Lyon-Madrid-Lyon, y una bolsa
Tyler Hamilton recuerda c¨®mo el director ?lvaro Pino organiz¨® un viaje rel¨¢mpago desde Francia para una reinfusi¨®n colectiva y que Alberto Le¨®n, un exciclista, le hizo transfusiones
La memoria de los ciclistas es m¨ªtica, asunto de tesis doctorales.
Hable usted con Federico Bahamontes o Bernardo Ruiz, octogenarios ya, o con Julio Jim¨¦nez, que se acerca a los 80. Preg¨²nteles por cualquier etapa de cualquier carrera de hace 50 o 60 a?os, de la Vuelta del Frente de Juventudes, del Tour de Francia o de la Vuelta a las Murallas de ?vila. Se sorprender¨¢ de la viveza de los detalles que recuerdan, de nombres de pueblos perdidos, de ciclistas olvidados, de diferencias de segundos en la meta y de puestos en las clasificaciones.
Hable con Tyler Hamilton, exciclista a punto de cumplir los 42, y p¨¢smese tambi¨¦n por c¨®mo recuerda sus haza?as de hace nueve o 10 a?os. D¨®nde conoci¨® a Eufemiano Fuentes, d¨®nde se puso la primera bolsa de sangre y c¨®mo me¨® despu¨¦s; c¨®mo se sinti¨® de d¨¦bil tras inyectarse insulina en ayunas una tarde de verano en una terraza de Girona y c¨®mo ¡°respiraba por la nariz¡± (con la boca cerrada, sobrado, miraba bajo el sobaquillo como se afanaban a sus espaldas los rivales, sudando y boqueando) gracias a los tratamientos del m¨¦dico canario juzgado en Madrid. Y pocos minutos despu¨¦s alucine tambi¨¦n, como lo hizo la magistrada Julia Patricia Santamar¨ªa Matesanz, que se arremang¨® las pu?etas y machac¨® inclemente, pregunta, repregunta, rerepregunta, el hierro en fr¨ªo, comprobando c¨®mo la memoria vivaz y precisa se evapora y se convierte en vaporosa, y selectiva, desmemoria.
El ciclista le pagaba a Fuentes 30.000 euros anuales m¨¢s medicamentos
Con Hamilton, que testific¨® por videoconferencia desde la embajada espa?ola en Washington el juicio interminable conoci¨® a su tercer ciclista dispuesto a contarlo todo, una estaci¨®n m¨¢s en el viacrucis de Fuentes, que debe asumir todo el protagonismo en todos los sentidos. Su declaraci¨®n, muy deseada por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), careci¨® del toque humano, casi sentimental, de la de Jorg Jaksche; del sabor siniestro, tan espa?ol y desesperado, de la de Jes¨²s Manzano; del adorno narrativo de su propio libro, en el que cuenta su vida y su doping, del detalle literario; del tono acusatorio de su primer gran testimonio, el que efectu¨® ante la USADA para acabar con el mito Armstrong.
Repanchingado en un sill¨®n, americana abierta, camisa vistosa de rayas diagonales blancas, rojas, azules, melena cuidada: aparentemente tranquilo, relax, relax, Hamilton respondi¨® a las preguntas de la abogada de la AMA, cuya respuesta, ya sabida de antemano, ten¨ªa tiempo de adornar mientras la int¨¦rprete hac¨ªa su trabajo. As¨ª comenz¨®.
Cont¨® que Bjarne Riis, su director en el CSC, en el que hab¨ªa recalado para ser el l¨ªder harto de trabajar para Armstrong en el US Postal, le llev¨® a Fuentes, a quien se entreg¨® en cuerpo y alma hasta el punto de olvidar su nombre para convertirse en el c¨®digo 4142, un n¨²mero sobre un programa de s¨ªmbolos y fechas, y de pagarle 30.000 euros al a?o (medicamentos aparte) por sus planes de transfusiones y de dopaje con EPO, anabolizantes y hormona de crecimiento. Que acept¨® abonar a escote junto a media docena de colegas de alto nivel, unos 6.000 euros por persona, la m¨¢gica m¨¢quina que permit¨ªa congelar la sangre y ahorraba viajes y estr¨¦s. Y que incluso aceptaba que un exciclista ¡ªAlberto Le¨®n, el mochilero de Fuentes, que se suicid¨® hace dos a?os¡ª sin estudios sanitarios le reinfundiera bolsas de sangre en hoteles de dos estrellas en la periferia ruidosa de ciudades francesas indiferentes.
La bolsa en el Tour de 2004 me la puso un m¨¦dico alem¨¢n cuyo nombre no recuerdo Tyler Hamilton
Su memoria fresca entonces le permiti¨® recordar a la perfecci¨®n c¨®mo ?lvaro Pino, m¨ªtico gallego ganador de Vuelta en el 86 y director del Phonak, su equipo en 2004, organiz¨® un viaje rel¨¢mpago Lyon-Madrid-Lyon de cuatro ciclistas ¡ªSevilla, Santi P¨¦rez, Guti¨¦rrez y ¨¦l mismo¡ª en mitad de una concentraci¨®n en los Alpes el 3 de de junio, para dormir en un hotel junto a Barajas, recibir de Fuentes cada uno su bolsa y tres d¨ªas despu¨¦s, plet¨®ricos, disputar la Dauphin¨¦ Lib¨¦r¨¦: gan¨® Mayo, positivo a?os despu¨¦s; segundo Hamilton, tercero Sevilla, cuarto Armstrong y sexto Guti¨¦rrez.
Un mes despu¨¦s, lleg¨® el principio del fin. Primero, un lunes de descanso en el Tour, recibi¨® una bolsa que le sent¨® mal (y que propici¨®, posiblemente, su positivo posterior en los Juegos de Atenas y en la Vuelta, que, aparejado al simult¨¢neo de Santi P¨¦rez hizo pensar en un error de bolsa: las autotransfusiones no se detectan; las de sangre de terceros, s¨ª); al d¨ªa siguiente, martes, su perro Tugboat muri¨® de c¨¢ncer.
Dos horas y media m¨¢s tarde, cuando la jueza implacable, una gota malaya sin piedad, le pidi¨® que aclarara algunas vaguedades y olvidos fruto del tiempo (y de la nacionalidad de los protagonistas), su calma se hizo sudor y exasperaci¨®n. ¡°No¡±, dijo, ¡°aquella bolsa que me sent¨® mal no me la puso Eufemiano, hab¨ªa muchos periodistas en el Campanile. Tiramos de plan B. Me la puso un m¨¦dico alem¨¢n del equipo, que me hizo un favor y que no ten¨ªa nada que ver con la trama. No, no me acuerdo de su nombre¡±.
En el Phonak, aquel Tour hab¨ªa un m¨¦dico espa?ol y uno alem¨¢n. El alem¨¢n se llama Tomas Klimaschka. Despu¨¦s fue m¨¦dico del BMC, del Leopard y, en 2012, del Katusha. Hamilton s¨ª record¨® su nombre cuando habl¨® con algunos medios alemanes.
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