Espa?a no tiene punto final
Navas conduce a La Roja a Maracan¨¢, donde le espera Brasil el domingo, tras un partido extenuante y de m¨¢xima igualdad contra Italia solo decidido despu¨¦s de 14 penaltis
Espa?a est¨¢ consagrada, en un estado de gracia tal que en los grandes campeonatos se mueve entre partidos embriagadores y encuentros de emoci¨®n infinita. De esta guisa fue el que le condujo hasta Maracan¨¢ tras ser llevada al l¨ªmite, en lo f¨ªsico y en lo futbol¨ªstico, por una Italia muy competitiva. Una Italia ya harta de esta Espa?a que se cruza y se cruza en su camino, y que lo mismo le golea con un t¨ªtulo por el medio como le deja en la cuneta del trono en los penaltis. Ya sucedi¨® en los cuartos de final de la Eurocopa de 2008, con Iker Casillas de h¨¦roe. Se repiti¨® en la Confederaciones; esta vez, con otro palad¨ªn de por medio, Jes¨²s Navas, un t¨ªmido futbolista sevillano de Los Palacios que primero fue decisivo en el remonte espa?ol en el segundo tiempo y luego anot¨® el penalti decisivo. Solo fall¨® Bonucci, y hasta 14 hubo que lanzar, se?al de la extrema igualdad de un choque con un primer asalto para Italia, un segundo equilibrado y un tercero, ya en la pr¨®rroga, para los espa?oles.
ESPA?A, 0 (7) - ITALIA, 0 (6)
Espa?a: Casillas; Arbeloa, Ramos, Piqu¨¦, Jordi Alba; Xavi, Busquets, Iniesta; Pedro (Mata, m. 79), Silva (Navas, m. 52) y Torres (Javi Mart¨ªnez, m. 94). No utilizados: Vald¨¦s, Reina; Azpilicueta, Monreal, Albiol, Cesc, Cazorla, Soldado y Villa.
Italia: Buffon; Maggio, Barzagli (Montolivo, m. 46), Bonucci, Chiellini, Giaccherini; Candreva, De Rossi, Pirlo, Marchisio (Aquilani, m. 80); y Gilardino (Giovinco, m. 93). No utilizados: Sirigu, Marchetti; De Sciglio. Astori, Abate, El Shaarawy, Cerci y Diamanti.
Penaltis: 0-1. Candreva. 1-1. Xavi. 1-2. Aquilani. 2-2. Iniesta. 2-3. De Rossi. 3-3. Piqu¨¦. 3-4. Giovinco. 4-4. Ramos. 4-5. Pirlo. 5-5. Mata. 5-6. Montolivo. 6-6. Busquets. 6-6. Bonucci lanza fuera. 7-6. Jes¨²s Navas.
?rbitro: Howard Webb (Inglaterra). Amonest¨® a De Rossi.
Unos 57.000 espectadores en Estadio Castelao de Fortaleza. Los jugadores italianos lucieron brazalete negro en memoria del exfutbolista Stefano Borgonovo, fallecido por la ELA.
Espa?a disputar¨¢ el domingo su tercera gran final consecutiva, la cuarta en los cinco ¨²ltimos grandes eventos. Una racha solo interrumpida por Estados Unidos en la pasada Confederaciones. En esta, con gran f¨²tbol ante Uruguay y sin p¨²rpura, pero con los dientes apretados frente a una huesuda Italia, ya est¨¢ donde so?aba: en Maracan¨¢ y ante Brasil, cuya torcida volvi¨® a airear claramente su afiliaci¨®n indisimulada por todo adversario espa?ol. Un homenaje al equipo que se teme. Eso parece del clima sembrado contra el campe¨®n del mundo, sin que se adivinen motivos para semejante animadversi¨®n. Deportiva, se entiende de momento.
El choque nada tuvo que ver con la final de Kiev de hace un a?o. Como ya hiciera en la primera fase de la ¨²ltima Eurocopa, que concluy¨® 1-1, Prandelli volvi¨® a enredar a Espa?a, de inicio encomendada a Casillas. La Azzurra alist¨® a tres centrales, lo que pod¨ªa destilar un tufillo defensivo. Falsa impresi¨®n. Con dos laterales como Maggio y Giaccherini aplicados para defender y extremos con la pelota a favor, sumados a dos volantes centrados como Candreva y Marchisio, Espa?a se qued¨® a la intemperie. El equipo azzurro se perfil¨® de maravilla con un sistema acorde¨®n: tensa las filas cuando el rival est¨¢ al mando, pero su juego es expansivo y sin especulaciones con el bal¨®n en propiedad. Como prueba, al llegar a la pr¨®rroga, la posesi¨®n espa?ola era del 53%, bajo m¨ªnimos trat¨¢ndose de este equipo. Esta Italia tiene otro manual y no afloja, pese al varapalo del ¨²ltimo Europeo. No es una selecci¨®n que derroche talento, pero tiene interesantes recursos t¨¢cticos y no reh¨²ye el protagonismo. Es un conjunto que sin perder oficio le busca el gusto al juego. La Liga italiana ha perdido pujanza y sus futbolistas locales siempre fueron reacios a emigrar. Puede que por ello le falte cartel en la actualidad, pero Prandelli ha estructurado un grupo de notables sin recurrir a la tradicional fortificaci¨®n del calcio.
