¡°Eleg¨ª mi camino y lo segu¨ª¡±
?scar Freire, uno de los ¡®grandes¡¯ de Espa?a, cuelga la bicicleta ante toda su gente
Forastero toda su vida en el ciclismo, finalmente, a los 36 a?os, ?scar Freire termin¨® sinti¨¦ndose forastero del ciclismo, extra?o, como si aquello en lo que se hab¨ªa convertido el ciclismo estuviera a a?os luz de lo que aprendi¨®, de aquellos misterios que Cundo empez¨® a desvelarle cuando ten¨ªa nueve a?os por las calles de los pol¨ªgonos industriales de Torrelavega. Hab¨ªa llegado el momento de dejarlo.
Que ese mundo ya dejaba de ser su mundo lo not¨® por primera vez har¨¢ un par de a?os, cuando dec¨ªa: ¡°Cada vez es m¨¢s dif¨ªcil ser sprinter y buena persona a la vez. Cada vez hay que ser m¨¢s cabr¨®n a la hora de meterse en el sprint. Hay corredores incorrectos y corredores que act¨²an de mala manera. Y cada vez hay m¨¢s de estos, con los que uno si no frena se come la valla. El ciclismo es cada vez m¨¢s peligroso, m¨¢s ca¨ªdas, m¨¢s nervios, m¨¢s inconsciencia¡±.
Hablaba entonces Freire, eso pueden pensar los j¨®venes que llegan peg¨¢ndose con Cavendish, como un viejo asustado, pero no era eso, no era solo eso, hab¨ªa m¨¢s por lo que no sent¨ªa este ciclismo como el suyo. ¡°Los compa?eros del equipo me envidian porque me entreno menos que ellos¡±, dec¨ªa. ¡°El problema es que cada vez en el ciclismo la gente se deja guiar m¨¢s por preparadores, por entrenadores y por lo que les dice el director. Es una equivocaci¨®n. Cuando falta todo eso, hay muchos que est¨¢n perdidos. Yo el pinganillo lo llevo porque es una obligaci¨®n. Cada uno debe saber d¨®nde est¨¢, hay situaciones en las que el director no puede hacer nada y el corredor no sabe qu¨¦ hacer tampoco. Ah¨ª se falla: pocos tienen iniciativa propia¡±.
Freire anunci¨® que lo dejaba un minuto despu¨¦s de terminar su ¨²ltimo Mundial, en septiembre, en Holanda, su patria ciclista. Lo escenific¨® formalmente el s¨¢bado, en un sal¨®n de bodas de Puente Viesgo, su tierra vital, ante toda su familia, que tanto le quiere, y m¨¢s de un centenar de amigos, al final de una alegre fiesta. Llegado el momento, cogi¨® su vieja Olmo, aquella con la que debut¨® como profesional en 1998, la misma con la que un a?o despu¨¦s gan¨® su primer Mundial, y la colg¨® ceremonialmente de un gancho en la pared.
En el ciclismo actual cada vez es m¨¢s dif¨ªcil ser ¡®sprinter¡¯ y buena persona a la vez
¡°Como dicen en Italia, he puesto la bici al chiodo¡±. Colgar la bicicleta se dice en Espa?a, pero ¨¦l no pudo impedir que le saliera del alma la expresi¨®n italiana: su cultura ciclista ha sido toda la vida cualquier cosa menos espa?ola, ha sido de los pa¨ªses en los que aman las cl¨¢sicas de un d¨ªa, de Italia, de B¨¦lgica, de Holanda¡
Cuando un ciclista se retira, uno se lo imagina encerrado en su casa las noches de invierno tristes repasando ¨¢lbumes con fotos de sus victorias, releyendo recortes de prensa con su vida ¡°construida en papel y tinta¡± (la met¨¢fora hermosa que us¨® su mujer, Laura, al presentar el homenaje), repasando su carrera, recontando sus t¨ªtulos. Si Freire, que seguir¨¢ viviendo en Suiza al menos dos a?os m¨¢s, mientras le terminan la casa en su pueblo, mientras sus hijos siguen en la escuela, acabar¨¢ as¨ª, no se sabe, pero as¨ª no empez¨® su despedida el corredor m¨¢s at¨ªpico nacido del ciclismo espa?ol. Y uno de los m¨¢s grandes. Al hablar de su vida pasada, no habl¨® de su carrera, habl¨® de personas, de la gente que le hab¨ªa hecho ser lo que era.
