Djokovic destrona a Nadal
El serbio, brillante, gana 6-2 y 7-6 al espa?ol, que lleg¨® a ir perdiendo 0-5 en la primera manga ¡ñ El n¨²mero cinco, romo al saque, solo suma el 31% de los puntos con su segundo servicio
No es un grito, es un aullido. Novak Djokovic destrona 6-2 y 7-6 a Rafael Nadal en la final del masters 1000 de Montecarlo. En el tenis del siglo XXI, eso es como un terremoto: el espa?ol hab¨ªa ganado ocho veces seguidas el primer gran torneo de la gira europea de tierra, y eso hab¨ªa lanzado un curso tras otro sus campa?as imperiales por los torneos de arcilla. Apabullado durante la primera manga (Nole tiene 5-0 y cinco pelotas para 6-0 en 25 minutos), Nadal lleva el duelo al cuerpo a cuerpo en la segunda (4-3 y saque; 6-5 y saque), pero nunca termina de contener al serbio. Nole pega, grita y ruge. Castiga el saque de Nadal, que solo suma el 31% de los puntos lanzados con su segundo servicio. Finalmente, llega ese grito gutural, la celebraci¨®n de un t¨ªtulo que vale doble. Desde hoy, el n¨²mero uno mundial sabe que puede luchar de t¨² a t¨² en arcilla con el heptacampe¨®n de Roland Garros, el ¨²nico grande que le falta a ¨¦l, el que m¨¢s desea.
El espa?ol llega a sacar por la segunda manga. Con cuatro chispazos, Nole le rompe en blanco
Djokovic, que empez¨® el torneo con problemas en un tobillo, asalta el partido con fiereza. En ese inicio, a Nadal, orgulloso en la defensa de su torneo fetiche (llega a levantar siete bolas de set en la primera manga; se adelanta por dos veces en la segunda), le falta fuerza en las piernas para resistir sus brutales acometidas. Nole, intens¨ªsimo, nunca le da respiro, siempre le exige, siempre le pregunta, siempre le plantea dudas. El mallorqu¨ªn acaba ahogado por la agresividad de Djokovic, que le obliga a una mir¨ªada de errores no forzados (43) con un tiro como no hay otro: un rev¨¦s a dos manos capaz de domar la derecha alta del espa?ol, dej¨¢ndole sin recursos con los que dominar los intercambios. Ese tiro y el cruce entre el magn¨ªfico resto del serbio y el saque sin filo del espa?ol son los que deciden el duelo.
A Nadal, que juega con una cinta recorri¨¦ndole la espalda y otra protegi¨¦ndole la rodilla izquierda, le sobran problemas. El n¨²mero uno juega a la altura de su trono. Propone un partido total, competido a lo ancho y a lo largo, sobre la l¨ªnea de fondo y cerca de la red, apurando todas las opciones de su repertorio. El espa?ol, que lucha todo lo posible y m¨¢s, protagoniza errores que no solo tienen que ver con las maravillas de su contrario, le falta un punto de consistencia que quiz¨¢s le de la competici¨®n continuada.
Este es un tenista que ha hecho un calendario arriesgado para proteger su rodilla izquierda. Tras siete meses lesionado, compiti¨® poco m¨¢s de uno a partir de febrero (balance: tres t¨ªtulos y una final) y volvi¨® a parar otro (se salt¨® Miami) en el que no se entren¨® todo lo que habr¨ªa querido porque se trat¨® la articulaci¨®n y eso le doli¨® m¨¢s de lo previsto. Sin los pulmones al ciento por ciento, el mallorqu¨ªn llega hasta la final amparado en su leyenda. Le falta chispa ante Dimitrov en cuartos y ante Tsonga en semifinales. Sin la fuerza de siempre en las piernas, le cuesta m¨¢s de lo normal rodear la pelota para tirar con su derecha, sufre donde normalmente gobierna (las dejadas) y no puede imponer el alto ritmo de crucero con el que suele ahogar a sus contrarios para conseguir sus victorias. Ante Djokovic, intenta levantar un muro. El serbio, brillante, decidido e imperial, pronto lo llena de grietas.
Un juego resume su gobierno. Nadal saca 2-6 y 6-5 para llevarse el partido a la tercera manga. Es su momento. Olfatea la remontada. Siente que ¨¦l crece y su contrario mengua, que la fuerza de su coraz¨®n, el fuego de su derecha y el deseo de su cabeza pueden doblegar a la raqueta y el talento del serbio. En cuatro chispazos, Nole le rompe el servicio, porque el segundo saque de su contrario es una bicoca para su resto. El partido est¨¢ en el tie-break. Ah¨ª, un pu?ado de puntos frenan la racha de Nadal (46 victorias seguidas en Montecarlo; sigue celebrando su vuelta al circuito: tres t¨ªtulos y dos finales en cinco torneos) y deciden al campe¨®n: Djokovic, que hace mucho m¨¢s que destronar a Nadal, que logra mucho m¨¢s que un t¨ªtulo que impide al espa?ol lograr el r¨¦cord de los nueve entorchados consecutivos. Con su victoria, Nole grita una cosa alta y clara: ¡°Roland Garros ya puede ser mio¡±.
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