181 elevado a la 25=Wiggo en rosa

Rodeado de eruditos a la violeta, de los que compran, tantos, a euro la docena conceptos y adjetivos, e historias del pasado al peso, y con todo ello construyen las emociones ciclistas del presente, Wiggo (o sir Bradley Wiggins, caballero del imperio brit¨¢nico desde las pasadas Navidades) se queda con lo aut¨¦ntico, con lo s¨®lido.

¡°Quiero un 25 en mi Pinarello¡±, le dijo el ganador del Tour a su mec¨¢nico de confianza, David Fern¨¢ndez, el viernes por la noche, la v¨ªspera de la primera etapa, un crit¨¦rium callejero, de peligro entre vallas y de habilidad en las esquinas. ¡°?C¨®mo?¡±, respondi¨® el t¨¦cnico, alarmado. ¡°Si en este circuito no vas a subir del 15¡±.

Pero no, no hablaba el favorito ingl¨¦s sin patillas a un pi?¨®n con tantos dientes, claro (la monta?a a¨²n no asoma, aunque el Vesubio imponga su sombra sobre el Mediterr¨¢neo tan azul en el golfo de N¨¢poles) sino a que quer¨ªa que le pintara un 25 en peque?ito junto al 181 (su dorsal en el Giro) en el triangulito identificativo de su bicicleta. Y despu¨¦s, le pregunt¨® al mec¨¢nico que obediente sigui¨® sus ¨®rdenes (y qued¨® la cosa un 181 grande y un 25 peque?ito por arriba y a la derecha, como un exponente): ¡°?T¨² sabes qu¨¦ dorsal llev¨® Indurain cuando gan¨® su primer Giro, el del 92? El 25, claro¡±.

As¨ª que a Wiggo le identificar¨¢ en este Giro un 181 elevado a la 25 (y su producto deber¨ªa ser la maglia rosa en Brescia), un detalle en el que algunos ven mera superstici¨®n, otros un homenaje y el ingl¨¦s un mensaje: si en su momento, en julio pasado, el caballero reconoci¨® que hab¨ªa ganado el Tour a lo Indurain, inspirado en la manera met¨®dica y eficiente, calculadora, con la que el navarro consegu¨ªa sus victorias, anunciando el modelo antes de comenzar el Giro, Wiggo reconoce que, en el fondo, esa ¡ªel estilo Indurain, la calma y la raz¨®n¡ª es la ¨²nica manera en la que podr¨¢ lidiar las insidias y acechanzas que le amenazar¨¢n d¨ªa a d¨ªa a trav¨¦s de la pen¨ªnsula italiana.

En su b¨²squeda de la calma y el silencio inspirador le ayudar¨¢ sobremanera al favorito el que Cavendish ya no sea Sky. No solo se ahorrar¨¢ en carrera las recriminaciones y exigencias del sprinter m¨¢s r¨¢pido que ha conocido el ciclismo en los ¨²ltimos a?os, con lo que eso descompone la solidaridad del colectivo, sino que tambi¨¦n podr¨¢ cenar tranquilo, sin voces ni malas miradas en la mesa, que es lo que esperaba anoche a los nuevos compa?eros de Cavendish en el pelot¨®n, los belgas del Omega, que le dejaron solo en los ¨²ltimos kil¨®metros.

Pese a su soledad, gan¨® Cavendish el primer sprint del Giro porque era inevitable. Despu¨¦s de pasar ileso, a rueda de los Cannondale de Viviani (furioso segundo), la ca¨ªda que descabez¨® al pelot¨®n a menos de tres kil¨®metros para el final, despu¨¦s de resistir los golpes del boxeador ciclista Bouhanni, el campe¨®n de Francia, para quien un sprint es un combate, y despu¨¦s de exhibir en toda pureza su estilo ¨²nico ¡ªla punta de la nariz casi rozando el tubular delantero, tanto baja la cabeza y tanto la adelanta, una flecha, Cavendish, con el culo bien levantado y las piernas a m¨¢s de 100 revoluciones por minuto, qu¨¦ dolor¡ª, el ¨²nico final posible era su triunfo. Y sus compa?eros flamencos, en especial Steegmans, su lanzador designado, a quien una aver¨ªa le impidi¨® estar en su sitio ¡ª¡°es la tercera vez que le pasa este a?o¡±, dijo el chico de Man¡ª, que se preparen, que la cena no ser¨¢ tranquila en la mesa del maglia rosa.