Habl¨® de su t¨ªo Antonio, que le regal¨® su primera bicicleta; de su abuela, ¡°la fan n¨²mero uno¡±; de su hermano Antonio, que le torturaba cuando hac¨ªa tras moto; de Cundo, su director en infantiles, cadetes y juveniles, que le cantaba jotas aragonesas a pleno pulm¨®n cuando viajaban en coche a las carreras (¡°no necesit¨¢bamos radio¡±, dijo Cundo, que se solt¨® otra jota en el acto, y que tambi¨¦n record¨® que le dio masaje unos d¨ªas antes de su primer Mundial de Verona en 1999 y que entonces le predijo que lo ganar¨ªa); habl¨® de Rivero, Mantilla, Collantes y Matxin, sus directores en aficionados; de la gente que le acogi¨® en su casa en Italia cuando entr¨® en el Mapei; de sus compa?eros, de Horrillo y Flecha, compa?eros de exilio, tambi¨¦n apasionados de las cl¨¢sicas; de sus amigos del barrio, que estaban todos all¨ª, que fueron los que m¨¢s expectativas ten¨ªan, su mayor presi¨®n: ¡°Pensaban que iba a ganar 15 Mundiales, siento haberles decepcionado¡±.
No me quejo: siempre agradecer¨¦ a los de fuera que me quieran m¨¢s que los de casa
Tambi¨¦n habl¨® de Gonz¨¢lez Linares, del exciclista vecino que intent¨® guiar sus primeros pasos en la jungla del profesionalismo. ¡°Me ayud¨® mucho, sobre todo cuando las lesiones¡±, dijo. Y Gonz¨¢lez Linares, all¨ª, en una mesa, asent¨ªa. ¡°Y yo mismo las pas¨¦ canutas, sufr¨ª porque pens¨¦ que hab¨ªa metido la pata¡±, dice Gonz¨¢lez Linares, aquel gigante del Kas que lleg¨® a ganarle una contrarreloj en el Tour al mism¨ªsimo Eddy Merckx. ¡°El primer a?o en el Vitalicio, M¨ªnguez le ofreci¨® renovar varios a?os m¨¢s, le ven¨ªa a garantizar un contrato de cinco a?os, y yo le dije a ?scar que no, que no firmara m¨¢s que los dos que ten¨ªa. Y entonces, el segundo a?o, ?scar se rompi¨® la rodilla, y todos dud¨¢bamos de que volviera a ser ciclista. Y yo pensaba que si hubiera firmado cinco a?os, eso tendr¨ªa, pero que as¨ª... Pero le oper¨® Guill¨¦n y pocas semanas despu¨¦s, gan¨® el Mundial¡±.
Y Freire, el que quer¨ªa solo hablar de personas, se salta su promesa y habla de una carrera, de una sola, de Verona 99. ¡°All¨ª empez¨® mi otra vida¡±, dice. Al d¨ªa siguiente, empez¨® a recibir m¨²ltiples ofertas multimillonarias. Ninguna espa?ola. Se fue a Italia, al Mapei, y de all¨ª al Rabobank, en Holanda, y acab¨® en el Katusha, ruso. ¡°Eleg¨ª mi camino y lo segu¨ª. No me he equivocado, no me he quedado con las ganas de nada¡±.
Amalio Hortelano, uno que en los a?os 60 recorr¨ªa en soledad y en 600 los vel¨®dromos de Europa de Seis D¨ªas en Seis D¨ªas, dec¨ªa que se sent¨ªa, ¨¦l, espa?ol, pistard, como un torero nacido en Alemania. Algo similar debi¨® de sentir Freire, sprinter en tierra de escaladores, domador no del Tourmalet o del Puy de D?me, sino de tres Mundiales y de tres Mil¨¢n-San Remo. ¡°No he sido yo quien ha elegido, es el destino¡±, dec¨ªa hace unos meses, cuando sent¨ªa que su hora ya hab¨ªa llegado. ¡°La soledad no se ha debido tanto a mi forma de ser como a las circunstancias. Ser sprinter en Espa?a es una contradicci¨®n hist¨®rica. No me quejo: siempre tendr¨¦ que agradecer a los equipos de fuera que me hayan querido m¨¢s que los de casa. No puedo estar muy agradecido a los sponsors espa?oles que no me han querido lo suficiente. Gan¨¦ el maillot verde el a?o que gan¨® Sastre el Tour, y apenas se valor¨® eso en Espa?a. Siempre he estado en un segundo plano. He hecho lo que creo que pod¨ªa hacer, lo que creo que pod¨ªa ganar¡±.
A todo aquella fiesta asisti¨® triste otro ciclista que ha colgado la bicicleta este mismo a?o. Lo hizo sin fiestas, sin recuerdos, sin regalos, sin m¨¢s emoci¨®n que la amargura. A Carlos Barredo, de 31 a?os, tambi¨¦n le abandona el ciclismo. Lo hace en forma de pasaporte biol¨®gico que seg¨²n la UCI no es correcto y por lo que su equipo, el Rabobank, dej¨® de alinearlo pese a no estar sancionado. ¡°No he vuelto a montar en bicicleta. El mi¨¦rcoles empiezo mi nuevo trabajo¡±, dijo el asturiano que conquist¨® un a?o los Lagos de Covadonga. ¡°Trabajar¨¦ en Madrid para caf¨¦s Toscaf¡±.
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