El Madrid cambia el signo de los tiempos

Felipe Reyes y Sergio Rodr¨ªguez cambiaron el signo de los tiempos y liberaron al Madrid del yugo al que ha estado sometido, el del Barcelona Regal. La semifinal fue trepidante, con muchos altibajos, definitivamente decantada por el poderoso esprint final del Madrid. Se quit¨® el equipo de Pablo Laso el estigma de escuadra brillante y talentosa, pero tierna y vulnerable en las situaciones l¨ªmite, las que validan la talla de los verdaderos campeones.

No era una final, pero casi. Y gan¨® el Madrid, que se quit¨® dos pesos de encima de una tacada, el que le impon¨ªa el aguerrido Barcelona de Xavi Pascual y el de la historia. El Madrid vuelve a la final 18 a?os despu¨¦s, desde que la gan¨® por octava ocasi¨®n en 1995, con Obradovic en el banquillo, antes de que Sabonis se marchara a la NBA.

El trepidante final del Madrid fue el que vali¨®. Cuando estaba contra las cuerdas, cuando parec¨ªa a punto de actuar a la desesperada, con un adverso 61-52 en el marcador a falta de siete minutos y medio, fue cuando revivi¨®. La actuaci¨®n de Felipe Reyes, colosal, result¨® clave. Sus 17 puntos y cinco rebotes, cuatro en ataque que valieron su peso en oro, lo cambiaron todo. Y clave fue el estupendo trabajo de Sergio Rodr¨ªguez, con 12 puntos y nueve asistencias, y un marcaje sobre Navarro decisivo.

Despareci¨® la estrella del Barcelona en el ¨²ltimo cuarto, se apagaron Tomic y Marcelinho y el Madrid revirti¨® la situaci¨®n con un parcial abrumador, un 2-17 que dej¨® el marcador en 63-69. Faltaban dos minutos y el Madrid lo ten¨ªa todo a su favor. Esta vez no fall¨®. Manejaba todos los tiempos, su engranaje flu¨ªa y el Barcelona, derrengado, desconocido, se hab¨ªa estrellado contra la defensa en zona mixta sobre Navarro con la que Laso le devolvi¨® una de las monedas t¨¢cticas del partido a Pascual.

El encuentro result¨® pendular. El primer cuarto del Barcelona fue de libro. Bien pertrechado en defensa, forz¨® errores en el Madrid, que perdi¨® tres balones en apenas cinco minutos y fall¨® sus cuatro primeros lanzamientos de dos. El Madrid peg¨® un latigazo de la mano de Sergio Rodr¨ªguez. Tom¨® las riendas. Gan¨® velocidad el juego del Madrid y del partido. Llull abri¨® sus l¨ªneas en ataque. Con tres triples ajust¨® el marcador: 23-22. El Madrid adquiri¨® ritmo, por fin reconocible, por fin moviendo el bal¨®n con criterio, sin errores. Y otro triple, de Sergio Rodr¨ªguez en este caso, cambi¨® el signo del partido (26-27).

Se destap¨® el Madrid, empez¨® a correr de canasta a canasta Llull. Y el Barcelona se fue apagando en ataque, sostenido por momentos ¨²nicamente por Tomic. El Madrid lleg¨® a dominar por seis puntos, 31-37. Tres rebotes en ataque de Felipe Reyes subrayaron uno de los equipos fuertes de su equipo y cerraron el segundo cuarto con un parcial definitivo: 15-28. El Barcelona jugaba con fuego. Dif¨ªcilmente pod¨ªa soportar semejante hurac¨¢n ofensivo. La tripleta exterior formada por Sada, Jasikevicius y Abrines no soport¨® el juego centrifugado por Llull, Carroll y Sergio Rodr¨ªguez, que reparti¨® seis asistencias en diez minutos.

La insistencia de Tomic y la zona defensiva que impuso el Barcelona cambiaron el decorado en el tercer cuarto. Recuper¨® terreno perdido, empat¨® a 42. Un tiempo de Pablo Laso, un cambio cantado ante la zona, con la entrada de Carroll y un triple de Su¨¢rez mantuvo el toma y daca. Pascual recuper¨® la defensa individual y Carroll no logr¨® enderezar el punto de mira. El Madrid se centr¨® en la defensa sobre Tomic. Marcelinho, con m¨¢s espacios, lo aprovech¨® para anotar con relativa comodidad desde larga y media distancia.

El Madrid se qued¨® sec¨® en el tercer cuarto y empez¨® de la misma forma el cuarto (56-48). Pero a partir del 61-51, su defensa en zona desequilibr¨® el ataque del Barcelona. Slaughter y Reyes sacaron r¨¦dito bajo el aro, Navarro y Tomic desparecieron en combate y el Barcelona, martirizado por sus constantes errores, se consumi¨® sin remedio.

El Madrid se sacudi¨® por fin el estigma, bajo la atenta mirada, entre otros de Sabonis, barba canosa y gruesas gafas de miope. Sentado en las gradas del 0-2 de Londres, el legendario p¨ªvot lituano observ¨® lo que el Madrid no consegu¨ªa desde que ¨¦l alz¨® el ¨²ltimo t¨ªtulo europeo para el equipo en 1995. Ma?ana, frente al Olympiacos, tendr¨¢ una nueva oportunidad.