Brasil y el viejo orden
El torneo constata de nuevo el eterno pulso entre Europa y Sudam¨¦rica y la permanencia del ¡®establishment¡¯: en semifinales est¨¢n cuatro de los ¨²nicos ocho campeones mundiales
La FIFA suele presumir de tener m¨¢s afiliados que la ONU. Cierto, 209 por 193. Nada es m¨¢s universal que el f¨²tbol; pero juegan muchos y ganan los de siempre. Esta Copa Confederaciones constata de nuevo la dictadura con el eterno pulso entre Europa y Sudam¨¦rica. Ochenta y tres a?os y 19 ediciones despu¨¦s del primer Mundial, en las semifinales brasile?as de esta Copa se han citado cuatro de los ¨²nicos ocho campeones que han levantado el m¨¢ximo trofeo, tres sudamericanos (Uruguay, Brasil y Argentina) y cinco europeos (Italia, Alemania, Inglaterra, Francia y Espa?a). El baremo del Campeonato del Mundo, el torneo global por excelencia, es elocuente. Ganadores al margen, a excepci¨®n de Estados Unidos, y Chile y Corea del Sur ¡ªambos en sus Mundiales¡ª, entre los cuatro primeros solo hubo aspirantes europeos al t¨ªtulo: Austria, Hungr¨ªa, Suecia, Bulgaria, B¨¦lgica, Polonia, Holanda, Portugal, Croacia, Turqu¨ªa, Checoslovaquia, Uni¨®n Sovi¨¦tica y Yugoslavia. El viejo orden contin¨²a en este torneo, con la ¨²nica novedad de la inmersi¨®n espa?ola desde 2008 y el levantamiento de las gentes brasile?as, no por su equipo, sino por los derroches.
Los planes expansivos de la FIFA han tenido m¨¢s que ver con el negocio puntual que con prender la llama deportiva. Hace a?os que se espera a Estados Unidos (Mundial de 1994), se proclama la inminente irrupci¨®n de los gigantes asi¨¢ticos (Mundial de 2002) y se vaticina el advenimiento de una supuesta emergente ?frica (Mundial de 2010). Ahora, la patronal se ha entregado al abrigo de los petrod¨®lares (Catar 2022). Su mejor resultado mundialista se remonta a hace 19 a?os, con Arabia en los octavos del campeonato estadounidense. Con un Mundial ambulante, estas selecciones sedes o sus perif¨¦ricas no han conseguido el repunte. La efervescencia popular durante los torneos, y punto final. En el apasionado Brasil, patrimonio universal de este juego, la FIFA se ha llevado una may¨²scula sorpresa ante el rechazo popular. En el Brasil pobre, el f¨²tbol ya despuntaba como en ning¨²n sitio, el vivero siempre fue infinito. En el Brasil de mayor bonanza, las necesidades son otras. Esta es la gran novedad del campeonato. Los brasile?os protestan fuera y luego llenan los estadios, se?al de que el f¨²tbol no ha perdido pujanza, s¨ª lo que le rodea, sus desproporcionadas magnitudes. Sobre el c¨¦sped, no hay sorpresas, se impone el establishment.
Al fondo, la Espa?a
victoriosa, nada que
ver con la que pis¨® Maracan¨¢ hace 63 a?os
Si se toman los Mundiales como referencia, ninguna selecci¨®n africana ha pasado de cuartos, en Ocean¨ªa solo Australia, y en una ocasi¨®n (2006), super¨® una primera fase y solo Asia salt¨® la barrera y se col¨® en una semifinal. Y con muchos matices arbitrales. Lo hizo Corea en su Mundial de la mano del colegiado egipcio Al Ghandour. No mucho mejor les ha ido a los alistados en la CONCACAF. En 14 participaciones, M¨¦xico no ha pasado de cuartos y Estados Unidos s¨ª que alcanz¨® una semifinal, pero en 1930, en la primera edici¨®n. El trono de los mexicanos en la Confederaciones de 1999 y el oro en los recientes Juegos de Londres, o el subcampeonato alcanzado por los estadounidenses en la pasada Confederaciones parecieron apuntar un avance. Una fantas¨ªa. M¨¦xico no ha tenido dictado en esta Copa y su tr¨¢nsito en las eliminatorias para el Mundial 2014 es decepcionante, con empates sin goles en su campo ante Jamaica, Estados Unidos y Costa Rica.
