Las maravillosas intr¨¦pidas de la canasta
Nueve de las 13 jugadoras que disputaron el primer partido de la selecci¨®n femenina espa?ola, hace justo 50 a?os, recuerdan su pasi¨®n por el baloncesto en una ¨¦poca de muchas trabas
Son las seis de la tarde del 16 de junio de 1963. Unas 2.000 personas llenan una modesta pista al descubierto en el Pabell¨®n Deportivo de Malgrat de Mar, al norte de Barcelona. Est¨¢n a punto de asistir a parte de la historia del baloncesto espa?ol. Vestidas con camiseta roja, falda azul y zapatillas blancas, 13 chicas emocionadas salen del vestuario. La megafon¨ªa vocifera el nombre de sus rivales, la selecci¨®n de Suiza. Tras cada nombre extranjero, el locutor a?ade el n¨²mero de veces internacional: 20, 30, 40¡ Para esas 13 chicas, en cambio, es su primera vez. Es el primer partido de la selecci¨®n espa?ola femenina de baloncesto, que llega con 28 a?os de retraso respecto a la masculina. La c¨¢mara inmortaliza una imagen enciclop¨¦dica. Nerviosas, posan Mari Luz Rosales, Mari Paz G¨®mez de Frutos, Mari Cruz Hurtado de Mendoza, ?ngela G¨®mez, Maribel Mart¨ªnez, Antonia Gimeno, Laly Tamayo, Maribel D¨ªez de Lastra, Pepa Senante, Teresa P¨¦rez Villota, Luisa Puente, Montserrat Bob¨¦ y¡ falta una. Teresa Vela, ¨²ltima en llegar, ha contado a sus compa?eras: 12. Supersticiosa, no quiere ser la 13 y no sale en la foto. Tampoco el seleccionador, Cholo M¨¦ndez.
Espa?a pierde: 31-40. Da igual. Han hecho historia. De todos modos, dos d¨ªas despu¨¦s se toman la venganza. En el Price, en Barcelona, ganan al mismo rival, 47-39. Luego vuelven a sus vidas, al baloncesto aficionado, a compaginar el trabajo y los estudios con los entrenamientos y los partidos en sus clubes. La selecci¨®n tardar¨¢ varios a?os en volver a jugar. Eran ¡°las trabas¡± de aquella ¨¦poca para unas mujeres que simplemente amaban el juego.
Los dos primeros partidos
ESPA?A, 31 ¨C SUIZA, 40
Espa?a: T. Vela, G. de Frutos (14), Hurtado de Mendoza (4), D¨ªez de Lastra (4), L. Puente (2), P¨¦rez Villota (5), M. Mart¨ªnez (2), P. Senante, L. Rosales y A. G¨®mez.
Suiza: Laederech (16), Krippner (9), Pubucher (4), Passera (3), Garin, Rezzonico y Dubois (8).
Parcial al descanso: 17-21.
16 de junio de 1963. Pabell¨®n de Malgrat: unos 2.000 espectadores.
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ESPA?A, 47 ¨C SUIZA, 39
Espa?a: G. de Frutos (8), L. Tamayo (1), Hurtado de Mendoza (6), D. de Lastra (4), A. G¨®mez, L. Rosales (6), L. Puente (8), P. Villota, M. Mart¨ªnez (2) y P. Senante (12).
Suiza: Laederach (7), Kripper (16), Garin (2), Buhler (4), Passera (2), Dubois (6) y Kiener (2).
Parcial al descanso: 17-16.
18 de junio de 1963. Pabell¨®n Price de Barcelona.
Ha pasado casi medio siglo de aquellos dos partidos. Hoy son ni?as de unos 70 a?os. Nueve de ellas se reunieron otra vez ayer en el homenaje de la federaci¨®n espa?ola a todas las internacionales. Y Pepa, Antonia, Montserrat, ?ngela¡ volvieron a re¨ªr juntas, a emocionarse recordando la ¨¦poca m¨¢s feliz de sus vidas. ¡°Para nosotras el baloncesto era lo m¨¢s bonito del mundo, solo un juego. Nos divert¨ªamos. No pens¨¢bamos en ganarnos la vida con eso, ni en ganar dinero¡±, recuerda Mari Paz G¨®mez de Frutos, Cuqui, la mejor en aquel primer partido con 14 puntos. ¡°Fue precioso. ?ramos chicas muy inocentes¡±. ¡°Fue una emoci¨®n enorme. ?ramos la primera selecci¨®n femenina. Por fin se abr¨ªa el deporte fuera de Espa?a. Necesit¨¢bamos abrirnos al exterior y que nos conocieran. Est¨¢bamos muy por detr¨¢s de las selecciones europeas¡±, comenta ?ngela G¨®mez, hija de un campe¨®n espa?ol de boxeo. ¡°De mentalidad ¨¦ramos profesionales, pero de realidad no gan¨¢bamos ni una peseta¡±, apunta Teresa P¨¦rez Villota, alero del CREFF de Madrid, 12 veces campe¨®n nacional.