Empecinados en enjaularse en el embudo central italiano, los espa?oles no hicieron la lectura correcta del choque hasta pasar por el intermedio. Con su formato, Italia lograba superioridades en todas las zonas. Alba y Arbeloa padec¨ªan en las orillas, sin auxilios de Pedro y Silva, sobre todo del canario, fuera de pista. Tampoco hubo remedios para Busquets, aislado frente a los interiores de Prandelli. La Roja no encontraba el camino, obligada muchas veces al saque en largo de Casillas, un chollo para los centrales adversarios. Cada asistencia a las bandas, y Pirlo es catedr¨¢tico en el pase preciso, veloz y a un toque, era un suplicio para el campe¨®n del mundo.
Gilardino dio el primer susto a Casillas, con un remate cruzado. Incomparable con el que se llev¨® poco despu¨¦s la Roja. Maggio, c¨®mo no, arranc¨® desde el extremo en diagonal a la porter¨ªa espa?ola. Recibi¨® un servicio largu¨ªsimo y cabece¨® cara a cara con Casillas. En situaciones extremas, Casillas, el de antes y el de ahora y, seguramente, el de siempre. Sus extraordinarios reflejos ante Maggio dieron vidilla a Espa?a. Por si hubiera dudas sobre el capit¨¢n espa?ol, repiti¨® con ¨¦xito en una jugada muy similar ante el mismo protagonista.
Espa?a estaba aturdida, sostenida por Casillas y un imperial Sergio Ramos, y sin m¨¢s dictado en ataque que el de Iniesta. Hasta que Navas puso el turbo, el ¨²nico capaz de ventilar adversarios. No era la Espa?a fluida de costumbre, las respuestas adecuadas eran italianas. Tan solo Fernando Torres, en un giro muy coordinado dentro del ¨¢rea de Buffon, logr¨® inquietar al veterano capit¨¢n, pero el disparo esquiv¨® la red por dos dedos.
Los espa?oles no hicieron la lectura correcta hasta el intermedio
Del Bosque corrigi¨® al equipo tras el descanso. Era elocuente ver a Del Bosque dando instrucciones a los suyos hasta el ¨²ltimo segundo en el t¨²nel de vestuarios. S¨ªntoma de lo mucho que hab¨ªa que repasar la lecci¨®n, porque no es este seleccionador alguien que agobie a los suyos. Pedro cumpli¨® la ordenanza y se ocup¨® de cerrar el carril de Maggio; Silva, de puntillas desde el inicio, no tard¨® en dejar el partido. Con Navas en su lugar, Espa?a cogi¨® impulso, por fin rem¨® por los laterales y puso freno a los italianos. Bajo el sofoco de Fortaleza ¡ªa la pr¨®rroga se lleg¨® por encima de los 30 grados y casi un 70% de humedad¡ª, el segundo tiempo se emparej¨®. Nunca estuvo la Espa?a de altos vuelos, pero al menos consigui¨® un equilibrio. El bochorno poco a poco fue derritiendo el partido, y a unos y otros se les hizo extenuante, una asfixia. Los dos conjuntos se protegieron, a la espera de alg¨²n episodio favorable. Italia, al pie de Pirlo, apur¨® sus opciones en las jugadas a bal¨®n parado. Espa?a, a un sprint de Torres y Navas. En uno de ellos, Piqu¨¦, en cruzada, irrumpi¨® ante Buffon para disparar alto, en la mejor oportunidad de los de Del Bosque hasta llegar a la pr¨®rroga con los dos equipos sudando como regaderas.
En el tercer tiempo, Piqu¨¦ y Ramos se aproximaron al gol. Con los equipos con el dep¨®sito vac¨ªo, las acciones con la pelota retenida se convirtieron en capitales. As¨ª lo entendi¨® Del Bosque, que sorprendi¨® al personal con la entrada de Javi Mart¨ªnez como ariete en detrimento de Torres y antes que envidar por Villa. Lo del nueve espa?ol es un algoritmo sin soluci¨®n vigente. En el Castelao, sin nueve aut¨¦ntico lleg¨® el mejor momento de Espa?a, en una pr¨®rroga que control¨® por completo tras el susto de Giaccherini y su remate al poste. Igualado posteriormente por otro de Xavi muy lejano. Con Navas y Mata de agitadores, y un pelot¨®n de italianos acalambrados, la Roja se qued¨® al borde de evitar los penaltis. No fue as¨ª y de nuevo la loter¨ªa. De las v¨ªctimas y verdugos de Viena solo repitieron Casillas, Buffon y De Rossi. Todos embocaron salvo Bonucci. Navas cant¨® el bingo final e Italia ya piensa en alg¨²n tipo de maldici¨®n. Ni en las buenas, como en esta ocasi¨®n, ni en las malas, como en Kiev. Mientras, esta Espa?a, fascinante o sufridora, no tiene punto final. Al menos hasta Maracan¨¢, donde no pocos forjaron sus leyendas y donde, en caso de derrota, en un a?o tendr¨¢ otra opci¨®n.
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