La batalla campal de Par¨ªs averg¨¹enza a Francia
La derecha pide la dimisi¨®n del ministro del Interior, Manuel Valls, mientras los socialistas afirman que los ultras del PSG protestaban contra la pol¨ªtica del club
La plaza de Trocadero era este martes la imagen de la desolaci¨®n tras la batalla: cristaleras rotas, paradas de autob¨²s quemadas, un coche incendiado, los turistas sacando fotos del escenario b¨¦lico, y los empleados de los caf¨¦s y las tiendas intentando limpiar los restos de los brutales incidentes que han avergonzado a Francia. Las escenas de guerrilla urbana empa?aron el lunes por la noche la masiva celebraci¨®n del t¨ªtulo de Liga del PSG y han obligado a suspender los actos previstos ¨Cun paseo por el Sena y la visita al ayuntamiento-. Y mientras la oposici¨®n conservadora pide la dimisi¨®n del jefe de la polic¨ªa de Par¨ªs y del ministro del Interior, Manuel Valls, a los que acusa de ¡°amateurismo¡±, Laurent Fabius, el titular de Exteriores, ha admitido que los incidentes ¡°ofrecen una imagen lamentable de Francia en el extranjero¡±.
Los altercados, saldados con una treintena de heridos y 40 detenciones, se iniciaron poco despu¨¦s de que los jugadores del PSG subieran al escenario que hab¨ªa montado el club en la c¨¦ntrica plaza de la capital. En cuesti¨®n de segundos, dos centenares de ¡®hooligans¡¯ lanzaron un ataque brutal y acabaron con la alegr¨ªa de las 15.000 personas ¨Cmuchos de ellos ni?os-, que vitoreaban a Ibrahimovic, Pastore, Lavezzi y compa?¨ªa.
¡°No era complicado prever desde mediod¨ªa que las bandas hab¨ªan venido a armar bronca¡± El alcalde del distrito XVI de Par¨ªs,? Claude Goasguen,? al?ministro del Interior, Manuel Valls
Durante casi dos horas, los grupos violentos lanzaron todo tipo de objetos y proyectiles contra los antidisturbios, destrozaron caf¨¦s y tiendas, arrancaron se?ales urbanas e incendiaron cuanto pudieron. La reacci¨®n de la clase pol¨ªtica ha consistido hoy en tratar de buscar responsables y en interpretar la barbarie como si escondiera alg¨²n mensaje cifrado.
Algunos dirigentes socialistas sostienen que los ultras quisieron manifestar su repulsa contra la pol¨ªtica del club, propiedad de la familia real de Catar, que ha vetado la entrada al estadio a los aficionados m¨¢s violentos, y acusaron m¨¢s o menos veladamente al ultraderechista y xen¨®fobo Frente Nacional de estar tras los violentos. La UMP, el principal partido de oposici¨®n, piensa que se trata simplemente de ¡°camorristas que intentaban sembrar el caos¡±, mientras el ministro Valls se defiende de las cr¨ªticas afirmando que es una ¡°sutil mezcla¡± de ambas cosas.
El alcalde del distrito XVI de Par¨ªs, el conservador Claude Goasguen, ha exigido al ministro barcelon¨¦s que abandone su puesto. ¡°No era complicado prever desde mediod¨ªa que las bandas hab¨ªan venido a armar bronca¡±, se?al¨®, ¡°estamos ante un mero problema de orden p¨²blico¡±, ha dicho Goasguen, que subraya que la ¡°incapacidad¡± del ministro y del jefe de polic¨ªa, Bernard Boucault ¨Cse?alado hace semanas por la severa actuaci¨®n de las fuerzas del orden contra los manifestantes contra el matrimonio homosexual-, es ¡°evidente¡± porque solo desplegaron a 800 antidisturbios. Boucault ha alegado en su defensa que ¡°una fiesta donde hay mucha polic¨ªa no es una fiesta¡±.
Interpelado en la Asamblea Nacional, el ministro Manuel Valls ha acusado a la derecha de ¡°elegir la calle contra el Parlamento¡± durante las manifestaciones contra el matrimonio gay, y de ¡°callar ahora frente a los ultras y camorristas que desaf¨ªan las leyes y la autoridad¡±. Y ha resumido: ¡°El orden ha cambiado de campo, ustedes est¨¢n por el desorden, y nosotros por el orden republicano¡±.
Dentro del Partido Socialista, el diputado Fran?ois Rebsamen, aspirante a ocupar la cartera de Valls si se produjera una hipot¨¦tica crisis de Gobierno, ha afirmado que hubiera sido mejor convocar la fiesta en el Parque de los Pr¨ªncipes para no dejar entrar a los ultras. Por su parte, Marine Le Pen, l¨ªder del FN, ha reprochado a los socialistas su ¡°laxismo¡± ante ¡°la gangrena de los b¨¢rbaros que no tienen nada que ver con los aficionados de un club deportivo¡±.
Las interpretaciones seguir¨¢n apareciendo durante d¨ªas. La gravedad de los incidentes en un d¨ªa que deb¨ªa ser una fiesta refleja el creciente descontento que sienten muchos franceses ante el alto desempleo y la persistente recesi¨®n econ¨®mica. Una encuesta reciente estima que tres de cada cuatro franceses creen posible un estallido social.
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