Mientras Francia, Italia y Suiza contaban con cierta experiencia, las chicas espa?olas eran aprendices en el patio internacional. ¡°Jugar en aquella ¨¦poca era una aventura¡±, cuenta Tere Vela. ¡°A veces hasta nos tocaba pintar a nosotras las l¨ªneas con cal¡±. Elegida en aquel 1963 como la mejor deportista madrile?a junto a Santana y Pirri, Vela rememora pizpireta aquella ¨¦poca: ¡°Despu¨¦s de la guerra, los ni?os y sobre todo las mujeres no ten¨ªan ninguna v¨ªa para hacer deporte. Los torneos escolares que cre¨® la Secci¨®n Femenina fueron la base de todo aquello. Yo jugaba de alero con mi 1,63m. Se entrenaba la t¨¢ctica y la estrategia, pero no hab¨ªa tanta tonter¨ªa como ahora¡±.
Jugadoras amateurs, se costeaban su pasi¨®n. ¡°Ahora hay m¨¢s dinero y menos amistad¡±, resume Mari Cruz Hurtado. ¡°Nos dejaban las equipaciones, pero hab¨ªa que devolverlas y las zapatillas nos las compr¨¢bamos nosotros. Solo nos pagaban los viajes y eran casi siempre en trenes de tercera, y a veces nos present¨¢bamos a jugar sin apenas haber dormido¡±. Los desplazamientos eran excursiones interminables de hasta 14 horas, pero no hab¨ªa margen para las quejas. ¡°Antes de los viajes nos organiz¨¢bamos para que cada una preparara un plato distinto para llevar. A m¨ª casi siempre me tocaban croquetas, otra tortilla de gambas, otra empanadilla¡ no me he re¨ªdo m¨¢s en mi vida. Aquellos trenes eran un guateque¡±, explica Maribel Mart¨ªnez.
Escaseaban los medios, pero sobraba pasi¨®n. ¡°La felicidad al reunirnos lo superaba todo. Jug¨¢bamos al aire libre aunque lloviera; los vestuarios no ten¨ªan agua caliente, muchas pistas eran de tierra y los balones de cuero, parecidos a los antiguos de f¨²tbol¡±, narra Antonia Gimeno, que jug¨® desde los 14 a los 32 a?os y despu¨¦s se dedic¨® a entrenar. ¡°Todo era por amor al deporte¡±, refrenda ?ngela G¨®mez, entonces estudiante de franc¨¦s e ingl¨¦s y ¡°oficial primera¡± en una oficina, y hoy entrenadora de baloncesto en Valencia. La catalana Montserrat Bob¨¦ trabajaba de siete de la ma?ana a siete de la tarde en la f¨¢brica de gafas Cottet y se entrenaba de ocho a diez: ¡°Era un divertimento estupendo, pero con muchas limitaciones. Fue una ¨¦poca dura y muy bonita. ?ramos j¨®venes y nos encantaba jugar¡±.
En la Espa?a de los sesenta, un grupo de mujeres con falda azul no siempre era bien visto. ¡°Mi abuela nos llamaba machotes. A las mujeres no nos hac¨ªan caso. Los hombres ya cobraban y nosotras nunca lo hicimos. Que ense?¨¢ramos las piernas no se ve¨ªa bien. Siempre se escuchaba el comentario tonto. A veces el campo de baloncesto estaba al lado de uno de f¨²tbol y nos dec¨ªan de todo¡±, se lamenta Mari Paz. ¡°Parec¨ªa que al ser mujer no pudieras jugar al baloncesto¡±, le secunda Pepa Senante, ¡°y alg¨²n paraguazo nos llevamos. Ten¨ªa que gustarte mucho jugar para hacer esos sacrificios. Luego tuvimos la suerte de que la federaci¨®n se fijara en nosotras¡±. ¡°Al menos se tom¨® conciencia de que las mujeres quer¨ªamos estar tambi¨¦n en lo m¨¢s alto. Fue un arranque para luego llegar a Europeos y a Juegos, hasta nuestros d¨ªas. Fue el empuj¨®n para poner en marcha la m¨¢quina¡±, comenta Teresa P¨¦rez. Aunque luego ¡°la llamita se apag¨® y estuvo unos a?os muerta¡± hasta que la selecci¨®n volvi¨® a juntarse. ¡°El deporte femenino estaba muy atrasado. Nos cost¨® mucho¡±, asume Mari Paz G¨®mez.
La tarde anterior al primer partido contra Suiza tres jugadoras fueron espectadoras de los cuartos de la Copa Davis entre Espa?a y Francia, en Barcelona. El resto fue al cine. Estrenaban West Side Story. Ayer recordaban todas estas historias, y tantas otras. La federaci¨®n les regal¨® una copia de sus fichas federativas. La de las pioneras del baloncesto espa?ol.
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