El Chacho rescata al Madrid

Cuarenta minutos encerrado en un laberinto. Destemplado, hipotenso y desatinado a partes iguales, el Madrid sufri¨® como nunca en lo que va de temporada para mantener su condici¨®n de invicto como local. Un triple de Sergio Rodr¨ªguez a falta de 2,5s resolvi¨® el crucigrama ante el competitivo Zalgiris de Joan Plaza tras una noche de escalofr¨ªos.

Sobre el parquet, dos hist¨®ricos con un presente de notable alto. Los blancos sumaban 26 victorias en 30 encuentros oficiales. Los verdes, cuarto mejor ataque y segunda mejor defensa de la primera fase europea, tan solo acumulaban tres derrotas. No defraud¨® el cartel.

El encuentro era, entre otras cosas, un intercambio de nostalgias y la emotividad ejerci¨® de hilo conductor de la bravura a la t¨¢ngana final. Begic y Pocius se reencontraban con su antiguo equipo y Kaukenas regresaba a Madrid ¨Cno pudo acompa?arle Darjus Lavrinovic, lastrado por sus problemas de espalda (ambos, cromos de la era Messina)-. Pero sobre todo era una nueva oportunidad para dar la bienvenida al hombre que convirti¨® Vistalegre en la Plaza M¨¢gica. Al ¨²ltimo entrenador en conquistar una Liga y una competici¨®n europea (ULEB) con el conjunto blanco hace ya m¨¢s de un lustro, en el verano de 2007. Al ¨²ltimo t¨¦cnico, hasta la llegada de Laso, en descifrar desde el librillo de la normalidad la peculiar idiosincrasia del club con un baloncesto de quilates. Joan Plaza, que tambi¨¦n fue el ¨²ltimo de los protagonistas en saltar a la pista, recogi¨®, entre la mesura y el orgullo, la un¨¢nime ovaci¨®n del Palacio antes de que arrancara el pulso.

Llegaba al frente del Zalgiris; un equipo de autor que se desempe?a con tanto esmero como desfachatez al son que marcan sus bajitos. Lastrado por las lesiones en la pintura (con las bajas de Javtokas y Klimavicius y los achaques de los Lavrinovic), el conjunto lituano agita los partidos agarrado al dinamismo de Darden, Popovic, Jaaber y Lafayette. Una el¨¦ctrica rotaci¨®n que cortocircuit¨® desde el inicio a un Madrid desconocido. El parcial de 9-19 que reflejaba el marcador a los siete minutos de partido retrat¨® el arranque fall¨®n de los blancos, que erraron 13 de sus 20 lanzamientos de campo en el primer cuarto.

Laso dio una vuelta de tuerca recurriendo al perfil m¨¢s abnegado de su lujoso repertorio

La noche pintaba fea para los locales y Laso dio una vuelta de tuerca recurriendo al perfil m¨¢s abnegado de su lujoso repertorio. El trabajo de Reyes, Slaughter y Pocius ajust¨® las clavijas en defensa y el br¨ªo de Llull acab¨® por enchufar al conjunto madridista (29-28, m. 15). Pero enfrente, Popovic se resist¨ªa a que la efervescencia de los verdes se quedara en un mero espejismo y con su acierto desde el 6,75 sostuvo a los suyos en la pelea (40-40, al descanso). El Madrid no encontraba el interruptor en el per¨ªmetro (tan solo dos aciertos en 13 lanzamientos triples en el primer tiempo) y adem¨¢s sufr¨ªa en la batalla por el rebote bajo su aro.

No cambiaron las constantes del partido a la vuelta de los vestuarios. Solo Mirotic encontraba el camino para desatascar el ataque blanco. Argumento insuficiente ante un Popovic iluminado. El escolta croata anot¨® ocho de los 10 primeros puntos de su equipo en el tercer acto y reparti¨® la asistencia de los dos restantes mientras los de Laso penaban en busca del ant¨ªdoto. Una actuaci¨®n sobresaliente empa?ada por el fallo definitivo.

La espesura invadi¨® el ecosistema seg¨²n el plan trazado por Plaza, que aspiraba a discutirle el triunfo al Madrid atosig¨¢ndole hasta el final. El tercer per¨ªodo concluy¨® con un fam¨¦lico 14-12 de parcial y se lleg¨® a la frontera del miedo con el partido en el alambre (59-59, m. 34). Se buscaban funambulistas para desenredar la madeja y aparecieron consecutivamente Kaukenas, Carroll y Jaaber, tambi¨¦n present¨® su habitual candidatura Llull. Pero fue Sergio Rodr¨ªguez el que gan¨® la oposici¨®n a h¨¦roe de la noche con un triple decisivo que sac¨® al Madrid del atolladero.