Al desencanto del equipo azteca se han sumado Jap¨®n y Nigeria. Su exportaci¨®n de futbolistas a Europa y la importaci¨®n de t¨¦cnicos extranjeros con m¨¢s experiencia de nada ha servido. En el caso nip¨®n, tampoco el abrir la caja para costear la jubilaci¨®n de estrellas for¨¢neas. Tambi¨¦n se abundaba en una naciente China, con su potencial caladero. Camacho acaba de ser despedido como seleccionador. El f¨²tbol de unos y otros no ha evolucionado y a los africanos en algunos aspectos les ha perjudicado el peaje europeo. No son pocos los conflictos internos en estas selecciones, donde quienes hacen carrera en El Dorado regresan a sus pa¨ªses con aires de megaestrellas y con la demanda de un profesionalismo dif¨ªcil de conseguir en el marco de sus conjuntos nacionales. ?frica ha perdido el punto de descaro, de ingenuidad si se quiere, de aquella inolvidable Camer¨²n de los noventa. Lo de Tahit¨ª en esta Copa, una broma de la FIFA, solo lo han festejado los propios jugadores tahitianos, fascinados con su excursi¨®n pese a los 24 goles recibidos en tres partidos.
Hace a?os que se espera a Estados Unidos, se proclama la inminente irrupci¨®n de los asi¨¢ticos y se vaticina el advenimiento de ?frica
La Confederaciones de Brasil evoca los or¨ªgenes del f¨²tbol, sin otra novedad que la incursi¨®n de Espa?a, a rebufo de su radiante ciclo. Sobreviven tres de los cuatro primeros campeones del mundo (Uruguay-30, Italia 34-38 y Brasil-58) y el ¨²ltimo (la Roja), el pen¨²ltimo (la Azzurra) y el antepen¨²ltimo (la Canarinha). Por algo las semifinales destilan tanta nostalgia. Se desempolvar¨¢ el Maracanazo y toda su leyenda, por m¨¢s que el partido de ma?ana entre uruguayos y brasile?os se dispute en el estadio Mineirao de Belo Horizonte y ni mucho menos ante casi 200.000 espectadores. La maldici¨®n de Barbosa, el genio del cacique Obdulio Varela y dem¨¢s. Uruguay, el peque?o pa¨ªs m¨¢s grande en la historia del f¨²tbol, tiene m¨¢s derecho que nadie a creer en los milagros. Campe¨®n de la Copa Am¨¦rica y cuarto en Sud¨¢frica, el suyo, gane o pierda ma?ana, lo es.
Y, otra vez, la vieja Italia, siempre sufriente, siempre con ese punto dram¨¢tico que la refuerza cuando m¨¢s aparenta la claudicaci¨®n. Ahora se le ha lesionado Balotelli y Pirlo, su mejor jugador, no est¨¢ en plenitud f¨ªsica. Al fondo, la Espa?a victoriosa, nada que ver con la que pis¨® Brasil hace 63 a?os y se consol¨® durante d¨¦cadas con un gol de Zarra a Inglaterra. Como forma de perpetuar el ¨¦xito, Del Bosque hizo jugar el domingo ante Nigeria a nueve de los 14 jugadores que golearon a Italia en la final de la Eurocopa el pasado verano. Solo faltaron Xabi Alonso, de baja, Casillas y Mata, suplentes en Fortaleza. Es la Roja entre el antiguo r¨¦gimen futbol¨ªstico, el que gobierna el f¨²tbol con pu?o de hierro desde sus tiempos embrionarios. Nada novedoso, si no fuera por los dispendios de la FIFA y sus organizaciones sat¨¦lites que ya detestan en la patria de Le¨®nidas, Garrincha y Pel¨¦, a los que la pelota rescat¨® de las cunetas de la pobreza para orgullo de todo un pa¨ªs.
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