Heroico Robredo

¡°Il est plus vieux que toi!¡±, le gritan a Gael Monfils, record¨¢ndole que ¨¦l es la juventud, el presente y el futuro (26 a?os), y que Tommy Robredo, su contrario, es el pasado (31 a?os). ¡°?Es m¨¢s viejo que t¨²!", le dicen. Ruge la Suzanne Lenglen porque los dos contrarios est¨¢n en la quinta manga. Ya ha visto el p¨²blico a Robredo levantar cuatro puntos de partido, a Monfils sacar por el encuentro, y m¨¢s de media hora despu¨¦s, ah¨ª que sigue el espa?ol: orgulloso, con 31 a?os y vivo. Este es un cruce de corazones disparados, agallas y est¨®magos a prueba, un partido para fuertes. Lo conquista el espa?ol, que llega a octavos (Nicol¨¢s Almagro) con su segunda remontada de la semana desde 0-2 (2-6, 6-7, 6-2, 7-6 y 6-2 en 3h45m) y lo celebra tir¨¢ndose sobre la arcilla de Par¨ªs igual que si estuviera sobre su cama.

"He ganado un buen combate", dice luego el catal¨¢n, que con su cruce con el murciano asegura un espa?ol en cuartos. "Esto no es un sue?o, es el resultado de luchar. He sobrevivido", prosigue. "Ganar a un franc¨¦s en Francia, con 10.000 personas ah¨ª d¨¢ndole, a un jugador que corre que se las pela, que lo ha intentado hasta el final, tiene m¨¢s m¨¦rito [frente a su remontada de primera ronda]. F¨ªsicamente, era una matanza. A ¨¦l le encanta correr", cierra. "En ning¨²n momento me he venido abajo. He estado muy bien mentalmente".

Esto no es un sue?o, es el resultado de luchar. He sobrevivido Tommy Robredo

"L?che pas!¡±, le gritan al parisino. No te dejes ir, no cejes, sigue esforz¨¢ndote, sufriendo, apretando los dientes, le dicen desde el p¨²blico. Monfils no quiere hacer eso. ?l, un gigante, pegador tremendo, ha nacido para disfrutar, para jugar con el viento de cara, para celebrar ganadores bajo el sol y acunado por la grada. Robredo, no. ?l es un veterano. Un tenista que ha sido el n¨²mero cinco y que vuelve a las pistas tras parar m¨¢s de medio a?o para operarse de una pierna. ?l, que ya lo tiene todo hecho, quiere m¨¢s. Pide m¨¢s. Va a por m¨¢s.

Ante Monfils, Robredo nunca levanta el pie. Hu¨¦rfano de un golpe ganador que habr¨ªa cambiado mucho su carrera, el espa?ol es un maestro de la estrategia, se trabaja a los contrarios, entiende c¨®mo moverles hasta abrirse un hueco con el que anotarse el punto. De esquina a esquina y de punta a punta, Monfils persigue la pelota. De inicio, las caza todas. ¡°??Gael, Gael!!¡±, le a¨²pa el gent¨ªo, Poco a poco, sin embargo, las pelotas de Robredo le van royendo las piernas, le carcomen los pulmones. Desgastados, los dos contrarios llegan al quinto set tras m¨¢s de tres horas de juego, con la lengua fuera, agotados.

El combate de pesos pesados que perd¨ªa irremediablemente Robredo, un peso pluma sin la pegada de los gigantes, es ya una batalla que va a decidir la clase pura, el talento al peso. En ese apartado, a Robredo, un tenista esculpido con golpes primorosos, le sobran kilos. Con Monfils desconectado, sin siquiera saltar para los saques, acalambrado, roto por dentro y por fuera, el espa?ol vence. Se tira sobre el albero. Mira al cielo. En Par¨ªs, entre silbidos de viento, y pitidos del p¨²blico, un heroico Robredo.