Sin Wiggo ya, el Giro llega a la nieve

Enfermo de miedo y desesperanza, y los antibi¨®ticos que toma para la infecci¨®n respiratoria nada pueden hacer all¨ª, sir Bradley Wiggins grit¨® su particular que paren el Giro, que me bajo, y abandon¨®. El hombre de la RAI lo celebr¨®. ¡°As¨ª no tenemos que frenar a una c¨¢mara a cola de pelot¨®n en el descenso del puerto¡±, dijo. Vincenzo Nibali de rosa lo celebr¨®. ¡°Uno menos a quien vigilar¡±, dijo. De Ryder Hesjedal, el ganador del 12, que tampoco sali¨® ayer, no habl¨® el Tibur¨®n de Messina. Tampoco nadie le pregunt¨®. Hundido en la clasificaci¨®n, el canadiense ya era una an¨¦cdota.

Sin el estorbo ya del caballero ingl¨¦s, tan triste y empapado, el Giro llega hoy a los Alpes, donde la nieve, donde Nibali, si las carreteras de Sestri¨¨re, Jafferau, Mont Cenis y Galibier, a 2.000 metros y m¨¢s, est¨¢n abiertas, se las ver¨¢ con el viejo Evans, el colombiano nuevo Ur¨¢n, los secundarios Scarponi, Majka, Gesink, Intxausti, Kiserlovski. Los organizadores ya tienen previstas alternativas que consisten en capar las etapas si las nevadas que se anuncian se producen y se cierran las carreteras. Tampoco ser¨ªa una mutilaci¨®n decisiva como aquellas que permit¨ªan en sus tiempos ganar el Giro a Moser o Saronni: el siguiente, cuarto y ¨²ltimo fin de semana, esperan los Dolomitas, una cronoescalada, Gavia, Stelvio y las Tres Cimas de Lavaredo.

Antes, ayer, en Cherasco, donde los vi?edos geom¨¦tricos de Nebiolo en las colinas domadas de Barolo y su castillo de nobles recuerdan que el viejo orden siempre encuentra resquicios para imponerse, Cavendish, el otro ingl¨¦s, logr¨® su cuarta victoria en el cuarto sprint del 13.

Wiggo, ganador de Tour, heraldo en amarillo de un nuevo ciclismo, tuvo el valor de intentar ser m¨¢s grande. Inconformista se enfrent¨® al riesgo del desaf¨ªo. Por pura admiraci¨®n quiso ser Indurain y estaba tan convencido de que lo podr¨ªa ser que no supo ni medir la dificultad objetiva que es el Giro ni dejar para otro momento el otro desaf¨ªo que lo obsesiona: callar a su compa?ero Froome, el que siempre lo humilla. Antes de comenzar el Giro, cuando N¨¢poles y la can¨ªcula, hace un mundo, Wiggo, en sus palabras, no solo daba por ganado el rosa, tambi¨¦n anunciaba el amarillo. ¡°Estoy como nunca¡±, dijo. ¡°Ya dije que mi objetivo es el Giro, pero sigo pensando en ganar el Tour tambi¨¦n¡±. Pero desde 1998, desde el Pantani del Tour Festina, ning¨²n campe¨®n ha logrado ganar el Giro y el Tour el mismo a?o. Y todos los que lo han intentado, no Armstrong, que no se hizo ilusiones, s¨ª Contador, han sucumbido qued¨¢ndose a medias. O a menos, a cero, como posiblemente Wiggo quien quiz¨¢s haya perdido el Tour 13 en el diluvio italiano.

Duro, valiente en los descensos, siempre con moral, Lastras puede ser el antiWiggo

¡°S¨¦ que hay un mont¨®n de corredores tan enfermos como yo que siguen en el Giro, pero un ganador de Tour no puede seguir como uno m¨¢s, perdido¡±, dijo Wiggo tras anunciar su abandono. ¡°Adem¨¢s, lo fundamental ahora es recuperarme ahora plenamente para el Tour, y eso no lo pod¨ªa hacer siguiendo aqu¨ª¡±.

En su despedida Wiggo solo hablaba de su infecci¨®n respiratoria. Con ella justificaba su hundimiento del jueves, de Montello hacia Treviso, perdido en su llano, pero su mal Giro comenz¨® ya el tercer d¨ªa, en la otra punta, un descenso lluvioso en calabria, se agudiz¨® con su ca¨ªda de puro miedo en el descenso de San Silvestre, llegando a pescara bajo otro diluvio, y se hizo insuperable en la primera etapa de monta?a, en el Altiplano de Montasio, donde gan¨® Ur¨¢n. Por eso sus compatriotas en la prensa no hablan de enfermedad f¨ªsica, sino de pura falta de coraje y valent¨ªa, y le recomienda para preparar el Tour no un especialista pulmonar sino una vista al psiquiatra Steve Peters, el mec¨¢nico mental del equipo.

Esas carencias ¡ªmiedo en los descensos, falta de coraje, desmoralizaci¨®n¡ª no son precisamente las caracter¨ªsticas que definen a Pablo Lastras, todo lo contrario, en fuga generosa desde Busetto, desde la sombra pesada y ominosa de Giuseppe Verdi, bicentenario ya, hasta los vi?edos que en la guerra escond¨ªan partisanos, sangre y miseria. Tan duro como ¨¦l, 200 kil¨®metros en cabeza, fue el Cav, que solo estuvo 100 metros delante, los ¨²ltimos de un largu¨ªsimo sprint de 350 metros, nada menos, una obra maestra de la decisi¨®n iniciada en solitario desde el octavo y resuelta con un golpe de ri?ones imperial y cuatro dedos al aire, cuatro victorias.