibi¨® el tanto que le derrot¨®, un golazo de Campbell. Oltra camin¨® hacia el abismo. Averi¨® a su propio equipo, que perdi¨® la iniciativa y el empuje que hab¨ªa encontrado despu¨¦s de verse derrotado. De nuevo con media hora por delante, no solo lanz¨® una moneda al aire sino que tom¨® una decisi¨®n fatal. ¡°A veces hay que saber que un punto es un punto¡±, resumi¨® el presidente Lendoiro, que evit¨® entrar en valoraciones m¨¢s expl¨ªcitas sobre el trabajo de su entrenador. ¡°Quise ganar el partido¡±, explic¨® Oltra, eficaz defensor ante los micr¨®fonos.

Al Deportivo le hab¨ªa costado verse cara de ganador. Le dolieron los dos goles del Betis, ambos de Rub¨¦n Castro. El primero le retrata como lo que es, un delantero muy solvente. Recibi¨® en campo rival, toc¨® hacia un flanco, corri¨® en busca del remate, liviano como es gan¨® la posici¨®n y toc¨® con la testa sutilmente hacia un poste ante la apat¨ªa de Roderick, un central con m¨¢s cuerpo que fiereza. Tras el alarde, Rub¨¦n Castro se?al¨® su nombre y apellido en la camiseta y se lo mostr¨® a Riazor. Estuvo siete temporadas bajo la disciplina del Deportivo. Jug¨® apenas una treintena de partidos con su escudo, la mayor parte de ellos como sustituto. Ninguneado, fue moneda de cambio y habitual en las cesiones con hasta cinco destinos. Siempre marc¨® all¨¢ donde estuvo porque el gol en ocasiones es una cuesti¨®n tiene m¨¢s que ver con el instinto que con el talento.

A otros les cuesta m¨¢s. Por ejemplo a Riki, un tit¨¢n en cuanto a condiciones, con velocidad, desmarque y disparo, pero al que no le sobra punter¨ªa. Amante y practicante de la actividad cineg¨¦tica como es, atesora las virtudes del buen cazador: es paciente y tenaz. Empez¨® desperdiciando una oportunidad ante Adri¨¢n que figurar¨¢ entre lo m¨¢s granado de su cat¨¢logo de imprecisiones. El gol, apenas pasado el cuarto de hora, hubiera abierto otro partido y de paso premiado las iniciales buenas intenciones del Deportivo, que durante el primer tramo del partido recuper¨® la pelota m¨¢s arriba de lo acostumbrado y con ello no solo gener¨® caudal ofensivo sino que aisl¨® su porter¨ªa de zozobras. Ya se sabe que para defender bien nada mejor que evitar que la pelota se acerque por la zaga. El Betis no lo pas¨® bien, tuvo problemas para encontrar a Be?at y sus hombres r¨¢pidos se quedaron sin lanzador. El Deportivo era m¨¢s. Fall¨® Riki, pero apareci¨® Valer¨®n, que envi¨® un remate al larguero desde la cabeza del ¨¢rea. Pizzi y Bruno Gama eran Zipi y Zape, bulliciosos, peleones, imaginativos. Las dos apariciones de Rub¨¦n desnortaron al Deportivo, pero Riki se cobr¨® dos piezas antes de que Oltra tirara la br¨²jula al mar.