Material de sue?os
¡°?Qui¨¦n es mejor, Messi o Ronaldo?¡±, me pregunt¨® un grupo del equipo de alevines de la escuelita de la RFEF, otorg¨¢ndome un voto calificado para zanjar el debate de ¨ªdolos que manten¨ªan desde hac¨ªa 10 minutos. ¡°Francescoli¡±, les dije, y me fui a marcar la cancha con conos, mientras me miraban entre curiosos y decepcionados.
Ir a poner conos fue la salida que encontr¨¦ a esa apasionada discusi¨®n de infancia, momento en el que construimos desde la inocencia los arquetipos que despu¨¦s nos acompa?an para siempre. Esa construcci¨®n es un lujo que, con talentos que permanecen largo tiempo en sus clubes, pueden permitirse los j¨®venes hinchas del Madrid y del Barcelona. En cambio, encontrar un Martino, un Bochini, un Alonso, un Palma o un Gorosito no es posible en el f¨²tbol argentino de hoy, donde a¨²n surgen buenos jugadores pero deben marcharse antes de la primera ovaci¨®n.
Tal vez esa carencia actual hace que haya quienes vean en Messi no al talento que representa, sino al ¨ªdolo que se perdieron. Ya de adultos, en vez de pasar sus expectativas por el tamiz de la realidad, siguen esperando al ¨ªdolo en el que les hubiera gustado proyectarse. Les cuesta aceptarlo porque no les alcanza la evidencia de su talento. Esperan volver a ser ni?os y que les enamore ah¨ª, que la admiraci¨®n se produzca por combusti¨®n interna, m¨¢gica e incuestionable como cuando con cinco a?os nos decidimos por Superman. Messi podr¨ªa colaborar con facilidad a esa qu¨ªmica, aplicando calculadas dosis de pol¨ªtico de turno diluidas al 1%. Por ejemplo haciendo peque?os aspavientos nacionalistas de tanto en tanto, demagogia que por fortuna evita de la misma forma que no se permite frivolidades en el ¨¢rea. ¡°El amor no hace alarde¡±. Sudar la camiseta argentina con constancia deber¨ªa ser m¨¢s que elocuente.
De forma inversa, la madurez no acaba con el ¨ªdolo, solamente lo reubica en un lugar no idealizado. Hace poco tiempo fui a comer a De Mar¨ªa y vi a Mick Jagger. Me acerqu¨¦ con enorme timidez a que me firmara el ¨²nico aut¨®grafo que ped¨ª en mi vida. Los Rolling Stones ser¨¢n mis ¨ªdolos para siempre a pesar de llevar 15 a?os sin poner un disco suyo. Lo son porque cuando descubr¨ª Aftermath, abandonado en un placard de mi viejo, ten¨ªa 11 a?os y lo escuch¨¦ hasta gastarlo.
No es f¨¢cil un salto generacional como el de los Rolling Stones en el f¨²tbol: exige un regreso del ¨ªdolo al club y la repetici¨®n de la gesta original, con m¨¢s a?os en las piernas y frente a una nueva camada, que no lo conoce de primera mano sino a trav¨¦s de las exageradas leyendas que se pasan de padre a hijo. Actuar de eslab¨®n entre ¨¦pocas, superar las expectativas del mito y lograr que los pibes reconozcan en los viejos un tanto de raz¨®n. Ese ser¨ªa el t¨ªtulo oficial de ¨ªdolo eterno.
¡°?Y ese Francescoli es mejor que Cristiano y que Messi?¡±, me pregunt¨® uno de los chicos cuando termin¨¦ de marcar los rondos con los conos. ¡°No¡±, le dije. ¡°Francescoli es mi ¨ªdolo¡±.
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