Un rodillo hacia cuartos

Espa?a gan¨® el partido que no hubiese querido jugar. Se meti¨® en cuartos de final, donde espera la autoridad germana, tras pasar por encima de Serbia, en un encuentro que a las primeras de cambio se puso del lado de los balc¨¢nicos, c¨®modos tradicionalmente cuando en el 40x20 reina la hostilidad y el descontrol. Un partido que, sin embargo, no supieron leer los de Vukovic en ning¨²n momento ante la contundencia espa?ola, que despleg¨® todos los registros de los que son capaces.

Lleg¨® pronto el punto de inflexi¨®n que marc¨® a los dos equipos. Viran Morros, en una fea acci¨®n contra Zelenovic, fue expulsado. Una decisi¨®n arbitral quiz¨¢s excesiva, teniendo en cuenta no hab¨ªan transcurrido 13 minutos, que exasper¨® a los espa?oles. La selecci¨®n perd¨ªa el puntal de su defensa y en el banquillo serbio, a pesar de ir tres goles por debajo en el marcador (4-7), se frotaban las manos y los gui?os de alegr¨ªa eran inevitables. Vukovic, que desde el primer pitido aprovechaba cualquier acci¨®n para hacer observaciones a los ¨¢rbitros, no pod¨ªa evitar alguna que otra sonrisa de complicidad con sus pupilos. Desnortados los espa?oles, pensar¨ªa, acabar¨ªamos por llevar el tim¨®n tarde o temprano.

Lejos de amilanarse, Espa?a acept¨® el ¨®rdago serbio y sigui¨® incrementando la diferencia en el luminoso. Sin compasi¨®n. La barricada sigui¨® apuntalada con la entrada de Guardiola y la constancia de Ca?ellas. El remedio de este estudiante de Farmacia al que Valero ha decidido sacar m¨¢s provecho en la faceta defensiva que en la de ataque, donde el central se desenvuelve regularmente, ejemplifica que Espa?a cuenta con un fondo de armario extenso, ideal para tanto cambio de estaci¨®n como suponen estas eliminatorias a todo o nada.

¡°En defensa, salvo alg¨²n jugador, no han sabido atacarnos¡±, se felicitaba Ca?ellas tras el partido. Una solidez atr¨¢s que, como recordaba, propici¨® much¨ªsimos robos de bal¨®n y continuos contraataques, un arma que Espa?a no desaprovecha y menos con gacelas como Albert Rocas. Se fue a la ducha el extremo con siete goles y un 100% de efectividad. De los 38 lanzamientos que han salido de su muleca en todo el torneo, 32 han acabado en la red, unos registros demoledores y desesperantes para cualquier rival.

Se necesitan, siendo generosos, dos personas para poder frenar a un bisonte como Julen Aginagalde. El irundarra conquist¨® por fin la l¨ªnea de seis metros y desquici¨® a Toskic, Dragas, Sesum y cuanto serbio se asomaba por su territorio. Cuando el bal¨®n no terminaba en la porter¨ªa de Stanic, abr¨ªa huecos el pivote espa?ol, que alumbraba una panor¨¢mica ideal para sus compa?eros. Una ventana de la que se benefici¨® como pocos Dani Sarmiento. La br¨²jula de esta selecci¨®n ante la ausencia de Ra¨²l Entrerr¨ªos, tiene ese don que distingue a los jugadores excelsos y aparece cuando m¨¢s se le necesita para guiar al equipo. Ocurri¨® ante Hungr¨ªa y sucedi¨® anoche ante Serbia.

¡°En defensa, salvo alg¨²n jugador, no han sabido atacarnos¡±, se felicitaba Ca?ellas

Los ocho goles de renta con los que se fue al descanso Espa?a fueron una cuesta insalvable para los de Vukovic, perplejo ante la avalancha que estaban sufriendo. ¡°Siempre tienes m¨¢s clarividencia en ataque con el marcador a favor y aunque corras no te cansas¡±, destac¨® Valero despu¨¦s del partido. Y es que intent¨® apretar Serbia pero sus esfuerzos fueron en vano. En ning¨²n momento ca?oneros como Ilic fueron capaces de derribar la muralla que hab¨ªa levantado Espa?a. Por si quedaba algo por apuntalar, apareci¨® Sterbik, que por fin pudo desquitarse contra la que un d¨ªa fue su selecci¨®n, ante la solo hab¨ªa podido disputar 10 minutos en los ¨²ltimos Juegos. Al tiempo que se redim¨ªa el guardameta espa?ol, se llevaba las manos a la cabeza el plantel serbio.

Viendo que apenas un soplido acaba con una exclusi¨®n para los espa?oles, Valero se desga?itaba pidiendo calma a sus jugadores; ¡°?cabeza!¡±, gritaba el cuerpo t¨¦cnico espa?ol pensando ya en Alemania. Porque ya para entonces las prisas las ten¨ªan los serbios, incapaces de saber jugar ¡®su¡¯ partido.