Nibali en rosa, comienza la carrera
Wiggins no se rinde en una contrarreloj que se llev¨® a Intxausti por delante y coron¨® l¨ªder al italiano
El camino del Tour es una autopista, f¨¢cil y c¨®modo, pero, ay, el del Giro es tortuoso y estrecho, dice Vincenzo Nibali, que se siente b¨ªblico y feliz vestido de rosa y le recuerda, como un maestro, a sir Bradley Wiggins una de las verdades incambiables del ciclismo.
¡°Bella, ?eh?¡±, le dice el ciclista siciliano se?alando su ¡®maglia¡¯, luz, a la primera periodista que se le acerca despu¨¦s del podio de una etapa, la terrible contrarreloj compleja de Saltara (m¨¢s de 76 minutos de esfuerzo en solitario, subidas, descensos y falsos llanos horrorosos: ciclismo para hombres), de la que pensaba, hace solo una semana, salir perseguidor y de la que sale perseguido.
Clasificaciones
Octava etapa
1. Alex Dowsett (GBR-Movistar) 1h 16:27
2. Bradley Wiggins (GBR-Sky) a 10
3. Tanel Kangert (EST-Astana) a 14
4. Vincenzo Nibali (ITA-Astana) a 21
5. Stef Clement (HOL-Blanco) a 32
6. Luke Durbridge (AUS-Orica) a 35
General
1. Vincenzo Nibali (ITA-Astana) 29h 46:57
2. Cadel Evans (AUS-BMC) a 29
3. Robert Gesink (HOL-Blanco) a 01:15
4. Bradley Wiggins (GBR-Sky) a 01:16
14. Be?at Intxausti (ESP-Movistar) a 03:36
15. Samuel S¨¢nchez (ESP-Euskaltel Euskadi) a 03:43
En los 55 kil¨®metros imposibles en la costa adri¨¢tica el Movistar perdi¨® el liderato (Intxausti, ligero, liger¨ªsimo, de nulo peso, rindi¨® casi cuatro minutos a los grandes del Giro) pero gan¨® la etapa, gracias a un ingl¨¦s hemof¨ªlico, estilista y rodador, un especialista del asunto proveniente de la caverna de Wiggo y llamado Alex Dowsett, quien dej¨® el Sky el a?o pasado para salir de la sombra imponente de su l¨ªder y a quien Unzue abri¨® las puertas de su equipo para conocer de ¨¦l los secretos del ciclismo llamado 2.0. ¡°Es bien sencillo¡±, explic¨® el chico de Essex nada m¨¢s aterrizar en Pamplona con la misi¨®n de desmitificar. ¡°Todo es cuesti¨®n de medios. En el Sky hab¨ªa un equipo A y un equipo B. Los del A ten¨ªan todo lo necesario a su disposici¨®n. Los del B ten¨ªamos que buscarnos la vida como si estuvi¨¦ramos en cualquier otro equipo¡±. Dowsett gan¨® la etapa por 10s respecto a Wiggo, quien disfrut¨® inesperadamente de las condiciones propias de lo que su compatriota llamaba equipo B: pinch¨® durante la contrarreloj y se encontr¨® con que el coche de su equipo, extra?amente al¨¦rgico al detalle en las carreteras perdidas de Italia, se encontraba lej¨ªsimos. Entre esperarlo y cambiar de Pinarello perdi¨®, seg¨²n el c¨¢lculo de los especialistas, entre 15s y 20s. Perdi¨® la victoria por ello, lo que simb¨®licamente habr¨ªa sido importante para un hombre que duda y lucha.
Despu¨¦s de las miserias de todo tipo sufridas desde N¨¢poles, ca¨ªdas, cortes, miedos, la soledad en el equipo, el rid¨ªculo sin patillas, antes de la contrarreloj temible ante Wiggo se abr¨ªan dos caminos para afrontar lo que queda de Giro (o sea, el Giro entero). Pod¨ªa agarrar su Lambretta tan ¡®mod¡¯, ponerse el maillot Paul Smith con su Wiggo estampado (la O con la flecha, como el s¨ªmbolo masculino de sus admirados Who) y suicidarse como Jimmy en Quadrophenia lanz¨¢ndose por unos acantilados del mar del Norte, y no pocos lo esperaban (como el director del rival Garmin Jonathan Vaughters, una comadre del tuit), una ignominiosa rendici¨®n y regreso al Teide; o pod¨ªa comprarse un libro de historia ciclista, recorrer con el dedo ¨ªndice el ¨ªndice, comprobar que sus avatares y dudas italianas, el camino tortuoso que le dec¨ªa Nibali, ya los sufrieron otros grandes campeones, Anquetil, Merckx, Indurain, cuyo n¨²mero 25 del Giro del 92 lleva en su bicicleta como recuerdo y homenaje, y Contador, y recordar que todos salieron triunfantes del sufrimiento. Es lo que le ped¨ªa sus fans, d¨¦jate de mod, p¨¢sate al punk, s¨¦ los Pistols y London Calling y grita con nosotros ¡°no future for Italian¡¯s dream¡±, y act¨²a. Es lo que hizo en una contrarreloj de resurrecci¨®n en la que si no gan¨® el Giro, como era su plan previo, al menos no lo perdi¨®, como podr¨ªa preverse.
Sale as¨ª el Giro de su primera semana con un gui¨®n de futuro inesperado y dif¨ªcil de interpretar, con Nibali, el atacante, obligado a defender en sus monta?as; con Wiggo, el defensor, obligado a atacar, y con los bulliciosos secundarios (Evans, Scarponi, el decepcionante Hesjedal de ayer, el invisible Gesink) haciendo bulto e interfiriendo imprevisiblemente. Pero parte con ventaja clara, pese a todo, el tibur¨®n siciliano, quien confiesa que al vestirse de rosa sinti¨® la misma emoci¨®n ¨²nica que la primera vez que lo hizo, en 2010, ¡°la coronaci¨®n de un sue?o¡±, pero que esperaba que se hiciera m¨¢s profunda en el tiempo que entonces, cuando su misi¨®n era servir al ganador final, su jefe Ivan Basso.
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